Como ya indiqué el pasado día 20 al hacer la crónica de mi
periplo alicantino, hoy se cumple un año desde que mi niño viera la luz.
Quiero, como lo haría todo padre primerizo que se precie, rememorar los grandes
momentos que me ha regalado a lo largo de este tiempo.
Antes de comenzar, lo acaricio, lo siento. Lo mismo que lo
acaricié y sentí aquel viernes 1 de junio de 2012 cuando me lo entregó el
impresor. Toco su suave textura, sopeso sus robustas dimensiones, huelo sus
páginas, imagino cómo serán sus letras. Sé que ha salido mu, pero que mu guapo.
El más guapo del mundo, claro que sí, qué no va a decir su padre, jejejej.
Era viernes, en torno a la una del mediodía. Era día de
trabajo aunque mi mente estuvo puesta, esa mañana, en el momento en que Marcelo me acercaría un
par de ejemplares para llevarlos al pueblo y entregárselos a mis padres y
madrina. Es que iría a celebrar mi cumple y quería que fuera un símbolo, una
primicia, algo especial, dárselo en mano.
Su gestación había sido larga: preparación y organización de
los relatos, ardua búsqueda de editorial, revisión orto-tipográfica, elección
del tipo de letra y diseño de cubierta, registro en la Propiedad Intelectual y
solicitud de subvención a la ONCE.
Además, como ciego caprichoso, se me había antojado, que ya
se sabe que no hay parturienta que no deje de tener sus antojos (ojo, qué pedazo de antojo; ciego que te agarras al
espliego), el poner el título en hueco relieve para poder ser tocado y saber,
de paso, a modo de referencia, dónde estaba la cubierta y dónde la
contracubierta, y su correcta orientación. Esto hizo que se retrasara el
proceso de impresión ya que ello requería un estampado manual, uno a uno.
El caso era que estuviese listo para ese día, teniendo en
cuenta, además, que iba a presentarse en
la Feria del Libro y yo firmaría ejemplares.
Mucha gente había colaborado en el proceso, sin duda que, de
no haber sido por ellos, ni mucho menos “Huellas de luz” habría resultado tan
espléndido y lucido. Cómo olvidar a Merceditas y Mito, que me acompañaron en
todo momento dedicando, incluso, toda una
tarde de sus vacaciones de 2011 para hacer las fotos de las huellas en una
playa canaria; las madrinas del libro, Carmen, Elena y Nuria siempre ahí al
lado; mi hermano y cuñada, animándome y siendo guías; Alejandro y Lucía, con
sus sabios consejos; Javier de Juan, con su experta veteranía de promotor literario abriéndome el camino;
Leonor Pérez, en nombre de toda la gente de la ONCE, que tanto se ha volcado
con él apoyándome económicamente, a nivel de difusión y estando siempre en los
diversos eventos.
A lo largo de este
año, hemos tenido presencia en lugares diversos que me han propiciado el darme
a conocer, que yo y mi mundo de discapacitado visual, se hiciesen visibles.
Me resulta casi imposible quedarme con alguno de ellos, ha
sido todo tan emocionante, una pasada,
vamos que si no lo veo no lo creo (ja, pero si eres más ciego que ciego, no ves
na). No obstante, sí quiero destacar algunos.
La cara de felicidad que mi hermano tenía el 10 de junio. A
él como a mí me desbordó el tremendo éxito que tuvimos en la caseta 291 de la
Feria del Libro. Hasta José Luis Garci dijo que había sido una pasada, que qué
tío, que había vendido muchos más libros que él.
La llamada de Loli, mi gran amiga de Teruel, toda emocionada
diciéndome: “Alberto, Alberto, que he visto la foto de la cubierta de tu libro
en Internet, qué chula es”.
Los preparativos que, junto con Javier de la Nava y Elena,
fuimos organizando para su bautizo en el Centro de Innovación de BBVA, el 3 de
julio, un minucioso montaje para que no faltara de nada, que no hubiese detalle
que se nos escapara, que todo el mundo se sintiera bien.
Aquella tarde de libros y lectura desarrollada en Fuentestrún,
mi pueblo, el 23 de agosto donde fui profeta en mi tierra. La emoción que sentí
al leer en braille en las escuelas donde yo, 40 años atrás, había aprendido a
leer en vista. Las palabras que Angel sebastián, experto en la obra de Antonio
Machado, me dedicó, dando una lección de sencillez y saber.
La tarde en Zaragoza, en Casa del Libro, el 6 de octubre,
mientras discurría el pregón de las fiestas de la Pilarica, promovida por mis
primos Oscar y Pilar, que con su labor como ópticos dan soluciones ópticas en
Gran Vía 11 (ellos dando luz en el número 11 y yo dándola a través de la ONCE,
bonita paradoja, ja ja ja).
El día en que Ramón Herrera, el presidente de la Fundación
Alaine, como beneficiario de los derechos del libro, me dice que uno de sus
proyectos africanos llevará el nombre de mi niño y tampoco olvidaré el abrazo
que Mónica, una chica adolescente, pidió darme emocionada tras mis breves
palabras en la cena solidaria de noviembre.
Cada vez que he acudido a una librería para compartirlo con
quienes siempre han querido acompañarme con tanto cariño e interés: La fugitiva
y La esquina del zorro, en Madrid; El baúl del libro en Pilar de la Horadada y
Códex en Orihuela. Hemos hablado de lectura a ciegas, de literatura, de sueños,
de sentimientos a corazón abierto.
Y toda esa presencia en medios de comunicación con entrevistas
y reseñas literarias. Desde Radio Nacional, de la mano de Rafael Bermejo y
Amaya Prieto, la Cadena COPE, con Cristina López, y Aragón Televisión, gracias
a mi querida Ana Mancho, Radio 5, Punto Radio Soria, periódicos varios.
Sí, cada vez que leo los relatos en braille ante la gente y
percibo cómo se sorprende. Aunque también cuando los escucho, leídos por la
aterciopelada voz de Rocío González, la lectora profesional que les puso voz
para que estuviesen accesibles en sistema sonoro.
Ah, y esa ilusión que me hace el saber que en Soria y
provincia estaremos presentes porque tanto su Ayuntamiento como la Diputación
han adquirido un buen número para su distribución.
Tantas personas, tantos amigos, tantos momentos. Marta,
Diego, Rosa, Mari Mar, Joaquín, Nacho,Cristina. También habéis estado siempre
ahí y no os olvido.
En fin, cada vez que he conseguido que mis padres fueran
felices y cada vez que, con una de mis dedicatorias, emociono a alguien que de
nada me conoce.
Todo esto me ha traído “Huellas de luz”, demasiado,
tantísimo. Feliz cumpleaños, Huellitas.
Por ti, por todos los que nos han ayudado, te han ayudado,
por quienes te leen y se emocionan, porque tú les enseñas que merece la pena
intentarlo, merece la pena soñar y superar retos, porque sí,, haciéndolo, el
mundo se hace pequeño y uno es feliz.
Gracias, gracias, gracias.
6 comentarios:
Vaya, vaya, Huellitas con un añito solo y ya ha causado más suspiros y desmayos entre personas y libros de todas las clases y edades que Robert Mitchum en los escenarios y hasta entre bambalinas. Jejeje. Y que siga así por muchos años, Alberto. Y a ver si pronto le damos un hermanito, que eso va a ser lo mejor de todo, que no se acaba aquí. Un abrazo festivalero y exitoso.
Rosa, muchas gracias. Que tú veas a ese hermanito y seas su madrina en el bautizo. Que nadie mejor que tú para hacer de él un buen hijo, nadie mejor madre que tú.
Bueno, llegará, llegará y volveremos a festivear.
Cuídate y buena tarde creativa.
Besos sin espinas.
Bueno, bueno, yo me presto para cuando haya que darle una buena tunda, jejejeje. Buen día.
Hola Alberto!!! Hacía mucho tiempo que no te dejaba una huella, esperaba que estuvieras en la feria del libro de Zaragoza, cuando viniste la otra vez estaba de viaje. Ahhh Enhorabuena por ese primer aniversario!!!!. Un besico Maria
querida María, ya me gubiera gustado estar en la Feria del Libro de Zaragoza, sobre todo por haberte puesto voz y sonrisa, jejejeje. Firmaré en la de Madrid, el día 14.
Bueno, ojalá algún día podamos encontrarnos.
Cuídate mucho y te deseo lo mejor.
Besicos de huella y luz.
Rosa, lo de la tunda de azotes, ¿no irá por eso de quitarle el polvo? uuummmmm, jejejej.
Besos y que estés bien.
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