Buena noche. Conforme adelantaba, aquí va ese nuevo diálogo satírico entre la oruga ciega y el ciempiés paralítico. Que no te pase nada, jejejej.
Un brindis por el humor.
De hipócritas y mentirosos
-Señora Oruga... uf, parece que hemos salido bien librados de la cosecha. Ufff, nos salvamos por los pelos.
-Por los pelos, porque como nos hubiéramos tenido que librar por sus patas...
-Oiga oiga, siempre faltando. Pues anda que si lo hubiéramos tenido que hacer por sus ojos..
-¡Vaya asco! Cómo lo han dejado todo los guarros de los humanos tras la cosecha.
-Usted siempre protestando. Y luego era yo el que se quejaba de todo... sí que estamos bien. ¿Ya ha saludado a nuestra nueva vecina, la mosca?
-Claro. Con el ruido que mete y lo que habla, qué horror.
-La pobre, se ha quedado sola... ayudémosla. Pero, vaya cuénteme algo más.
-¡Humanos! Pues no andan ahora cual gallinas histéricas graznando y berreando... hasta aquí llegan sus cotorreos y sus lagrimeos. Qué cobardes! ¡Y qué insensatos!
-Modérese, señora Oruga. Póngase tranquila y cuénteme algún chascarrillo.
-De hipócritas y mentirosos...
-Válgame san Patas...
-En su boca, la sonrisa; en la mano, el puñal. Cariño por delante, cabrona por detrás. Qué falsos son. Pues no decían que era una oruga pobrecilla pensando que les escuchaba y cuando se dieron cuenta de que, por bichillo yo ser, quisieron aplastarme. Menos mal que mi oído de cieguilla me salvó. Y luego, entre ellos... “Fulana, qué guapa te has puesto...” “Qué gorda se ha puesto la Fulana...” “Zutano vente con nosotros...” “Menos mal que no vino al final, el gilipollas ése del Zutano...” Lenguas de doble filo.
-Pues sí que es de pena tales maneras. Menos mal que usted no es de semejante proceder. Me pone de vuelta y media, pero luego bien que me deja que apoye mi paralítico cuerpo en sus curvas. Agradecido.
-No me agradezca tanto y sea más ordenado. Que ayer casi me estropicio por su culpa, porque descolocó el palito que sostiene nuestro hogar. Y me di el tropezón...
-Ah, sí. Es que... de todas formas... tropecín es a tropezón, como piticlín a piticlón...
-A que lo tiro por el balcón de nuestra casa... ¡So memo!
-Nooo noo no no y no. Que si me tira, luego no me puedo levantar. Ande, acérqueme una uva,
-Qué uva ni qué carajo muerto. Tenga mejor una peladilla... Una peladilla pa que se la pele.
-Cómo es. Ande, deme un abrazo.
-¡Patoso! Ciempiés y no le sirve ni uno... anda, abráceme como pueda... como pueda pero sin pasarse de curva... a ver si, en vez de peladilla lo que le doy es un galletón.
miércoles, 8 de octubre de 2014
De hipócritas y mentirosos
Publicado por Alberto en 9:41 p. m.
Etiquetas: Diálogos satíricos
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1 comentario:
Por lo visto, el reino animal tampoco está libre de hipócritas y mentirosos, jejeje. Ya sabes que se dijo: "mal de muchos, consuelo de tontos", pero cuando se trata de consolar, ya sabes, te consuela todo. Ingeniosa sátira. Un reflejo de la sociedad en la que vivimos tan descalificadora, irreflexiva y mordaz algunas veces.
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