Comenzamos julio con sus Operación Salida y sus proyectos de
viaje.
No he podido resistirme a recordar aquellos símbolos de la
ruta.
Que estéis bien y tengáis los mejores auspicios de
vacaciones.
Con cariño y de corazón.
Otra temporada más te situarás en el kilómetro 285 de la carretera
de Andalucía, la A-4. Pregonarás tu mercancía y esperarás que no te pase nada.
Sabes que ya no se lleva eso de vender fruta en la
carretera, que no cumples con tanta ridícula norma alimentaria de
esterilización, preparación, desinfectación, desparasitación y no sabes cuántos
“ción” más.
Te pondrás en ese punto kilométrico porque así lo manda la
tradición familiar. Siempre habéis estado allí, verano tras verano, endulzando
la ruta de tantos y tantos como transitaron en pos de merecidos descansos y
añorados disfrutes.
Eres el último que lo hará. Bien lo sabes. Tus hijos
estudiaron para ser algo en la vida, como si lo tuyo no hubiese sido nada:
cultivar la tierra, regarla, amarla, sacarle su delicioso jugo en forma de
melones y sandías, las mejores de Andalucía. Nada que ver con las actuales que
traen de invernaderos y lejanos países. Tu melonar siempre fue el mejor y las
sandías para qué contar. Cuando éstas eran despreciadas las tuyas se buscaban
como ambrosía de púrpura principesco.
Montarás tu chiringuito, un pequeño techado de lona, un
mostrador y un cartel: “Frutas El Castañar, melones y sandías sin par”.
¿El lugar? Un ensanche en el arcén de una recta. Hubo tiempo
en que estuvo arbolado, ahora algún mísero matojo que se agarra a ese
erosionado suelo es lo único que queda. Casi como tú, sí.
Pasan y pasan vehículos. ¡Qué prisas llevan ahora! Antaño,
todo era más despacio. Entonces iban cargados hasta los topes en la baca de un
coche que se calentaba, el SEAT 600, cómo no. Los días 1 de agosto eran
triunfales: iban la familia completa y regresaba el padre hasta el viernes
siguiente en que volvía y el 31 del mes el ritual tocaba a su fin. Ahora ya no
sabes cuándo irán y cuándo regresarán ni quiénes van o vuelven.
Qué tiempos, tiempos
de botijo y fiambreras. Ahora, han mudado por latas de refrescos y tuperwares.
Los niños ya no leen tebeos, ahora llevan unas maquinejas que deben de estar mu
limpias porque no hacen otra cosa que pasarles el dedo.
“Las cosas no van bien”, te dice el Ambrosio. Y tú, Manolo,
que sí, que aún no es pa tanto. Que mu mal estará to, pero que aún pasan los
autos, y qué autos. De aquellos utilitarios a estos bólidos.
Eso sí, las mujeres siguen siendo mu, pero que mu reguapas.
Y encima ya no tienes que esperar a las suecas pa verles el muslamen que ahora
las españolas bien que lo enseñan y más. Que vaya que sí, en eso de la tela sí
que debe de haber crisis porque vaya usté a ver qué escotazos y qué
pantaloncicos.
Y mis hijos que qué pesao eres, papá. Que te jubiles ya. Y yo
que no, que mientras pueda a mi finca y a mi venta. Que no sabré de
modernidades, pero de calidad buena, de eso sé un rato largo.
-¡Melones, sandías, sandías, melones. Lo más dulce de esta
tierra.!
Ala, otro cochazo que pasa. Ande irá con tanta priesa.
Uy, ese parece que va a parar. A ver si hay suerte.
Vaya, cómo no, quién iba a ser. Un vejete como yo. Si es que
otro no podía ser.
-Don Manuel, ¿no se acuerda de mí? Todos los años que llevo
pasando por aquí y usted siempre tan puntual.
-Aaah, pues no me acuerdo de su cara. Circulan tantos por
aquí…
-Sí, sí. Ya sé, que usted es una institución. Vaya, tanto
como el cartel del toro de Osborne. Jeje.
-Hombre, no me compare con el toro, no sea que me crezcan
cuernos y…
-¿Hace un melón de los ricos ricos?
-Hace uno u dos si se tercia. Tenga, pruebe pruebe, que este
año han salido de miel.
-Sí, como siempre. Una delicia.
-¿Viaja solo?
-No, que voy con la mujer y el chico. Parece que aún se fían
de este viejo como conductor. Dicen que me jubile, pero yo me resisto. La única
pasión que he tenido en la vida y me la van a quitar.
-Mientras usted se vea bien…
-Verme, verme, no es que me vea muy bien, pero para conducir
por carretera me las apaño.
-Ale, que sea por muchos años.
-Muchos, muchos no serán, pero mientras sean aquí me pararé.
Se va, otro coche que se detiene. Unos chinos paran. Lo que
hay que ver. De los marroquíes que hacían la Operación Paso del Estrecho a los
chinitos que “lata lata” y “aloz aloz”. A mí, mientras compren…
¿Pasará este año el autocar de la playa? Ojalá, que eran
siempre buenos clientes.
Y cómo venían. Que paicían gambas de Huelva de lo coloradotas
y quemadicas que venían. Cómo no me iban a comprar si se les había metido el
Lorenzo en el alma de tan morenas que se habían querido poner.
A cuánta parroquia me ha tocao atender durante mi vida. Y de
todo pelo, oye. Ahora que sabrán mucho de to, pero impertinentes y raros cada
vez lo son más.
Anda, se va pasando el día y no se está dando mal. Pronto
echaré el cierre hasta mañana. Qué día, horas y horas vendiendo fruta, años y
años. Toda una vida.
-Señor, ¿qué vende?
-Melones y sandías, las mejores de Andalucía. Mire, mire qué
buena pinta tienen.
-Es que no las veo, que soy ciego.
-Ah, tenga tenga, que ustedes los ciegos son mu listos. Y
buen morro, permítame, que tienen. Y qué buen humor. Que yo conocí a la que
venía con los iguales por casa y qué maja que siempre fue. Tenga tenga, pruebe.
Eche la mano que es como mejor sabe la fruta,a mordisco.
-Sí, como casi todo. Como mejor sabe es mordiendo, jeje. ¡Qué
ricoooo! Deme un melón y media sandía.
-Tenga, cójalas. Ahí tiene. ¿Viaja lejos?
-Voy a Úbeda a contar cuentos. Soy cuentista, jejee.
-¿Cuentista? Me da que hay otros que le echan más cuento que
usté.
-Bueno, vamos a continuar. Que me esperan. Muchas gracias
por su amabilidad.
-Gracias a usted y a la “chofera” que lleva, que… Si es que
ya le digo: ustedes, ver no verán, pero listos… mire que son listos. Buen viaje
y a la vuelta me cuenta.
-Vamos, Albertito que llegamos tarde. Ya he echado gasolina
y demás. De aquí a Úbeda no queda nada.
-Buen hombre, hasta la vista.
¿Hasta la vista? Qué humor tiene. Bueno, Manolo, echa el
cierre que mañana más.
¿Qué tal se dará mañana? ¿Con quién te encontrarás? Ah, esta
carretera, no es mala escuela esta carretera.
-¡Oiga oiga, documentación! ¿No será gitano? ¿No habrá
robado…?
-¡Pero ustés que se creen que es el Manolo? ¿Será posible?
Estos niñatos de la Guardia cevil. Qué licencia y qué carnet de manipulador de
alimentos y qué chirimoya muerta. Me viene ahora con éstas a mis años.
-Nos tememos que…
El noticiario de la radio, al día siguiente, anunciará que
ha caído otro símbolo de la carretera so pretexto de la modernidad y la
higiene.
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