Madrid, 5 de enero de 2015
Queridos Reyes Magos:
No, no soy un niño descuidado que todo lo deja para última
hora como tampoco soy un zapato en el que podríais dejar algún regalo. Soy el
Albertito que os escribe mientras vosotros faenáis de calle en calle dejándoos
agasajar por niños y niñas por doquier.
El Albertito y sus chanzas. A quién se le ocurre escribiros
precisamente ahora cuando más liados estáis. En fin. Él es así, qué se le va a
hacer. Escribe y escribe, y nunca se cansa. Le dicen que sea más breve, pero a
él no le da la gana cambiar, así que ale, epístola letanúrgica va…
¿Sabéis? En Navidad tuve ya vuestros regalos. Un pantalón y
una camisa para vestir y cumplir con aquello de que “aunque la mona se vista de
seda, mona se queda”. Diría yo, el mono, “aunque el mono se vista de tergal, se
queda igual”, jejejejej.
Y le regalaron asistir a la Misa del Gallo en la Basílica
del Pilar, algo que le pareció majestuoso con la sonoridad del órgano y las
voces de los infanticos. Y tuvo algunos amistosos encuentros que, no por breves,
fueron más gratos.
Y ahora, en esta tarde de enero, aquella misma tarde que
cantara Miguel Hernández, sabe que no recibirá otra cosa que no sea otro cómplice
reencuentro y que endulzará su paladar con el rico sabor del roscón.
Y que mientras
aguarda a ese reencuentro siempre deseable, prometedor de aventuras y retos,
recordará que en su pueblo, hace muchos años, él y su hermano, ponían cebada y guirlache
junto a los zapatos a la espera de que al levantarse encontrarían algún
sencillo juguete, nada que ver con la sofisticación de hoy día.
Y pensará en qué pediría si le fuera concedida la gracia de
pedir algo.
Pediría, claro, lo de otros años: ser lamparita en la noche
de quien esté triste, confite para hacer reír, alfombra voladora para guiar al
palacio de la fantasía, ser faro en la oscuridad de los perdidos sin rumbo…
Pero qué va a pedir el Albertito si a él le gusta más dar
que recibir, compartir lo que tiene antes que dar lo que le sobra.
Tal vez pida que hasta sus oídos lleguen sonidos templados
en el calor del sentimiento, olores extraídos de las flores más sencillas,
gustosos sabores de castos besos y ricas viandas, texturas pletóricas de mensajes.
Un libro, una canción, una comida casera, un abrazo
profundo, sin miedos ni porqués.
Ah, sí; queridos Reyes Magos. Ya me despido, ya.
Pido sí. Pido por mi familia que me guía y sostiene, por los
que me quieren sin serlo y por los que me querrán. Para que no se extravíen en
el camino de la vida.
Y pido otra cosa más, la última ya. Sé que no me es dado
poseer la varita mágica porque esa la tenéis vosotros, pero sí os ruego que me
dejéis un poquito de saber: saber escuchar y comprender, saber retirarme y
dejar que sean otros quienes también sean lámpara.
Queridos Reyes Magos, buen viaje de regreso al país de la
infancia y la magia. Buen camino. Lo sé, sé que leeréis esta carta y que os
hará sonreír. Y por eso y por tantísimo más, os doy mis más sinceras y sentidas
gracias.
Un abrazo dorado como el trigo de mi Soria natal, perfumado
como el misterio y borracho de almíbares evocadores.
Albertito
P.D.: ¿Sabéis? Mientras aguardaba el encuentro rosconero recibí
un regalo, jajaj. Yo que nada esperaba. ¿Qué era? Jejjeje. La respuesta… se
puede encontrar entre la espuma del mar.
VALE
1 comentario:
Hola, Albertito, jejeje.
Los Reyes Magos, después de leer tu carta, me han enviado con parte de tus peticiones con los mejores deseos y para que te de un abrazo. Y que sepas que mi amistad será siempre tuya.
Salud y suerte para el resto de tu vida.
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