Siguiendo en la línea de compartir aspectos que a las
personas ciegas nos afectan, quiero hoy comentar lo que suponen esas márcas que
cada vez más proliferan en los suelos de calles y edificios de nuestras
ciudades.
El suelo para una persona ciega constituye una valiosa
fuente de información a la hora de nuestra movilidad de forma autónoma. Tanto
porque el tacto en los pies también se desarrolla al pisar como porque con el
bastón lo rastreamos deslizando la punta del bastón blanco en un ejercicio de
muñeca digno de los mejores malabaristas, jejeje.
Por eso resulta de mucha utilidad que se pongan vías de
referencia táctiles en el suelo pero, claro… de tal forma que no sean tantas
que resulten inútiles o que sean ocupadas por obstáculos que hemos de sortear,
perdiendo con ello su pista.
Una alfombra, un encaminamiento, unas rugosidades, baldosas
diferentes… son algunas de ellas.
Seguramente para quienes veis pasan desapercibidas en cuanto
a su función y tal vez, por eso, se olvide su importancia.
Hasta hace unos años, cuando yo iba por el andén del Metro me
pegaba a la pared, tropezando con bancos y dándome algún cogotazo en la bóveda
del techo. Todo fuera por no irme a la vía. En un momento dado, se puso una
franja de textura diferente que marcaba la línea roja del borde. Tanteándola
con la punta del bastón tenía esa referencia que me ha permitido desde entonces
caminar por el centro del andén, sin golpes ni topetazos.
Se están poniendo en los rebajes de bordillos que permiten
cruzar pasos de cebra, unos botones en relieve que son también muy útiles para
saber que por ahí es por donde has de cruzar y que no es la entrada a un
garaje..
Una alfombra que te lleva desde la puerta al hall de entrada
o, incluso, al ascensor, está también muy bien.
Y, cómo no, un pasillo / encaminamiento de textura distinta
al resto del pavimento, puede conducirte, sin dudarlo, a la boca del Metro,
ardua de localizar de otra manera sin verla, claro.
Ahora bien, todo esto es genial pero… ¿y cuándo se diseña
una especie de malla con nudos y trazos en relieve? ¿Y cuándo esos encaminamientos
están ocupados con terrazas? ¿O si pretenden que con mi suela del zapato o la
punta de mi bastón distinga entre botones, rayas en relieve u otros símbolos
que indican referencias distintas según los casos? ¿Es que se creen que tengo
una cámara fotográfica en los pies o en el bastón?
Lo que no puede ser es trasladar directamente referencias
visuales al relieve. Lo mismo que el tacto de las manos es limitado y comprende
trazos sencillos, el de los pies no es capaz de diferenciar entre un botón
circular, un cuadrado en relieve o unas rayas longitudinales.
Me molesta mucho esas adaptaciones que se ponen creyendo que
es la panacea por estar en relieve y, sin embargo, no dejan de ser meramente
vanos esfuerzos que quedan en lo estético anulando su función práctica.
En la plaza de la Puerta del Sol o en la Estación de atocha
han puesto esas redes con nudos y líneas en relieve que a mí no me sirven de
nada, pues no soy capaz de saber, cuando se juntan en un nudo, si sigo en la
dirección por la que venía o me he torcido.
Y para qué contar las marcas en las aceras, todo un catálogo
de relieves. Para indicar el paso de cebra, un tipo, para marcar la parada del
autobús y la boca del Metro, otra y yo qué sé. Un lío de muchas narices.
Acabaré diciendo que hace unos años, cuando inauguraban la
remodelación de la Puerta del Sol, fui llamado para hacer de conejillo de Indias
y aparecer en Tele Madrid supuestamente para ponderar el gran logro del
inefable concejal de turno que nos estaba facilitando tanto la vida a los
cieguitos. Pero… oh, sorpresa, el torpe del Albertito no fue capaz de
orientarse entre tanta línea y tanto nudo en relieve. Claro que me tuve que
escuchar del genial representante municipal que si no me sabía mover o que si
no había practicado con bastón. ¿Qué tendría que haberle dicho? ¿Qué queréis
que os diga? Me dieron ganas de darle con ese bastón que, según él, yo no
conocía. Pillé un rebote tremendo. Como si él se hubiera puesto alguna vez en
el lugar de una persona ciega total a la que mandan que se oriente en medio de
una plaza enorme. Y aún más decía: que la obra había sido validada por los técnicos
de la ONCE. Muy bien, me parece muy bien que los técnicos de la ONCE (videntes
ellos, al fin y al cabo) lo dieran por bueno, pero a mí, ni me sirvió entonces (perdiéndome
la oportunidad de recibir la medalla al ciego listo de la tele con azafata
guapa y todo) ni me sirve ahora por mucha malla y mucha red en relieve que
hayan puesto. Algo puramente estético que hace que la gente diga: “ah, estos
relieves del suelo son para ustedes” ¿Qué coño van a ser para nosotros, si no
nos sirven de nada.
En fin, lo de siempre: de teorías y teóricos está el mundo
lleno.
Vivir para ver.
2 comentarios:
¡así se habla, sí señor!
Bien dicho, Alberto. Yo siempre digo que se tendrían que poner una venda en los ojos antes de diseñar cualquier cosa de estas, porque la verdad es que no tienen ni puñetera idea de lo que es tener que moverse aciegas entre obstáculos. Y mira que hay... Ahí, en Madrid, no se si pasará igual que aquí. A mí me da mucha rabia con esos hierros que ponen clavados en el suelo cerca de las aceras, (creo que para que no aparquen los coches) que siempre me golpeo las piernas con ellos. A ellos les haría yo andar con un bastón blanco y con los ojos tapados, entonces sabrían lo que es bueno.
Bueno, Alberto, acabo de recibir tu libro "Huellas de luz", así que me voy a poner manos a la obra a ver si lo leo pronto.
Ya te contaré.
Un abrazo.
Piedad, claro que hay por aquí esos hierros de los que hablas, con nombre de bolardos. Tantos que hasta un relato les dediqué.
Bueno, me alegro de que por fin tengas el libro. Espero tu crítica sincera, tanto para bien como para mal, jejejeje.
Que disfrutes y gracias.
Beso.
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