Sí, tantas veces debo dar gracias, a tanta buena gente que
uno no sabe si lo hace como debiera.
Y hoy, otro sábado más de emoción y experiencias, vuelve a
suceder.
Sí, gracias a todos los que me habéis felicitado alegrándoos
por mi entrevista en COPE, gracias a Cristina y a su equipo por haberlo posibilitado
y gracias a Ana, la dueña de Kulixka que ha hecho factible el que mi regalo de
cumpleaños para Elena fuese digno de esta cómplice de mis logros y aventuras,
que estuviese a la altura de su categoría.
Estar en el estudio de radio de una emisora puntera, ser
agasajado por Eva y Carmen, invitarme a un café y dejarme ser visible, una
maravilla. Como en casa pero sabiendo en todo momento donde está uno. Sin
olvidar, eso sí, que medio millón de
personas pueden estar escuchando los mensajes que yo pueda transmitir. Más aún
después de la publicidad que, a lo largo de la semana, se ha ido haciendo sobre
mi pequeña personita.
Y luego el obsequio
para Elena. Qué ilusión regalar, darse y dar, compartir. ¡Qué lujazo!
Ya escribí hace un par de semanas cómo una chica nos había
ayudado a pedir una copichuela al acabar el concierto de nuestro admirado Jaime
Urrutia y cómo ésta, nos habíamos enterado después, que regentaba un
restaurante. ¿Qué mejor lugar para ser marco de un regalo especial? Si ella nos
ayudó a que dos ciegos se desenvolviesen en una sala de conciertos abarrotada,
¿cómo nosotros no íbamos adevolverle su generosidad? Y es que además nos cayó
tan bien, que nos apetecía mucho volver a estar con ella.
Pues sí, Kulixka nos ha acogido con la hospitalidad de la
gente buena, con el cariño de quien sabe hacer las cosas desde el corazón y con
la profesionalidad de quien puede presumir de dar de comer a una duquesa de
Alba cualquiera, a un torero de campanillas o a un Alex de la Iglesia normal y corriente, pongamos
por caso.
Que, encima, Ana te diga que quiere nuestra firma en su
libro de firmas, dejando nuestra huella al lado de gentes famosas, que sepamos
que estamos donde personajes de pro han estado y que lo hagamos siendo tratados
con el corazón, tanto que hasta nos vayamos cargados de detalles y presentes,
es toda una pasada.
Dar gracias, claro que sí, gracias a quien me hace sentir
útil creyendo que la ayudo a que se anime, dar gracias a Merceditas, quien,
cuatro años después de que le dejase un comentario en su blog, sigue
aguantándome y ayudándome en todo lo literario y más y más.
Bueno, ya sé: Elena dirá que su obsequio no estaba envuelto,
ni tenía lazo, ni papel de colores ni caja lacada. Pero, digo yo, que tenía
sabor sublime a esas filloas rellenas de crema con helado de dulce de leche. No
diré que ciertas, no poco humildes, viandas que las han precedido hayan estado
nada mal, pero ese postre… ¡Ah, ese postre…! Casi recupero la vista de tanto
como me han hecho chirivitas los ojos. Jejejee.
Y sí, “dice así”: “bares, qué lugares tan gratos para conversar…” Que nos quiten lo bailao y
eso eso. Que muchas gracias porque yo pueda decir que soy un privilegiado.
Y ya se sabe… “si yo puedo hacerlo, los demás también podéis”
hacerlo.
Ay ay ay, el Albertito siempre con sus frases y chanzas. Jejejejje.
Vale.
2 comentarios:
Alberto, no recibes ningún reconocimiento que no te merezcas con creces, figura. Por simpatía y dedicación, por tu buenhacer y generosidad, por tu tesón y ejemplo. Vas sembrando y esto es lo que sucede...
Un abrazo agradecido de mi alma a tus queridas huellas.
Rosaaaa, cuántos piropos, qué buena manera de comenzar un nuevo día. Cómo no voy a sembrar si sé que obtendré tan jugosos frutos como son los de tu simpatía y aliento.
Ahí estamos, haciendo y contando, con humildad, sencillez y generosidad. No sé hacerlo de otra manera aunque a veces se me tache de lo contrario. En fin.
Vaya mi aplauso también para ti y tus logros.
Besitos piropeadores.
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