#Mimotivo para sonreír. Paz y bien, feliz domingo. Mi motivo
para sonreír de hoy es lo a gusto que uno se siente participando como uno más,
pero siendo ayudado como al que más otra vez más, jejejej. El 10 de febrero de
2013 asistíal concierto de Jaime Urrutia en una de las clásicas salas
madrileñas de música. Ayer, poco más de dos años después, como si no hubiera
pasado el tiempo, volví a hacerlo, de nuevo acompañado de Elena. Y es que
asistir a conciertos en directo de grupos que uno siempre ha escuchado y tanto
han significado, es algo que me gusta especialmente, pese a lo complicado que
es meterse en una sala abarrotada y cuyo acceso no resulta fácil. Pero bueno,
sonriendo sonriendo, con determinación y un poco de atrevimiento el resultado
siempre es el deseado.
Así que ayer… Amaya Montero nos esperaba en la Joy Eslava,
todo un símbolo de la música madrileña. Llegar no parecía difícil, cerquita de
la Puerta del Sol, en la calle Arenal. El problema fue que, había una cola
inmensa para entrar, y eso que eran las 8 de la tarde, cuando el concierto
comenzaba a las 9. El vigilante, cual bulldog discotequero, incólume a nuestros
bastones blancos, nos mandó al final de la dichosa cola. Una chica se ofreció a
acompañarnos. Resulta que se trataba de Ana, la presidenta del club de fans de
Amaya y nos aseguró que iba a tratar de hacer lo posible por solucionar nuestro
acceso y ubicación. Y así hizo.
Al cabo de 10 mins. Volvió para rescatarnos. El bulldog se
había convertido en caniche, jajaja y nos dejó pasar en manos de otros gigantes
que nos ubicaron al ladito de la barra, junto a la mesa de mezclas, a pie de
pista allí donde estaban las cámaras de televisión _les pedí que no me sacaran
la calva_.
Así nos apercibimos de detalles previos como los comentarios
de los técnicos y el momento de apertura de puertas.
Y el concierto dio comienzo. La gente entregada, coreaba y
jaleaba a la guapa donostiarra. Y nosotros sentaditos cómodamente disfrutando
de la música y la voz, imaginando a la gente y a la cantante.
En éstas que alguien me coge la mano y me habla al oído. Es
la hermana de Amaya que viene a ponernos una pegatina y a agradecernos, con mucha
emoción, el que estemos allí. Le dimos palabras de aliento y admiración y nos aseguró
que se las transmitiría, me acarició la mejilla y nos describió cómo iba
vestida su hermana: un vestido corto de lentejuelas y sandalias y luego un top
y pantalón negros con botas altas.
Seguramente Ana, le había comentado de nuestra presencia.
Propusimos por proponer el que querríamos estar con Amaya, hacernos una foto,
darle un abrazo. Creímos que sería posible, pero… claro la hermana de Amaya no
es nuestra Paloma, hermana de Jaime Urrutia, así que dos horas después, el concierto
terminó y una pareja se ofreció a ayudarnos para salir y hasta nos llevó al
Metro.
Y camino del Metro fuimos comentando que había tropezado con
el micrófono y había dado un traspiés, que casi se cae, que le cambiaba la voz
de cuando hablaba a cuando cantaba y lo chulo que había sido el repertorio,
mezcla de temas de siempre y actuales, de La oreja de van Goth y de ella en
solitario.
Y ya en el Metro, otra pareja se ofrece a llevarme hasta el
andén, Elena ha tomado otra línea. Y me dicen que han venido ex profeso de Gran
Canaria para ver el musical del Rey León y así llego a mi destino.
Y ya, en casa, busco la cuenta de Amaya Montero y del club de
fans en Twitter para expresar nuestra gratitud. Cuento cómo las canciones de Amaya
me han acompañado muchas veces, cómo he contemplado el mar en las playas de la
Concha o la Zurriola a través de sus letras y la animo a que no se rinda y continúe
componiendo y cantando.
Sentí no saber el nombre de la hermana de Amaya que tan
cariñosa se mostró con nosotros, dejamos para la próxima ocasión ese encuentro
de privilegio y si puedo le diré que sí, que el concierto estuvo muy bien, pero
que la música estaba demasiado alta para un espacio cerrado, tanto que a veces
se acoplaba con desagradables chirridos, que cuando la bajaron un punttito
retumbaba menos y a ella se la escuchaba mejor, ya sé son cosas del directo
pero… y es lo que tiene ser cegatón de oído fino.
Y sí, claro, siempre me impresiona que miles de personas
coreen “mirando al mar recuerdo el día que te conocí”, “esas tardes de invierno
por Madrid”, esa “única palabra…” y tantas y tantas otras canciones.
Sonríe sonríe e imagina al Albertito con cara de bobalicón
cogido del brazo de Ana, la presidenta del club de fans, imaginando a Amaya
Montero y la banda en el escenario, fantaseando con estar, no en una silla
apartadito, si no en plena pista como un fan más, jejeje. Ah, si hubiera venido
Blanca Arantegui… jejjejeje. ¿Qué quién es Blanca? Jejejjejeje. Sonreír no
cuesta nada, pero vale un mundo, tu sonrisa es muy valiosa para mí.
Un abrazo musical.
1 comentario:
hola Alberto
soy me llamo cesar y mi chica Laura y somos la pareja que os acompañamos desde la joy eslava hasta la entrada al metro
fue un paseo super agradable con vosotros
gracias por esta crónica tan especial gracias por tu muestra de superación.
un abrazo enormeee
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