jueves, 4 de julio de 2013

Esperanza



Ya se ha hecho costumbre en mí: un jueves, un poema. Aquí el de hoy.
Con cariño y gratitud.
Un cálido abrazo de luz.

Verde, dicen que es tu color. Ojos verdes, verde mar.
Lo último que se pierde. Perdido estoy tras tu cuerpo desear.
Esperanza, por tu piel devorar.
 Cobriza tu melena. Rojos labios, rojo coral.
Lo primero que en ti busqué, búsqueda sin igual.

Llama siempre encendida de olorosa leña,
Mensaje misterioso de fiel cigüeña.
Esperanza, suspiro por ser semilla, en tu surco, trigueña.
Brasa que tu piel encienda,
Yesca que en tu pecho se prenda.

Hierba olorosa en mi árido desierto,
Árbol frondoso de mi mísero huerto.
Esperanza, por ti, vivo despierto.
Una flor para tus rizos, procuro;
Una laureada corona para tus sienes, auguro.

Cogido a tu cintura de colibrí,
Anudado a tus promesas siempre viví.
 Esperanza, por ti, el mundo recorrí.
El polvo del olvido, una mortaja sin fin;
Perderte, negro destino de fracasado arlequín.

Te busco, esperanza, entre colores, llamas y flores.
No estás, desesperanza sí, a mi encuentro sales.
  ¿Que desista? ¿Es eso lo que quieres?
Si así fuera, mi muerte llegará sin estertores.

Ven ya, figura, dueña de palabras inquietas,
Sal a mi camino de ignotas veredas.
Esperanza, tu silueta, en mi corazón tatuada.
No quiero a desesperanza, avara y coqueta.

Esperanza necesito como al amor primero, cielo azul;
Ciego loco, siempre aprendiz de cucurucú.
Esperanza, lo único que tengo eres tú.
Mi luz, mi guía, mi plenitud;
Mis manos, mi memoria, mi faro de rectitud.



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