Con mi sincera gratitud a tod@s los que habéis estado
acompañándome en estos días de operación y convalecencia, y seguís estando, hoy
que ya voy mejor, quiero compartir aquí cómo ha ido todo. Y eso sí, hacerlo con
ese cierto tono humorístico que no debemos perder.
Allá por el mes de octubre se me diagnosticó una hernia
inguinal. Algo que yo ya intuía por cómo cierto bulto aparecía al levantarme de
la cama y desaparecía al acostarme (no parecía que tal rocambolesco hecho pudiera
ser atribuido a la magia).Me dije, buena señal: debo trabajar tanto que me he
herniado, jejejej.
El caso es que me dirigí al cirujano recomendado por el
urólogo.
El diagnóstico era evidente (sería para él que yo de
evidente tengo poco, sí de invidente): una hernia enorme.
Como nos metíamos en época navideña y puente de diciembre
con eventos del libro a la vista y viajes, le propuse aplazar la intervención a
mejores momentos.
Le pareció bien, siempre que tuviese cuidado de que a la
maladada hernia no le diera por estrangularse. Vaya, ella solita se iba a
estrangular, sí que sería tonta de hacerlo así. Ah, y que no hiciese esfuerzos
o cargase demasiado peso. ¿Peso yo? Como no fuera el que supone pasear mi
barriga…
Bueno, llegó febrero con el preoperatorio. Las pruebas
dieron resultado normal y fijamos la intervención para el 2 de abril, que en
marzo tampoco me venía bien por cuestiones de trabajo y otro viajecito a la vista.
Qué hombre y va y luego dice que es un “homo viajerus frustrattus”.
El martes 2 fue el gran día. Diréis que cualquiera dirá, que
una operación de hernia no es nada, que ni que me fuera a operar de gravísimo y
pertinaz tumor tumoroso.
El mismo día del ingreso sería el de la operación lo cual ya
va bien. Creo que de haber pasado la noche de antes hospitalizado habría sido
peor psicológicamente y encima a las enfermeras ni catarlas, jejeje.
Así que de tirón: hacer el papeleo, tomar posesión de la
habitación, quitarme ciertos pelillos el celador y para el quirófano que me
llevan en silla de ruedas y todo, cual marqués.
La anestesia fue epidural, cual mamá parturienta. Mira que
si en vez de quitarme una hernia lo que me quitan es un niño… ujum.
Lo único que sentiría _me dijo el anestesista iba a ser el pinchazo
en la mano_ y nada más. Es verdad. No
fue nada. Duelen más los bolardos y demás obstáculos con los que uno tiene
encontronazos de vez en cuando en el día a día.
Y a partir de ese momento, a dejarse urgar panza arriba.
-Doctor, le dije con guasa, tengo confianza ciega en usted,
así que usted verá.
-Qué gracioso eres, hijo.
-Ah, es que si no tenemos humor, qué nos queda. Para algo
que hay que no tiene impuestos…
-No des ideas a Montoro, no vaya a ser que…
Yo estaba bien relajado escuchando a médico y enfermera cómo
iban actuando sobre mi “virginal” tripilla. Como parecía que algo se les
resistía, dije:
-¿Tanta grasa hay como para que no puedan hacerlo bien?
-No, no; es la hernia que se resiste. Pero tranquilo.
-Aprovechen para ahorrarme la operación bikini…
-En ello estamos.
Y nada, en un plisplás empieza la enfermera con la grapadora
clac, clac clac. Conté 16 aunque parece que alguna me perdí ya que luego me
dijeron que eran 20 las que llevo puestas.
Y va la grapanda y me pregunta que cómo sueño, que si lo
hago en color o no. Le respondí, más serio de lo que me habría gustado, sin
soltarle ninguna chanza de las mías, que lo hacía en color pero que últimamente
ya se me va olvidando el color y son más sensaciones lo que sueño que otra cosa.
Jejejej, podría haberle dicho que soñaba como ella, pero me callé. Prudencia,
prudencia…
De ahí a reanimación. Qué agobio no sentir las piernas.
Notar que la sábana se movía pero sin que fuera capaz de hacerlo yo con las
piernas. Claro, uno está acostumbrado a que los ojos no te sirvan de nada, pero
las piernas… uf, qué agobio no notarlas. Duró poco pero me impresionó.
Y de ahí a la habitación y a reponerme poco a poco.
Faltaba la segunda parte: expulsar la anestesia, hacer pipí.
Pero, ¿cómo iba a tener ganas de orinar si llevaba sin beber líquidos desde el
día de antes?
¿Y si no orino? La sonda. ¿La sonda? Horror, no no. Que cierto
órgano ha sido hecho para meter y no para que le metan… En fin. Que lo logré,
oriné con fundamento y todo pasó.
Visitas de toda la familia, como siempre cual legión a mi
lado, llamadas, acompañamiento generoso. Un lujo, un privilegio.
La tarde pasó así, animado, feliz de haber superado otro
reto más y de haberlo hecho con dignidad y buen humor.
Creo que cumplí con mi objetivo de ser un buen paciente, de
dar ánimo y llevarlo bien.
Ahora ya, desde casa, la recuperación sigue su curso. Tengo
molestias, pero son las habituales en estos casos, molestias que se llevan bien
teniendo como enfermeros a mis señores padres y sabiendo que muchos os
interesáis por mi bienestar pensando en mí, rezando por mí, deseando que esté
bien, acordándoos de mí, llamándome, viniendo a verme.
¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!
5 comentarios:
Bueno, ya está pasado. Me alegro de que todo haya ido bien. Un abrazo.
Alberto, me he reído con tu operación de hernia, y soy auxiliar administrativa en un Hospital, no me he reído de tí, sino de la manera de contarlo, de tu buen humor, de tu valentía... A mí no me han operado nunca y me muero de miedo sólo de pensarlo. TERESA
Vaya vaya, madre e hija dejando su huella por aquí. Qué alegría.
Muchas gracias a ambas por vuestros buenos deseos.
Tere, no te habrán operado pero has tenido hijas, así que... debe ser algo parecido a mi operación de hernia. Y seguro que sin anestesia epidural en tu caso.
Eso sí, que no nos falte el buen humor.
Ojalá podamos conocernos el próximo mayo en tierras alicantinas.
Ana, que sigas bien y tengas éxitos con ese trabajo y ese alemán que a mí me superan.
Besos de luz para ambas.
Jajaja, muy bueno lo del órgano y la sonda, Alberto. Cuando entras en un hospital quedas a merced de otros, de lo que dispongan a hacer contigo, sí, aquellos a los que llamamos médicos pero de los que no sabemos a ciencia cierta si lo son, ya que a nadie se ocurre pedir ver el título y luego pasa lo que pasa, jejeje.
Bueno, me alegro que esté todo superado. Un abrazo cordial.
Rosa, tienes razón. Sí, también tú tienes razón. Nunca pedimos títulos.
Ya sabes que la ironía no falta por aquí, incluso después de que me hayan desherniado.
Bueno, supongo que deberé aceptar un abrazo cordial tuyo, ya que otro tipo de abrazo, digo el "organal" (jejejejejejejje) no está permitido.
Bueno, siempre brindadno por la amistad, la sonrisa y el afecto.
Cuídate y que disfrutes.
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