domingo, 5 de octubre de 2014

El valor de una palabra



El valor de una palabra

Paz y bien. Feliz domingo.
Hace un mes compartía contigo una de mis reflexiones del Camino de Santiago: ¿se debe mendigar la compañía?
Transcurrido ese tiempo, después de días intensos de encrucijadas, proyectos, retos e ilusiones, comparto hoy otra: el valor de una palabra.
Se habla mucho del valor de la palabra, tanto que puede que se llegue a banalizar el tema. Si cierto es todo lo que pueda teorizarse sobre la palabra y su valía, la palabra dada, la palabra… debe tenerse cuidado en que de tanto ponderarla, la dejemos sin contenido y de valiosa se torne en vacua o trivial. Mera palabrería teórica, oropel que nada es, hojarasca hueca y sin nada más.
Y, por eso, yo hoy quiero poner el acento en el artículo una, en vez de en el la, una palabra.
Hay tantas palabras, tantas se dicen, bonitas, imágenes retóricas, dardos arrojados, cantos al sol. Entonces… ¿tan solo una palabra?
Por qué no. Una sola palabra que sea bálsamo de soledades, cegueras y angustias. Una sola palabra que ella sola llene los agujeros negros del silencio negro.
Una, sí, indeterminada, pero una. Esa una que, por sí sola, llena el vacío.
Parece poco en medio de las miles que existen en nuestro diccionario y en nuestro pensamiento. Pero esa una es tanto… y tan mágica…
“Ven”. Ven, no te quedes solo. Ven con nosotros.
“Gracias”. Estuviste ahí cuando nadie había.
“Sigue”. Sí, no te rindas, eres muy importante para muchos aunque tú no lo creas.
“Hermano”. Estoy a tu lado, no te juzgo ni critico, te comprendo, somos uno.
“Complicidad” / “Cómplices”. Estamos lejos físicamente, pero somos cómplices de tantísimo. Manos unidas que se sostienen, haciendo que nuestras almas no caigan al abismo.
“Perdóname”… No sé ser sol que disipe las sombras de tus días.
Una palabra indeterminada, qué importa cuál sea si es auténtica y bendición en medio del ruido que, no es otra cosa que opresivo silencio.
Buda dijo que “las dulces palabras son como flores hermosas, con color, pero sin aroma, para el que no obra de acuerdo con ellas.”
Y Confucio dijo aún algo más: “es posible conseguir algo luego de tres horas de pelea, pero es seguro que se podrá conseguir con apenas tres palabras impregnadas de afecto.”
Pues eso… que seamos capaces de conseguir mucho con una sola palabra impregnada de afecto, aunque pueda parecer que ni es dulce, ni tiene color. Puede que carezca de ellos, pero tendrá lo más importante: el Afecto con mayúsculas.
Un abrazo en valores.


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