Desde que padezco discapacidad visual, y más aún, ceguera, siempre
he perseguido el anhelo, antes utópico, ahora cada vez más real, de poder, gracias a los avances en
accesibilidad, participar de manera plena y normalizada en las actividades de
la vida cotidiana, social y cultural.
Desde que en 1987 sufriera la pérdida de visión que derivó
en ceguera se han ido dando pasos en ese camino, a veces más despacio de lo que
uno quisiera, pero está claro que hemos avanzado. Hoy día la tecnología lo
permite y si a ello, unimos la voluntad, el éxito es casi seguro..
Pues bien, este pasado domingo, para mí, se convierte en una
efeméride que pasará a mi historia personal. Por primera vez he podido asistir
a la proyección de una película en una sala de cine convencional, en igualdad
de condiciones que las personas que ven, al mismo tiempo y sin necesidad de
esperas o aparatos suplementarios. Simplemente, gracias a una aplicación
instalada, de manera gratuita, en mi teléfono móvil, Audesc Mobile. Esto es muy
emocionante, aunque parezca una tontería o algo obvio, pero el haberlo hecho
así, es una pasada. Es lo que uno siempre busca: participar como uno más. En
este caso, ir al cine, disfrutar, si es bien acompañado mejor, y luego tomarte
algo comentando si te ha gustado o no, lo que has visto.
Estaba claro que por lo dicho y mi carácter, no podía dejar
pasar la oportunidad de experimentar su funcionamiento en cuanto se ha puesto
en marcha.
Así que, a partir del estreno de “Inevitable”, el viernes,
para allá que me fui. La sala era la Verdi en el madrileño barrio de Chamberí.
Te cuento.
Una vez que me decido, busco en Internet la sala donde se
proyecta, el horario y su ubicación.
El domingo por la tarde, allá que me voy con tiempo. Porque
ni idea cómo llegar y uno no sabe si tendrá suerte y se encontrará con gente
maja que te ayude. Para no variar, una de las inexorables leyes de Murphy se
cumplen al salir del Metro, en vez de salir a la acera del cine, lo hago por la
contraria. Se trata de la Cl. Bravo Murillo. En fin, pregunta que pregunta,
llego con tiempo suficiente.
La taquillera ofrece:
-¿Qué fila quiere?
Le respondo, amablemente, que da igual aunque lo que piense…
jejejej. Eso ya…
Comienza la peli y descubro que la sincronización de la
aplicación con la cinta no es acorde, de tal manera que la audiodescripción va
por delante del guión. ¿Qué hacer? Pararla y resincronizarla. Así sí, ya va
bien. Genial.
La voz en off de la chica va describiendo lo que aparece en
pantalla cuando no hay diálogo. Y, menos mal que lo hace, porque si no, me
habría perdido escenas importantes para la comprensión, tanto al principio,
como al final.
Me encanta, lo mismo que la trama, una historia de amor con
la eterna pregunta: ¿es inevitable el Amor? ¿Lo es aun a pesar de la
infidelidad, del tiempo o de la edad?
Hasta el domingo, cierto es que he ido al cine, pero siempre
tenía que quedarme con lo que pudiera escuchar o imaginar. Ahora, la
comprensión es mayor y, no pierde, por eso, su papel la imaginación.
Espero que sigan estrenándose pelis con este sistema. Así
disfrutaré del Séptimo Arte verdaderamente. Felicito a la Fundación Vodafone y
a la ONCE por haberlo hecho posible y me brindo a seguir usando esta opción, lo
mismo que, siempre que me resulte posible, todo cuanto vaya en pro de la mejora
de la accesibilidad y la inclusión normalizada.
Un gran avance. La audiodescripción viene de serie en la
película. No es necesario que la sala tenga que hacer nada y se proyecte donde
se proyecte, podré disfrutar de ella. Genial.
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