Buena noche de domingo. Noche especial.
Aquí mi postrer cuentecillo.
Un abrazo y feliz semana.
La sombra
Una sombra sigilosa asoma entre las ramas. Observa atenta en
medio del camino. No tiene prisa, nunca la tuvo. Observa agazapada entre las
sombras. Al fin y al cabo, ella también es una sombra que se mimetiza con las
otras, sí, como las otras pero, a cambio de las otras, por mucho que sea una de
ellas, ella es sibilina, hostil, opaca, negra.
Se podrá pensar que espera saltar, agarrar, atrapar,
asfixiar, aniquilar. Es una sombra maldita, eterna, intemporal, destinada a una
sola misión, esa misión.
Será así, acaso. Pero algo es indudable: su existencia sólo
es posible si existe la luz. Esa luz a la que ella acecha para engullir.
¿Qué forma tiene? ¿De verdad crees que importa? Irá
moldeándose conforme lo necesite para cumplir su destino: alargada, estrecha, profunda, densa, curvada,
rotunda, espiral o romboidal.
Hasta ahora siempre se salió con la suya. Siempre atrapó,
asfixió, agarró, engulló a la luz. Sí, siempre lo hizo, siempre pensó que lo
haría hasta que aquél, una tarde de
primavera, se pare a su lado.
Ella no se preocupa. Es uno más. Un miserable humano, una
persona nada más.
Va a saltar sobre él, pero no puede envolverlo como siempre
acostumbró. ¡No puede! Alguna misteriosa fuerza se lo impide. No lo entiende. Y
si no puede acabar con él, su muerte será inevitable.
Al fin había podido cumplir su sueño. Su determinación y
empeño le ha inducido a perseverar, a indagar cómo alguien que no ve puede ser
capaz de afrontar la gran aventura de ser senderista solitario. Sí, ha
participado muchas veces en marchas organizadas, cogido de brazos y barras direccionales,
pero no le basta, quiere fusionarse solo con la naturaleza.
La solución la encuentra en Internet, cómo no. Internet y la
tecnología. “Una ruta para solitarios senderistas”. Así figura anunciada en
cierta página de experiencias viajeras diferentes.
¿Cómo podría haber sabido aquello de lo que nadie advierte
en semejante foro. Claro, que nadie podía advertirlo porque nadie llegaba al
final de la ruta. A saber quién puso el anuncio, pudo ser la propia sombra
quien lo hiciera, maléfica sirena, diabólica serpiente conocedora de todas las
formas de atraer hasta ella.
Ciego valiente que avanza tranquilo. Experiencia sensorial
en plenitud, un paraíso degustado en silencio, solo, único.
Ritmo constante, firme y pausado. Avanza. ¿Qué?
Se para, no sabe por qué. Percibe algo, como una fuerza
poderosa que le empuja. Una fuerza que aprieta pero que se rinde, al fin. No
sabe qué ha sido. Continúa su camino. Llega a un fabuloso estanque, preñado de
olores increíbles, sonidos majestuosos, texturas acariciadoras.
La sombra se ha extinguido derrotada. No queda nada de lo
que siempre fue. Aquellas ramas estériles que nunca desaparecían germinarán en
un majestuoso roble al que, por los siglos de los siglos los druidas venerarán
como el lugar de la luz.
Quién podría haber sabido cómo se originó aquel lugar
legendario.
Qué curioso. Cuando el ciego andarín quiera compartir su
experiencia en aquella página web que hablaba de rutas para solitarios no la
encontrará. Buscará y buscará en el buscador de buscadores de la red, pero no
hallará rastro alguno de ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario