domingo, 22 de febrero de 2015

Crónica a ciegas del concierto de Amaya Montero



#Mimotivo para sonreír. Paz y bien, feliz domingo. Mi motivo para sonreír de hoy es lo a gusto que uno se siente participando como uno más, pero siendo ayudado como al que más otra vez más, jejejej. El 10 de febrero de 2013 asistíal concierto de Jaime Urrutia en una de las clásicas salas madrileñas de música. Ayer, poco más de dos años después, como si no hubiera pasado el tiempo, volví a hacerlo, de nuevo acompañado de Elena. Y es que asistir a conciertos en directo de grupos que uno siempre ha escuchado y tanto han significado, es algo que me gusta especialmente, pese a lo complicado que es meterse en una sala abarrotada y cuyo acceso no resulta fácil. Pero bueno, sonriendo sonriendo, con determinación y un poco de atrevimiento el resultado siempre es el deseado.
Así que ayer… Amaya Montero nos esperaba en la Joy Eslava, todo un símbolo de la música madrileña. Llegar no parecía difícil, cerquita de la Puerta del Sol, en la calle Arenal. El problema fue que, había una cola inmensa para entrar, y eso que eran las 8 de la tarde, cuando el concierto comenzaba a las 9. El vigilante, cual bulldog discotequero, incólume a nuestros bastones blancos, nos mandó al final de la dichosa cola. Una chica se ofreció a acompañarnos. Resulta que se trataba de Ana, la presidenta del club de fans de Amaya y nos aseguró que iba a tratar de hacer lo posible por solucionar nuestro acceso y ubicación. Y así hizo.
Al cabo de 10 mins. Volvió para rescatarnos. El bulldog se había convertido en caniche, jajaja y nos dejó pasar en manos de otros gigantes que nos ubicaron al ladito de la barra, junto a la mesa de mezclas, a pie de pista allí donde estaban las cámaras de televisión _les pedí que no me sacaran la calva_.
Así nos apercibimos de detalles previos como los comentarios de los técnicos y el momento de apertura de puertas.
Y el concierto dio comienzo. La gente entregada, coreaba y jaleaba a la guapa donostiarra. Y nosotros sentaditos cómodamente disfrutando de la música y la voz, imaginando a la gente y a la cantante.
En éstas que alguien me coge la mano y me habla al oído. Es la hermana de Amaya que viene a ponernos una pegatina y a agradecernos, con mucha emoción, el que estemos allí. Le dimos palabras de aliento y admiración y nos aseguró que se las transmitiría, me acarició la mejilla y nos describió cómo iba vestida su hermana: un vestido corto de lentejuelas y sandalias y luego un top y pantalón negros con botas altas.
Seguramente Ana, le había comentado de nuestra presencia. Propusimos por proponer el que querríamos estar con Amaya, hacernos una foto, darle un abrazo. Creímos que sería posible, pero… claro la hermana de Amaya no es nuestra Paloma, hermana de Jaime Urrutia, así que dos horas después, el concierto terminó y una pareja se ofreció a ayudarnos para salir y hasta nos llevó al Metro.
Y camino del Metro fuimos comentando que había tropezado con el micrófono y había dado un traspiés, que casi se cae, que le cambiaba la voz de cuando hablaba a cuando cantaba y lo chulo que había sido el repertorio, mezcla de temas de siempre y actuales, de La oreja de van Goth y de ella en solitario.
Y ya en el Metro, otra pareja se ofrece a llevarme hasta el andén, Elena ha tomado otra línea. Y me dicen que han venido ex profeso de Gran Canaria para ver el musical del Rey León y así llego a mi destino.
Y ya, en casa, busco la cuenta de Amaya Montero y del club de fans en Twitter para expresar nuestra gratitud. Cuento cómo las canciones de Amaya me han acompañado muchas veces, cómo he contemplado el mar en las playas de la Concha o la Zurriola a través de sus letras y la animo a que no se rinda y continúe componiendo y cantando.
Sentí no saber el nombre de la hermana de Amaya que tan cariñosa se mostró con nosotros, dejamos para la próxima ocasión ese encuentro de privilegio y si puedo le diré que sí, que el concierto estuvo muy bien, pero que la música estaba demasiado alta para un espacio cerrado, tanto que a veces se acoplaba con desagradables chirridos, que cuando la bajaron un punttito retumbaba menos y a ella se la escuchaba mejor, ya sé son cosas del directo pero… y es lo que tiene ser cegatón de oído fino.
Y sí, claro, siempre me impresiona que miles de personas coreen “mirando al mar recuerdo el día que te conocí”, “esas tardes de invierno por Madrid”, esa “única palabra…” y tantas y tantas otras canciones.
Sonríe sonríe e imagina al Albertito con cara de bobalicón cogido del brazo de Ana, la presidenta del club de fans, imaginando a Amaya Montero y la banda en el escenario, fantaseando con estar, no en una silla apartadito, si no en plena pista como un fan más, jejeje. Ah, si hubiera venido Blanca Arantegui… jejjejeje. ¿Qué quién es Blanca? Jejejjejeje. Sonreír no cuesta nada, pero vale un mundo, tu sonrisa es muy valiosa para mí.
Un abrazo musical.
   

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola Alberto
soy me llamo cesar y mi chica Laura y somos la pareja que os acompañamos desde la joy eslava hasta la entrada al metro

fue un paseo super agradable con vosotros

gracias por esta crónica tan especial gracias por tu muestra de superación.

un abrazo enormeee

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