Celebrando la fiesta del libro en San Javier y Torre Pacheco:
curiosidad infantil, encuentros y proyectos
Volver a Murcia, para mí, se ha convertido ya, por la vía de
los hechos, en auténtica garantía de felicidad. No puede ser de otra forma: el
cariño con que soy acogido y la explosión de la literatura, en palabras que no
son otra cosa que fuegos artificiales que perviven y ascienden al país de la magia,
lo hacen real.
Soy recibido cual honorable preboste por los artífices de
ello, simpares adalides del compromiso y la entrega: Rosa Sánchez, Emilio tomás
garcía, Nuria del Monte, Diego Cruz, Ada Labajos, Rafa Mellado y Paco Rabadán.
Auténticos paladines de la amistad y el buen hacer.
Los chavales de 5º y 6º de primaria del colegio Nuestra
Señora del Rosario acuden a la biblioteca municipal con espectación. “¿Qué nos
contará ese señor tan calvo?” _deben de preguntarse_. Me acompaña Paco Rabadán,
que dinamizará el acto. Me presentan, como si de maestros del periodismo de pro
se tratase, los alumnos del curso de periodismo que organiza Emilio a través de
Prensa Comunicación. Proyectamos, a modo introductorio, el vídeo Los colores de
las flores e introducimos cuestiones acerca de los beneficios de “esa
barandilla en la que apoyarse para contemplar el mundo” que es la lectura y
explico en qué consisten esos puntitos de luz que constituyen el sistema
braille. Por fin, toca jugar y practicar. Les entregamos un alfabeto y unas
hojas con unas frases, inicios de 15 cuentos clásicos que han poblado, y
continúan poblando, la verdadera patria del ser humano: la infancia. La mañana
transcurre rápida y entrañable.
Toca avituallarse y descansar un ratito antes de asistir al
primer acto, por mi parte, de la gran fiesta del libro que ha organizado el Centro
Comercial Eroski Dos Mares.
Este primer acto no es otro que una nueva puesta de largo,
con lentejuelas y sensuales sedas de la poesía en mayúsculas: “Elementos en
espiral”. Rosa lo borda, como siempre. Una pareja de actores son el complemento
perfecto del amor en los cuatro elementos vitales: tierra-cuerpo, aire-pensamiento,
agua-fluidos y fuego-pasión. Cenamos jugando a las edades y la imaginación. Cómo
no poner mi granito de arena, siendo aire y leyendo en braille aquello de…
“Que se me seque la boca
si me olvido de ti.
Si a cada paso que diera
no me acechara el recuerdo
de mil miradas furtivas
y tantas cositas tuyas
que consiguieron sacarme
del más oscuro abismo.
Grande como el viento
que golpea las ventanas.
Poderoso huracán
que sacude los cimientos
de mi deshabitada existencia.
Que se me seque la boca
si cada día no dedico
con cada latido del alma
honrar, a cada paso,
tu amoroso recuerdo.”
Corresponde aludir al segundo acto de la fiesta: una nueva
presentación de Huellas de luz”. Alaine, la esperanza, el humor, la ilusión y
los sueños están presentes. Otra vez, Teodoro y Dori, los actores de la
víspera, nos deleitan y hacen grandes algunos de mis pequeños textos.
Una comida majestuosa y el posterior té Enamorado en un pub
que promete futuros encuentros literarios de goces “parnasianos” darán paso al
fin de fiesta.
Entrega de premios del primer concurso de microrrelatos a
alumn@de primaria y presentación de “Los caprichos de Dios”, soberbia
recreación de la Alcantarilla del siglo XVIII a cargo de el bueno de Paco
Rabadán. El teatro también tendrá su presencia en él, haciendo que el cardenal
Belluga y uno de los monjes protagonistas aparezcan desde las sombras del
pasado.
La cena dará pie a la risa, los chascarrillos viajeros de
cegatos y cegatones y la olla de mi imaginación, no sé si calenturienta o no, se
pone en ebullición pergeñando disparatadas intrigas.
Aún habrá quedado tiempo para más, para que Elena recorra
esos lugares que yo descubrí en enero y constate que lo que entonces escribí
era verdad radiante de molinero de pro y huertano singular. Fiestas también
entonces, fiesta de la puesta en marcha del Molino del Pasico, con sus velas
desplegadas y el canto de don Antonio Pagán; y fiesta del Museo de la Huerta,
con música y atuendos propios del lugar.
Cuesta tanto despedirse… cuesta tanto marchar hacia adelante…
Subimos al tren con tiempo para enjugar la lagrimilla traviesa y el mohín
torcido, enderezándolo con una caricia en la mejilla y atrevidos abrazos de
lujo.
Mientras el tren avanza dirección Madrid por las llanuras
manchegas, mis ojos se pueblan de imágenes hechas con el obturador abierto al
máximo, capturándolas y almacenándolas en la tarjeta digital de mi memoria.
“Me da mucha pena que usted no vea, pero sonríe tan bien que
me ha emocionado” (una niñita viene a darme dos besos en Torrepacheco).
La camarera de Casa Pedro en cuanto me ve entrar, me dice: “otra
vez le tenemos por aquí, cariño.” “No se acordará de mí.” “Te sentaste en
aquella mesa.” (Qué pasada).
Una tortilla de patata riquísima, queso del bueno, jamoncito
y lomo del mejor. (suntuosa cena junto al mar).
El ciego de aquel tal Lázaro de Tormes habla por mi boca
apelando a la merced de los presentes dando categoría a un nuevo ciudadano de
Tormes: Emilio, el señor de las letras.
Los tres ganadores del concurso de microrrelatos, los tres
del colegio Virgen de Loreto de San Javier leen sus trabajos. Al del tercer
premio le entrego su diploma y lote de libros y material escolar. Le animo a
que no deje de soñar y escribir. La ganadora nos estremece narrando, a sus 10
años, cómo ella desde el vientre materno, salvó a su progenitora un funesto 11
de marzo
Alguna guapa murciana roza con su falda de huertana mis
piernas (¿quién será? ¿Cómo será?)
Me ponen un gusano de seda en la mano. Me ponen el capullo y
la hebra de seda. (¿en qué prenda acabará integrándose? ¿Qué piel envolverá?)
En una pulsera hay grabada una serie de números. ¿Será algún
código secreto? Son los que indican las posiciones de las lentes en la cámara
de fotos de un grande de la fotografía, Rafa J. Mellado.
Paco expresa, como nadie la definición de la solidaridad: “no
hay nadie, por pobre que sea, que no pueda hacer algo por ayudar a los demás.”
Yo no sé si soy pobre o no, pero lo que sí sé es que volvía enriquecido con el
tesoro de las emociones, la complicidad y proyectos que comienzan con una bola
de nieve lanzada al espacio del teclado de este ordenador y que, ojalá acaben
siendo no un muñeco que termine por derretirse, si no todo un brillante cuadro de figuras con nombre de
afecto, sonrisa y confidencias.
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