¿Puede matar un libro? ¿De aburrimiento? ¿De pasión? ¿De
pena?
El pobre Dani exala su último suspiro. ¡No puede más! Menudo
rollo de libro. Se lo recomendaron vivamente pero a él le ha resultado
insufrible. No da más de sí. O acaba con él o el libro se adelantará sin más
remedio. Le importa un cuerno que esté muy bien escrito o que sea una obra
maestra. Dani se aburre. Pasar de línea es una labor ímproba que a lo único que
le lleva es al sopor. Y es que mira que lo tiene claro, si le sacan de los cómics
y las novelas de piratas, lo demás le mata de aburrimiento.
-Dani, ¿te ha gustado el libro que te recomendé?
“¿Qué le digo? Si le miento, se me notará y corro el riesgo de
que vuelva a endilgarme otro ladrillo. Si le confieso la verdad, igual se lo
toma a mal y eso no me lo puedo permitir. ¡Es mi jefa! Qué lío. Mejor me haré
el muerto. Diré que me ha salido una alergia repentina y que perdí el sentido.”
Rosalinda se siente morir. ¡El héroe de la historia es tan
guapo! ¡Y tan valiente! No quiere que el libro acabe nunca. Le gustaría hacer
magia y que las páginas, al tiempo que van pasando, fueran reproduciéndose en
un círculo infinito. ¿Un libro sin fin? ¿Tan solo ese libro? ¿Y las millones de
obras que le restarían por leer?
NO, a ella no le importa nada de eso. Únicamente quiere que
el Caballero de la Tinta Cursiva, de la estirpe de los Negritas, siga por
siempre junto a sus ojos.
-Oooh, no. Ya terminó. El héroe partió. Me muero. El corazón
me estalla en el pecho.
El tintero se derrama, la tinta lo emborrona todo. Emborrona
el pecho de la linda rosalinda.
Paquita se muere de pena. ¡Es tan triste el romance
imposible de la rana y la hortiga! Se siente morir de pena. ¿Morir por un libro
que narra un romance imposible?
Pero si sólo son fabulaciones de loco escritor. Nada tienen
que ver con la hermosa y real realidad.
Paquita expira sabiéndose rana. ¿Y la hortiga? ¿Quién será
la hortiga?
El libro se disuelve como si fuera un agrio terrón que se diluyera
entre los trazos del lápiz de carbón.
¿Puede matar un libro? ¿Veneno? ¿Arma? ¿Cuchilla?
Los monjes del monasterio andan revueltos. Otro de los hermanos
copistas ha aparecido muerto junto al Códice Daemoniorum. ¿Qué pueden hacer?
Quemarlo no les está permitido. Es resistente al fuego, más aún, dicen que
surgió de él.
¿Resignarse a quedarse sin copistas? ¿Encerrarlo bajo siete
llaves y aprenderlo de memoria para que nadie olvide su poder maléfico?
Sí, eso harán. Quién sabe, tal vez, pasados los siglos,
alguien encuentre el antídoto.
La ciudad de Vulgaris está siendo asediada por las tropas
invasoras. Arrojan sin parar, desde extrañas catapultas con forma de atril,
gruesos libros que caen sobre sus defensas hechas de grosera tosquedad. ¡Con lo
a gusto que siempre se han sentido los vulgarensianos y ahora vienen a
conquistarles. ¡Allá se vayan con sus proyectiles librescos y sus dardos
literarios!
-Ya sé cómo podemos matar al rey.
-¿Matar al rey? Pero si es inmortal y se encuentra protegido
noche y día.
-Le enviaremos este libro. Sus hojas son cortantes como la
más fina cuchilla. Al pasarlas se cortará y la hemofilia que padece hará el
resto.
-Señoría, ¡es genial! Matar al rey de los
sabios con el libro de la sabiduría.
-Lo haremos así y daremos paso a un tiempo nuevo. El libro
se constituye en ciego verdugo para ejecutar la sentencia.
¿Pueden morir los libros? Mientras haya lectores dispuestos
a morir con su lectura o a través de ella, los libros permanecerán por siempre
jamás vivos.
¿Qué ensoñación delirante es ésta? ¿Libros que matan?
¡Jamás! Los libros nunca han matado. Son fuente, manantial de vida e historias
sin fin. ¿Será acaso que como a cierto Caballero Andante el mucho leer y el
poco dormir robóme el seso?
¡¡FELIZ DÍA DEL LIBRO. FELICES LECTURAS
Y recordad…
“Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo
que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.”
1 comentario:
Espero que los libros no mueran nunca, liquidados por los e-books. Un abrazo.
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