Hoy para mí “Toca el Prado
Allá por el mes de abril se inauguró en el madrileño museo
del Prado una exposición pionera. Se trataba de acercar 6 cuadros de la pintura
universal a las personas ciegas a través del relieve y las descripciones
complementarias. Cuadros del tenor del Caballero de la mano en el pecho del
Greco, La fragua de Vulcano de Velázquez o La Gioconda del taller de Leonardo
da Vinci.
Pues bien, cómo no iba a estar interesado el Albertito en
picotear en ella, primero para que la iniciativa se vea recompensada con el uso
conveniente y segundo para experimentarla de primera mano. Si resulta que
después de que uno tanto reivindica la accesibilidad, luego no hacemos uso de
ella, en vez de avanzar, retrocederemos y esto no puede ser.
Las ocasiones en que la ONCE ha organizado visitas de grupo
me ha sido imposible acudir y hasta ahora no había encontrado la oportunidad.
Afortunadamente se amplió el tiempo de duración de la exposición y, como
siempre, con la inestimable ayuda de mi buen amigo Diego Cruz Sánchez, para
allá que me he ido.
Decir que, ya de momento, el hecho de estar en el museo es
mucho, más aún de e entrar gratis y sin hacer colas también es estupendo. Pero
lo mejor de todo es que la sala en la que se ubican las réplicas de los cuadros
estaba vacía, así que he podido toquetear a placer las réplicas… sí, sí las
réplicas. Ya sabéis quienes me conocéis de mi batalla perdida irremediablemente
de antemano, por la que aspiro a tocar originales, a no conformarme con las
réplicas, aunque no por ello deje de reconocer que es mejor una réplica que
nada…
En fin, dejando de lado, esa utopía mía de querer lo
original, decir que las explicaciones de la audioguía que nos describía los
cuadros son estupendas y que los relieves están muy bien hechos. No falta
tampoco el braille como invitado de honor indicando el título del cuadro, autor
y alguna otra pequeña información.
Dejando claro esto, dejando clara mi favorable opinión a este
avance y a que se haga más, diré que el cuadro que más me ha gustado ha sido el
de La fragua de Vulcano y he imaginado el bonito colorido de Bodegón con
alcachofas, flores y recipientes de vidrio de Van der Hamen.
Me habría gustado tocar en vez de El quitasol, El duelo a
garrotazos de Goya y me ha impresionado por lo pequeño el tamaño del Caballero
de la mano en el pecho.
Hemos podido comprender la ubicación de las figuras y su
composición, sus formas y relieve al detalle. Ahora bien…
Sí, ahora bien. Me ha gustado la experiencia pero no me ha
emocionado. ¿Por qué? No sé. Acaso por eso de las réplicas, qué queréis. Soy
consciente de que hay que preservar la conservación del Arte, lo soy muy
consciente por el amor que le tengo, pero para mí una réplica es algo frío a la
que le falta alma. El original contiene la vida de quien lo creó, su esencia y
dedicación. Vuelvo a repetir que siento mucho que no se entienda esta
aspiración mía, que se me diga que da igual tocar una réplica que un original
si aquélla es fiel copia de ésta, lo siento, pero sé que aun siendo un
incomprendido no renuncio a disfrutar de la emoción de lo original, de que mis
manos que son luz a mis ojos puedan ser el sentido pleno que me conecte con el
alma de quien creó una vez algo tan hermoso como estos cuadros.
Sea por eso o porque, por muy bien hechas que están las
réplicas y las explicaciones de la audioguía, el color no lo he visto como tanmpoco
las expresiones de los personajes de los cuadros. Y es que tal vez haya
barreras insalvables, como el que una persona sorda sepa cómo suena una
sinfonía por mucho que se la adapten o que quien es tetraplégico comprenda cómo
es la textura de una orquídea o la arena mojada de la playa… Es verdad, hoy sé
cómo son los cuadros que he ido a visitar de forma más precisa que si sólo
hubiera dispuesto de explicaciones verbales, pero…
Lo siento, el Albertito debe de ser muy exigente o
políticamente incorrecto. Por favor, no se me entienda mal. No digo que no valore
en alto grado la iniciativa y el esfuerzo y el buen trabajo hecho por los profesionales,
muyh al contrario. Que entre lo bueno hecho y lo mejor que sería poder ver los
cuadros de verdad, no quiera lo bueno. Claro que sí, pero… ¿por qué he de dejar
de soñar con aspirar a lo mejor? ¿Por qué he de conformarme y renunciar a la
utopía?
No hay comentarios:
Publicar un comentario