Transcurridas 5 jornadas de entrenamiento no puedo resistir
el deseo de compartir otra muestra más de ese milagro que la gente de la
Oficina de Voluntarios de BBVA, esta vez en las personas de Diego Cruz y Paco
Alvarez, son capaces de forjar: Solidaridad con mayúsculas, verdad y eficacia.
Claro.
Al Albertito, él siempre tan caprichoso, jejej, se le ocurre inscribirse para recorrer una
parte importante del Camino Jacobeo, entre Sarria y Santiago, 112 kms. Del ala
a patita. Que sí, que le hace mucha ilusión y que siempre ha estado empeñado en
hacerlo, que otros tramos que ha cumplido le han deparado grandes emociones.
Que sí, también, que lo va a hacer con unas determinadas condiciones de
comodidad: le acompañará su gran amigo Miguel, dormirá en hotel, no tendrá que
cargar con el mochilón de toda la semana y dispondrá como apoyo durante las caminatas del
autobús, por si acaso le diera la pájara. Todo eso está muy bien, pero la
kilometrada no se la quita nadie.
Y a quien se lo cuenta, y quienes lo van a organizar, le dan
consejos varios y en uno coinciden sin lugar a dudas: debes prepararte con
antelación, has de entrenar los pies. Ja, ¿y cómo lo hace este cieguito si el
gimnasio está cerrado y vive solo? Si la ciudad está plagada de barreras y obstáculos
y con el bastón, ni debe correr (para evitar males mayores como contracturas o
golpes varios de mayor o menor calado) y además por los lugares más indicados,
los parques, se pierde al no disponer éstos de referencias que le ayuden.
¿Qué hacer?
Lo habla con sus amigos Diego y Paco, sabedor de que, sin
dudarlo, se ponen manos a la obra en
cuanto puedan. Dicho y hecho.
Me buscan un guía que me acompañará los días que yo pueda y
en horario de tardes por Madrid Río, un buen lugar, llano, sin obstáculos ni
cruces.
Paco, un voluntario fantástico con una vida que daría para
escribir un libro gordo, aunque no fuera el de Petete, ex recluso y ex
heroinómano, con un gran don de gentes / habilidades sociales y unas enormes
ganas de trabajar en lo que sea y salir adelante superando esas barreras que,
suelen ser las peores, las que no se ven, las mentales.
Que actualmente se encuentra en tercer grado, alojado en un
Centro de Inserción Social y con el que, a lo largo de los paseos, lunes y
miércoles, eso sí, a paso ligero y con un calorcito de casi 40 grados, jejeje,
me cuenta historias mil. Historias como aquéllas actuaciones suyas en el
proyecto “Teatro en la calle” y me declama eso de…
“Me niego a creer que no haya un lugar donde el alma no
tenga que morir para descansar… …huyo de los hombres que me ponen entre la
espada de los prejuicios y la pared de las convenciones y los tabúes…”
No quiero ser yo de ésos, no quiero espadas ni
paredes (aunque éstas últimas me resulten tan útiles a la hora de moverme como
referencia), claro que no. Quiero mirar con los ojos del corazón y la
confianza, quiero creer en las segundas oportunidades, cómo no he de hacerlo,
si tanto las reclamo para mí.
Hoy ya los pies me han dolido menos aunque las agujetas
sigan sin desaparecer. Dos horas de entrenamiento. Me digo que si así acabo
tras ellas, ¿cómo acabaré con el doble de tiempo y sin espaciar las jornadas
como ahora hago. Bueno, al menos, el Camino lo haré por las mañanas, sin tanta
solana, y espero ir algo más despacio, disfrutando del entorno, cruzándome con gentes
que me digan, y a las que yo les diga: “buen Camino, peregrino.”
Y Paco y Diego seguirán tejiendo esperanza en personas como
Paco, ayudándoles y ayudándome a hacer realidad la magia de la superación, la
Solidaridad y la entrega sin medida para que quienes tanto necesitamos ser
apoyados, hagamos realidad el sueño de que es posible el futuro.
Cómo no les voy a estar agradecido, cómo no les voy a
ponderar, cómo no voy a animar a que quienes tengan la posibilidad, por ser
trabajadores de BBVA, no duden en inscribirse en la ODV. Hay lugar para todos.
Y mañana otra vez con ellos, también a caminar, pero sobre
todo a comprobar esa accesibilidad de la que tanto presume el recientemente
inaugurado Museo Arqueológico Nacional. Cómo me lo iba a perder, yo que tanto
fantaseé con descubrir tesoros escondidos. ¿Qué mejor ocasión para ir con
ellos?
Dicen que el Camino de Santiago es como la vida. Entonces,
si así fuera… ¿es que acaso la vida te da la ocasión de prepararte antes de
afrontarla?
Buenas noches.
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