Paz y bien. Feliz domingo de ramos y palmas, de fervores y
vacaciones.
Acabo de subir una foto, uno de los cuadros de mi casa.
Espero que no esté demasiado mal encuadrada o enfocada.
Qué extravagante el Albertito, diréis.
Pues sí, me gusta sentir que estoy rodeado de bonitas
imágenes, lo mismo que de libros. Ni veo a aquéllas ni a éstos, pero me gusta
sentir que están a mi lado.
Claro que, haciendo uso de esa proverbial ironía que tanto
sorprende a Su Torres, diré que también me gusta mirarme al espejo y… oh,
sorpresa, no me veo reflejado. ¿Será que soy un fantasma? Uyuyuy, jajajajaja.
Qué historias de cegato chalado. Mientras quien más quien
menos se prepara para vivir la Semana Santa, bien desde el ocio o la
religiosidad, el Albertito se dedica a jugar con las paradojas.
¿Las paradojas? ¿Jugar?
No os creáis, la cosa tiene más sentido de lo que parece.
Sentir la belleza, tenerla cerca, más allá de que ni los
cuadros sean auténticos, son láminas creo que bastante bien logradas, ni los
libros son incunables o códices miniados. Pero unos y otros simbolizan mucho:
recuerdos de cuando veía las fotos en la enciclopedia de Historia del Arte con
la que estudié y obras de queridas personas que han publicado sus libros y me
los han dedicado. Cuadros de paisajes luminosos y lugares que me hacen soñar,
Marinas de Sorolla, meninas, Venecia, París, flores; libros comprados en
librerías, siempre lugares en los que se siente la magia de todo lo que en
ellas se encierra.
¿Y lo del espejo? Sí, sí, me miro al espejo cada día. No,
no, jajaja, no al convencional si no al espejo en forma de persona. Al espejo
de personas que hacen cada día milagros en forma de generosidad y testimonio,
sí, quién os lo iba a decir a vosotr@s que alguien os llamaría espejo. Diréis: “ah,
entonces, en tu casa no habrá espejos, como no ves para mirarte en ellos…” Pues
sí, los hay, claro que sí. ¿Por qué no? Lo mismo que hay cuadros.
¿Extravagancias? ¿Ilusiones de iluso? ¿Paradojas? No, anhelo de normalidad.
Y aunque yo rehuya de los movimientos revolucionarios,
dejadme que comparta una frase paradójica, cargada de intención: “seamos
realistas, pidamos lo imposible”.
Eso pido yo, o más bien, persigo, pedir el imposible de continuar
afrontando retos y siendo realista, al tener la certeza de que haré lo
imposible por vencerlos. Y si no lo logro, siempre podré decir, jejejeje: ¿”cuando
una batalla está perdida, sólo los que se van, pueden combatir en otra”.
Un cálido abrazo de luz primaveral.
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