Paz y bien, feliz domingo especial, Día del Pilar. Pilar,
Pili, Pilita…Que vuestro día sea dichoso.
Día del Pilar. Mis pilares, la conciencia, los valores, la
amistad y la entrega. Pilares que hacen sólida mi existencia. Pilares que hacen
posible resistir al desaliento, la soledad, las decepciones y los fracasos.
Pilares fuertes, pétreos, pilares flexibles pero incólumes e inamovibles que
mantienen sólido el edificio de mi día a día.
Día grande de España. Ayer tarde me emocioné al pasear por Recoletos
y escuchar música de marchas militares. Hoy mucha gente estará en esa misma
acera por la que yo paseaba sin ver, hoy yo estoy en casa solo. Me emocionaba
sentir lo que simboliza esa música: mis padres…, tradición, lealtad, disciplina y tiempos en
los que yo veía esos desfiles de fiesta, en los que yo veía.
Hoy, también, esa Zaragoza que
forjó buena parte de mi existencia está de fiesta grande y yo estoy aquí, en
este Madrid. Es verdad, resulta agobiante tanta gente, pero impresiona la jota,
con sus castañuelas y vandurrias, con sus coplas, las flores, la devoción a la
Virgen y la hermosura de las personas que participan en la ofrenda. No puedo
evitar acordarme con nostalgia de mis sobrinas que ahora se están preparando
para ir también ellas a la ofrenda, Susana con sus 17 años e Isabel con sus 13.
Qué guapas, qué grandes. Son distintas, pero a las dos las quiero igual, no las
veo pero las siento en mi corazón.
Sí, feliz domingo de octubre, de fiesta.
Felicito también a ese pueblo alicantino
tan simbólico para mí, que tantos buenos momentos me ha regalado, Pilar de la
Horadada, el Pilar. Que sus buenas gentes lo celebren en armonía y concordia.
Zaragoza la Noble y Galana, Pilar
de la Horadada, la Luminosa y Acogedora.
Felicidades, Pilares, Pilis… Zaragoza, Pilar de la Horadada.
Os tengo en el corazón.
¿Y yo? Yo escribiré y soñaré, tomaré el vermut como si
estuvieras conmigo tomándonoslo y recordaré que hubo un tiempo y que habrá otro
tiempo para construir un palacio de magia e ilusión en las nubes de la
felicidad.
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