martes, 23 de julio de 2013

Dando pasos en el camino de la solidaridad



Tú que, tan bien me conoces, sabes que alguno de mis lemas hablan de que “lo verdaderamente hermoso es compartir lo que uno tiene más que dar lo que te sobra” o que “sin ayuda uno no es que no sea nada pero es muy poco”.
Pues bien, a partir de estas premisas en las que creo “ciegamente” (valga la ironía) y de que aspiro a hacer de este mundo un hogar más cálido, siempre he soñado con ejercer la solidaridad. Desde que, de niño, quise ser, antes que arqueólogo, misionero, hasta la actualidad en que a partir de la buena mediación de gentes de BBVA, auténticos amigos, he participado en acciones de plantada de árboles, testimonio con reclusos y donación de los derechos de Huellas de Luz a la Fundación Alaine.
  Pero uno siempre quiere más, siempre cree que puede hacer más. Y por eso lucho con todas mis fuerzas por ser ejemplo de luz y superación, así que siempre que puedo afirmo, sin ningún género de dudas, que “si yo puedo, tú puedes”.
Mis escritos en pro de reivindicar mejoras en la accesibilidad para los discapacitados, mi afán por regalar una sonrisa a quien se cruza conmigo, etc. Son también intentos de caminar por la senda de la solidaridad.
Y por esa misma senda he empezado a dar unos nuevos pasos, desde hace unos meses, con la enorme ilusión de estar a punto de alcanzar otro gran reto que siempre he deseado cumplir: el de, más allá, de todo lo dicho o de aportar una cantidad económica (siempre pequeña para lo que se necesita), ejercer como voluntario con aportación de mi saber (seguramente también pequeño) y capacidad.
Así que, por aquello de los apoyos, Leonor, la presidenta de la ONCE en Madrid, me propuso, junto con Elena y otras dos compañeras discapacitadas visuales, poder embarcarme en un proyecto pionero consistente en hacer voluntariado en Cáritas.
Como la muleta que se muestra al toro bravo, acogí la invitación con la mayor de las ilusiones.
El proceso consistiría en asistir a una primera charla de captación con otros tant@ candidat@s sin discapacidad donde se nos mostraría la estructura y labor de la Institución.
Después, si aún seguíamos interesados, rellenaríamos una ficha y se nos convocaría a una entrevista personalizada para concretar nuestros intereses y preferencias en cuanto a los diversos programas de Cáritas.
Todos estos pasos los hemos dado ya y hoy he vuelto a tener una entrevista en la que se trataba de llevar mi ordenador adaptado y ver cómo me podía manejar en sus aplicaciones. Más o menos he podido hacerlo aunque no sean todo lo accesibles que deberían.
Aún queda por concretarse la tarea en que se me va a englobar. Es la primera vez que en Cáritas va a ser voluntario una persona ciega total (al menos, eso parece)) y se trata de ver qué posibilidades reales tenemos de aportar.
Hemos hablado de acciones de sensibilización, por la experiencia que pueda contar, de acciones formativas en materia cultural o de alfabetización, tareas administrativas (mantenimiento de bases de datos, responder correos, atención telefónica) o de redacción de noticias cara a las redes sociales, etc.
Las vías siguen abiertas y deberemos ir profundizando hasta dar con el lugar adecuado, tanto para los beneficiarios como para mí.
No querría que fuese aquello de “salida de caballo y parada de burro”, sino empezar dando pequeños, pero firmes pasos.
No querría tampoco que mi acción de voluntario acabe suponiéndome exceso de implicación o frustración ante la tarea o los dramas que pueda encontrarme.
Y claro, el lugar al que vaya deberé conocerlo de tal forma que me resulte accesible por estar ubicado cerca del Metro.
  Estoy muy ilusionado con todo esto, aunque también con la responsabilidad de no ofrecer más de lo que pueda realmente comprometer.
Estoy convencido de que puedo compartir algo de mí y ayudar, aunque sólo sea un poco, a que alguien se sienta mejor gracias a mi pobre ayuda.
Seguiré contándote cómo va la cosa Pero hoy creo que se ha avanzado notablemente, habiendo demostrado lo que es mi filosofía: resulta que al tratar de conectar el ordenador a la red inalámbrica, no había forma de conseguirlo. Después de mucho intentarlo, de llamar a unos y a otros, al final se ha conseguido. Esa es la cuestión: no cejar en el empeño, no rendirse hasta no haber agotado todas las posibilidades.
Y, para terminar, una anécdota: a la ida he preferido ir en taxi (por aquello de no llegar tarde a la cita) y al decirle al taxista que iba a un edificio de Cáritas, me ha preguntado si es que iba a pedir algo. Al responderle que estaba en vías de ser voluntario y constatar que soy ciego total, se ha debido de impresionar porque cuando hemos llegado a destino, no ha consentido en que le pagara la carrera.
Ah, y trasteando en las aplicaciones de Cáritas, he podido comprobar que ya aparezco como voluntario con mis datos y todo. Qué emoción.



2 comentarios:

amelche dijo...

Ya nos irás contando. Disfrútalo y, sobre todo, que otros disfruten también de tu ayuda o colaboración.

Rosa Sánchez dijo...

"Como la muleta que se muestra al toro bravo"... uhmmm, dime una cosa: ¿con qué te identificas más? Yo te veo más como el toro que, decidido, se lanza al ruedo sin pensar qué le deparará el destino, con arrojo y bravura... En tu caso, todo bueno, porque se recoge de lo que se siembra.
Eres un figura. Con cariño y compartiendo tu alegría e ilusión por la causa.

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