Sí, ya sé que muchos habría que estarían dispuestos a no tener
vacaciones si ello, les supusiera que tienen trabajo.
Sé también que mis padres, como tantos otros padres, nunca
gozaron de vacaciones hasta que no alcanzaron la jubilación.
Todo eso lo sé, pero a pesar de ello, no puedo por menos que
compartir que hoy, para mí, es un viernes más alegre de lo normal. Y es que ¡tengo
vacaciones la semana próxima! Bueno, luego volveré al trabajo entre el 5 y el
14 de agosto para retomar el “dolze farniente” y descansar en el cálido refugio
de la familia y el pueblo.
La semana que viene, sin embargo, acometeré una nueva
aventura, extraña para muchos, pero es que uno es así de extraño: emprender un
viaje en solitario y eso pese a la ceguera. ¿Por qué no? ¿Por qué no voy a
disfrutar lo mismo que lo hacen tantos otros caminantes solitarios? No negaré que
viajar con mis lazarillos viajeros y demás cómplices no me resulte
gratificante, pero hacerlo en soledad tampoco debe estar nada mal. Bueno, ya lo
contaré.
Pero antes, esta tarde de viernes, quiero compartir lo que
ha supuesto uno de los cursos vitales más intensos de mis 47 años de existencia.
Visto en perspectiva, con ese balance que a mí tanto me gusta hacer, echando la
vista (de ciego) atrás, me parece increíble que así haya sido.
En
septiembre pasado, como cada septiembre, me planteaba una serie de objetivos /
retos. He de decir que, salvo el de hacer el máster en animación a la lectura,
el resto se han visto cumplidos. Así que estoy moderadamente satisfecho.
La tecnología, esa aliada que tanto me ayuda en mi afán de
participar como uno más, me ha exigido este año unas grandes dosis de capacidad
de adaptación. Y es que el aprender a manejar un teléfono inteligente, un nuevo
programa de entorno SAP en el trabajo y meterme de lleno en Facebook no ha sido
nada fácil. Pero, bien lo sabéis ya, a día de hoy las manejo de manera
satisfactoria.
Os he ido contando mis otros logros: mi presencia en
librerías varias y medios de comunicación a cuenta de “Huellas de luz”, mi ascensión
en globo, mis viajes y mis acciones solidarias.
La cultura ha seguido colmando mi insaciable sed de
conocimientos mediante esos clubs de lectura, esos conciertos y musicales de
Jaime Urrutia, Sonrisas y lágrimas o El rey león. Y naturalmente mediante
charlas compartidas y, por supuesto, la buena mesa. No olvido tampoco mi
asistencia a conferencias en la Fundación Juan March, tan ilustrativas.
Superar, con éxito, una intervención quirúrgica y recibir el
bálsamo de los cuidados familiares además de las numerosas muestras de apoyo,
fue también algo que no olvidaré.
Mucha emoción en momentos como aquél en que me postré ante
el apóstol Santiago tras haber llegado como peregrino, la visita a Fitur, siempre
que recibo vuestra admiración y aliento a través de palabras y gestos, cada vez
que llego a la meta, aun sabiendo que no es tal, sino el inicio de nuevos
caminos, cada ocasión que tengo de transmitir mi mensaje mediante el
testimonio, y cómo no, el humor.
Y esos intentos de aprendiz de poeta que parecen haber dado
frutos apetecibles para quienes me leéis sin, dejar, por supuesto, la creación
de cuentos dominicales y el relato de mis andanzas cieguiles.
Es verdad, muchas cosas. Estoy muy cansado porque todo eso
me exige, pese a que ni lo piense en el momento ni pretenda la autocomplacencia
o el victimismo, un notable esfuerzo por no ceder al desaliento y al desánimo.
Además, claro, de procurarme alternativas y asimilar continuamente.
Aprender cómo llegar, saber la manera de esquivar barreras y
obstáculos sin que importen los golpes o los fracasos.
Por supuesto ¿yo solo todo eso? Claro que no, sin vuestro
aliento y partícipe compañía no habría conseguido prácticamente nada de todo lo
que hoy puedo decir que he hecho.
Mientras, hace 4 años, a esta hora más o menos quedaba en
una terraza con un grupo de amigos la víspera en que partiría rumbo a los
Países Bajos y Nuria me regalaba una sandía, mientras aguardo a que Nuria me
diga que está llegando para irnos a tomar un helado rico rico o lo que se
tercie, no puedo por menos que agradecerte el que hayas estado en todo momento
ahí al lado, ayudándome a conseguir tanto.
Mientras, también, con nostalgia, evoco, dos años atrás mi
participación en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, echando de menos
no estar en Río de Janeiro cerca de este nuevo papa, tan cercano y especial.
Asturias, Zaragoza, Sevilla, Granada, Alicante, Valencia,
Soria, Cuenca han sido tantos lugares visitados.
Sorpresas y descubrimientos como Kulixka y Restaurante
Manolo.
El braille en mis dedos, palabras y luz: emprendiendo la
experiencia del teatro leído o aquellos productos en que está presente.
En fin, el día a día:
atreverte a salir a la calle con el bastón, sin saber con qué nueva dificultad
te encontrarás o quién se cruzará en tu ruta.
Yo qué sé.
Que pueda seguir ahí, que pueda avanzar siempre adelante, que
no me abandone este espíritu.
Que el nuevo curso sea tan pleno como el pasado y, lo más
importante: que nadie de vosotr@s me falte. Y, por qué no, que alguien nuevo se
incorpore a esta legión que sois mi estímulo y energía.
Va por vosotr@s. ¡Un apretado y cálido abrazo de luz y
fuerza!
2 comentarios:
¡No paras, no paras!, como diría mi sobrino. :-D (Lo dice de las palomas que no paran de cantar.)
No damos a basto contigo, Alberto. Hoy aquí, mañana allá. Ahora un poema, luego un relato. Eres único. Y sí, sí, que no pierdas ese espíritu de entrega e ilusión porque sé lo que te cuesta mantener el listón tan alto. El listón que has ido colocando a una altura admirable y bastante lejano para muchos que comparársete ya quisieran...
Anímate que luego me tienes que animar a mí, jejeje. Anda que no es verdad...
Con cariño.
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