viernes, 1 de noviembre de 2013

Los sentidos de las palabras

En una de las últimas novelas que he leído, “La verdad sobre el caso Harry Quebert” se aluden, más allá de la historia de intriga, a algunos temas relacionados con la escritura y quien escribe. A cuenta de ello, me apetece compartir con vosotr@s una reflexión sobre las palabras y sus sentidos.
Dice el protagonista que las palabras están ahí para todo el mundo, pero la clave es darles el sentido adecuado a la hora de escribir. Tiene razón, mucha razón. Puedes escoger una palabra al azar, ya sea del diccionario o de lo que sea que puedas escuchar en cualquier instante y, cada uno de nosotro@s podremos, con ella, crear una historia diferente, darle un sentido distinto.
¿Será, tal vez, por el hecho de que a mí me falte un sentido por lo que me hizo tanta gracia esa afirmación? “El sentido de las palabras”
¿Sentidos las palabras? ¿Es que las palabras ven, oyen, tocan, huelen o saborean?
Qué cosas. Ah, es que estamos hablando de otro tipo de sentidos, no los sensoriales si no los conceptuales. Sentido por concepto: qué queremos significar al pronunciar la palabra, qué edificio construir con ese ladrillo que es la palabra.
Me diréis que no hay tal duda, que el significado de las palabras es el que tiene establecido la Real Academia de la Lengua en su diccionario y punto.
Y, sin embargo, sigo creyendo que Harry Quebert tenía razón al decir que una misma palabra puede tener distintos sentidos, más allá de las acepciones que el diccionario les otorga.
Si pensamos en la palabra “agua”, el diccionario la define como:
Sustancia líquida, inodora, insípida e incolora en pequeña cantidad y verdosa o azulada en grandes masas, que está formada por la combinación de un volumen de oxígeno y dos de hidrógeno.
4 letras sin más, pero, si afirmo:
“Eres agua para mí, mujer, en el desierto de mi vida”
““Me has venido como agua de mayo.”
El agua a la que aluden estas 2 frases nada tiene que ver con la definición oficial y, no obstante, es perfectamente válida.
Las palabras, tan variadas, tan ricas en su diversidad, tan cargadas de posibilidades a la hora de usarlas en nuestro provecho. Son vía de unión y concordia, pero también dpueden llegar a constituirse en arma arrojadiza que hace daño, mucho daño.
Ah, y no hablemos ya del revestimiento que le demos a través del tono: “cariño”, “¿cariño?” “¡cariño!” La misma palabra, pero con 3 sentidos diferentes: el aséptico objetivo, el inquisitivo meloso, el apelativo / grito.
Las palabras son mágicas. Ofrecen toda una gama de posibilidades, están a nuestro alcance para usarlas. ¿Por qué no, entonces, hacerlo en su máxima expresión?
Juguemos con ellas, divirtámonos, creemos, proyectemos.
Palabra, 7 letras, un universo de sentidos, decires y quereres.

  

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