Buen jueves de san Isidro.
Aprovechando que tengo fiesta, comparto ahora mi esbozo
poético de cada semana, que pretende ser un homenaje emocionado al campo y a la
naturaleza en primavera y siempre.
Sé que es mejor sentir las flores en su entorno y que lo
suyo sería que éstas que te regalo fueran auténticas, pero espero que mi pobre
ingenio haya sido capaz de transformarlas en palabras que lleguen a tu corazón.
¿A quién no le gusta recibir una flor? Al menos a mí sí,
aunque luego no sepa cuidarla como merecería.
Besitos de rosquillas y chulapón.
El ramo de flores
Amor de mis entrañas, primavera de mi vida;
Con este poema, un ramo de flores a crear torpemente, aspiro.
Regalo que nace del corazón y del alma, aliento y suspiro;
Entrega ilusionada, generosidad sin medida.
Albahaca, oloroso condimento a tu exquisito paladar.
Tulipán, exótico turbante para cubrir tu provocadora melena.
Abrazarte quiero sin tiempo, fundirme en ti.
Brezo, curativo remedio
que te haga sentir ligera y buena.
Tomillo, ingrediente sin igual, de tus suculentos guisos sin
par.
Camelia, suntuoso aceite que verter sobre tu cálida piel.
Petunia, arrco iris con que adornar tus atrevidos sueños.
Tocarte deseo, hasta emborrachar mis dedos, alumbrar mi
oscuridad sin fin.
Clavel, aderezo ideal para tus mohines risueños.
Orquídea, fascinante filigrana con que sazonar tus labios de
miel.
Dalia, glamurosa reina de milecho desierto.
Menta, golosina de té para ser, sobre tus pechos, espolvoreada.
Escucharte busco entre los pájaros, alegres mensajeros de mi
jardín.
Escaramujo, antídoto de mis mareos, vértigo al saberte, a mi
fuego, entregada.
Lavanda, azul como tus ojos de cielo, estrellas de mi
firmamento.
Gardenia, icono de tu gracia, sutil delicadeza.
Jazmín, pureza de tu altar, mi blanco amanecer.
Beberte ansío poro a poro, manantial al que secar, sin
remedio, desistí.
Geranio, característico adorno en tu balcón, allí donde yo
aprenderé lo que es ver.
Gladiolo, espada apasionada de palabras, que nutren tu legendaria grandeza.
A tus pies deposito este ramo de amor eterno.
Abrazarte quiero sin tiempo, fundirme en ti.
Tocarte deseo, hasta emborrachar mis dedos, alumbrar mi
oscuridad sin fin.
Escucharte busco
entre los pájaros, alegres mensajeros de mi jardín.
Beberte ansío poro a poro, manantial al que secar, sin
remedio, desistí.
Que lo recibas con agrado, aliento de mis días, calor de mi
invierno.
¿El lazo? Cremallera y seda.
¿El envoltorio? Deseo y fantasía.
¿La tarjeta? Mantelito de cuadros y caligrafía.
¿Quién te lo entrega? Un ciego que, pícaro, enreda.
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