Tú que, tan bien me conoces, sabes que alguno de mis lemas
hablan de que “lo verdaderamente hermoso es compartir lo que uno tiene más que
dar lo que te sobra” o que “sin ayuda uno no es que no sea nada pero es muy
poco”.
Pues bien, a partir de estas premisas en las que creo “ciegamente”
(valga la ironía) y de que aspiro a hacer de este mundo un hogar más cálido,
siempre he soñado con ejercer la solidaridad. Desde que, de niño, quise ser,
antes que arqueólogo, misionero, hasta la actualidad en que a partir de la
buena mediación de gentes de BBVA, auténticos amigos, he participado en
acciones de plantada de árboles, testimonio con reclusos y donación de los
derechos de Huellas de Luz a la Fundación Alaine.
Pero uno siempre quiere más, siempre cree que
puede hacer más. Y por eso lucho con todas mis fuerzas por ser ejemplo de luz y
superación, así que siempre que puedo afirmo, sin ningún género de dudas, que “si
yo puedo, tú puedes”.
Mis escritos en pro de reivindicar mejoras en la
accesibilidad para los discapacitados, mi afán por regalar una sonrisa a quien
se cruza conmigo, etc. Son también intentos de caminar por la senda de la
solidaridad.
Y por esa misma senda he empezado a dar unos nuevos pasos, desde
hace unos meses, con la enorme ilusión de estar a punto de alcanzar otro gran
reto que siempre he deseado cumplir: el de, más allá, de todo lo dicho o de
aportar una cantidad económica (siempre pequeña para lo que se necesita), ejercer
como voluntario con aportación de mi saber (seguramente también pequeño) y
capacidad.
Así que, por aquello de los apoyos, Leonor, la presidenta de
la ONCE en Madrid, me propuso, junto con Elena y otras dos compañeras
discapacitadas visuales, poder embarcarme en un proyecto pionero consistente en
hacer voluntariado en Cáritas.
Como la muleta que se muestra al toro bravo, acogí la
invitación con la mayor de las ilusiones.
El proceso consistiría en asistir a una primera charla de
captación con otros tant@ candidat@s sin discapacidad donde se nos mostraría la
estructura y labor de la Institución.
Después, si aún seguíamos interesados, rellenaríamos una
ficha y se nos convocaría a una entrevista personalizada para concretar
nuestros intereses y preferencias en cuanto a los diversos programas de
Cáritas.
Todos estos pasos los hemos dado ya y hoy he vuelto a tener
una entrevista en la que se trataba de llevar mi ordenador adaptado y ver cómo
me podía manejar en sus aplicaciones. Más o menos he podido hacerlo aunque no
sean todo lo accesibles que deberían.
Aún queda por concretarse la tarea en que se me va a
englobar. Es la primera vez que en Cáritas va a ser voluntario una persona
ciega total (al menos, eso parece)) y se trata de ver qué posibilidades reales
tenemos de aportar.
Hemos hablado de acciones de sensibilización, por la
experiencia que pueda contar, de acciones formativas en materia cultural o de
alfabetización, tareas administrativas (mantenimiento de bases de datos,
responder correos, atención telefónica) o de redacción de noticias cara a las
redes sociales, etc.
Las vías siguen abiertas y deberemos ir profundizando hasta
dar con el lugar adecuado, tanto para los beneficiarios como para mí.
No querría que fuese aquello de “salida de caballo y parada
de burro”, sino empezar dando pequeños, pero firmes pasos.
No querría tampoco que mi acción de voluntario acabe
suponiéndome exceso de implicación o frustración ante la tarea o los dramas que
pueda encontrarme.
Y claro, el lugar al que vaya deberé conocerlo de tal forma
que me resulte accesible por estar ubicado cerca del Metro.
Estoy muy ilusionado con todo esto, aunque
también con la responsabilidad de no ofrecer más de lo que pueda realmente
comprometer.
Estoy convencido de que puedo compartir algo de mí y ayudar,
aunque sólo sea un poco, a que alguien se sienta mejor gracias a mi pobre
ayuda.
Seguiré contándote cómo va la cosa Pero hoy creo que se ha
avanzado notablemente, habiendo demostrado lo que es mi filosofía: resulta que
al tratar de conectar el ordenador a la red inalámbrica, no había forma de
conseguirlo. Después de mucho intentarlo, de llamar a unos y a otros, al final
se ha conseguido. Esa es la cuestión: no cejar en el empeño, no rendirse hasta
no haber agotado todas las posibilidades.
Y, para terminar, una anécdota: a la ida he preferido ir en
taxi (por aquello de no llegar tarde a la cita) y al decirle al taxista que iba
a un edificio de Cáritas, me ha preguntado si es que iba a pedir algo. Al
responderle que estaba en vías de ser voluntario y constatar que soy ciego
total, se ha debido de impresionar porque cuando hemos llegado a destino, no ha
consentido en que le pagara la carrera.
Ah, y trasteando en las aplicaciones de Cáritas, he podido comprobar
que ya aparezco como voluntario con mis datos y todo. Qué emoción.
2 comentarios:
Ya nos irás contando. Disfrútalo y, sobre todo, que otros disfruten también de tu ayuda o colaboración.
"Como la muleta que se muestra al toro bravo"... uhmmm, dime una cosa: ¿con qué te identificas más? Yo te veo más como el toro que, decidido, se lanza al ruedo sin pensar qué le deparará el destino, con arrojo y bravura... En tu caso, todo bueno, porque se recoge de lo que se siembra.
Eres un figura. Con cariño y compartiendo tu alegría e ilusión por la causa.
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