Buena noche de domingo…
Tiempo hacía que no me era posible compartir cuento nuevo
contigo. Hoy lo hago con una dedicatoria especial.
Un abrazo cariñoso y espero te guste.
El tren de Alicia
Alicia no lo sabe, cómo podría saberlo si apenas cuenta tres
años de edad, no lo sabe pero un día será dueña de un tren mágico.
Alicia, hija del cariño y la determinación, sobrina de la entrega
y la voluntad, nace en Madrid. Una niña más, acaso, que irá al cole y sonreirá
y soñará. Que no le importará ser distinta y que aprenderá cómo se hacen
realidad los sueños imposibles.
No será nada que le regalen lápices de colores o muñecas
hechas por su tía como el mejor de los presentes.
Un día coloreará un tren en un cuaderno azul, otro recibirá
de los Reyes Magos un tren de la marca Lego y otro y otro, en fin, viajará en
trenes destino a la playa o a la ciudad en que vivan sus primos.
Se hará mayor, estudiará su carrera de Informática, como su
mamá y su tío, y se especializará en la realidad aumentada y su aplicación
práctica a través de la telefonía móvil.
Eso de la realidad aumentada es curioso. Combinar, mediante
procesos informáticos, elementos del
mundo real y virtual para crear una realidad mixta en tiempo real.
Desde que conozca de su existencia quedará fascinada la
buena de Alicia. Podría ayudar a mucha gente con su técnica. Enseñar cómo son
los monumentos o los paisajes a quienes no pueden verlos, acercarlos a los que
se encuentran lejos y no pueden viajar, hacer de las imágenes algo más que
meras representaciones bidimensionales para dotarlas de alma.
Sí, así irán transcurriendo los años y las experiencias pero
nada de todo esto será tan importante como ese día en que,fruto de la
casualidad, encuentre ese tren.
Llega tarde, cree que lo va a perder. Sabe que si lo hace el
chico que la espera al otro lado se enfadará, posiblemente, esa vez sea la
definitiva. Y es que otras veces más le ha hecho esperar al dejar en segundo
plano su cita romántica en pro de otros encuentros de mayor necesidad: guiar a
una persona ciega a cruzar la calle y llevarla hasta el Metro, acompañar a un
mendigo a que se tome un bocadillo con un café en el bar más próximo, consolar
a una mujer maltratada.
No, no ha podido llegar a tiempo por mucho que lo haya
intentado. El tren, su tren, parte ya. Se sienta desolada en el primer banco
del andén, desfondada y agotada, llora. Sí, llora porque le quiere y sabe que,
lo mismo que el tren, le ha perdido para siempre.
Un tiempo después, ignora cuánto, alza sus ojos hinchados de
llanto y lo ve.
Frente a ella, al fondo, en una vía que parece muerta, se
encuentra un tren parado. Es raro.Intuye que está abandonado pero no es viejo
ni destartalado. Se pone de pie. Siente la necesidad de subir a él aunque
ignore cuál será la ciudad a la que se dirija.
En un primer impulso le entran ganas de saltar las vías,
pero la razón la conduce por el camino correcto. Total, el tren sigue parado.
Llega a su primer vagón. La portezuela se encuentra abierta.
Sube dos escalones. Huele a nuevo. Avanza hacia los asientos de piel, ricos
butacones. No se oye otra cosa que una tenue musiquilla.
Se sienta. Está tan cansada y triste que no puede hacer otra
cosa.
Y entonces el tren se pone en marcha.
-Bienvenida al tren de Alicia con destino al Paraíso.
¿Qué habríais hecho vosotros en semejante situación?
No puede creerlo pero ¡el tren ha despegado!
Alicia se levanta. ¡Sólo viaja ella! Nadie más hay en el
tren. ¿Y la locomotora? ¡Nadie la conduce.
Pronto se encuentra en las nubes. Las nubes son las traviesas
de una increíble vía por la que avanzan tren y pasajera.
-Próxima parada, el sol.
Alicia se asoma y lo que contempla será el primer fenómeno
de otros: una increíble esfera amarilla que la sonríe haciendo que los rayos de
la estrella se ricen a modo de reverencia.
La marcha se reanuda. Siguen ascendiendo.
Las paradas se irán sucediendo: la luna plateada, la Osa
Mayor, el rojizo Marte.
Lo curioso es que en cada parada se ha ido subiendo un visitante
que llega hasta Alicia para hacerle una reverencia y entregarle un objeto
especial, hecho lo cual se baja.
-Próxima parada, el Paraíso, final de trayecto.
Alicia se levanta para dirigirse a la puerta del vagón. Ya
no le importa que todo lo que ha vivido haya sido un sueño o una quimera o
fruto de sus experimentos. Alicia es otra persona ya.
Está a punto de bajar del tren. El lugar es increíble,
mágico. Escucha unas voces:
-Niña, no nos conoces, pero somos tus abuelos. No te bajes,
has de volver a la tierra para darle un recado a tu familia, sobre todo, a tu
tía. Diles que, como tú, tampoco nosotros nos fuimos. Que cuando estén tristes
tú les contarás que nos viste y que estamos bien, que cada día miramos a través
de la ventana de Nunca Jamás y velamos por ellos. Ah,y a tu tía, sí aquélla que
te hacía muñecas a mano, que lo mejor que pudo pasarnos fue tenerla a ella como
hija.
Y Alicia regresará en ese mismo tren, regresará como siempre
que uno regresa, triste por haberse acabado el viaje, pero plena por haberlo
vivido.
Y como será difícil que la crean, por mucho que les enseñe
lo que le fueron regalando el sol y la luna y la Osa Mayor y Marte, escribirá
un libro dedicado a la Hija de la Nieve en el que, a través de los cuentos,
contará lo que hizo con su tren mágico y cómo dejó todo por hacerse conductora
de él para llevar a pasajeros especiales, como lo fuera ella un triste y
grisáceo día, al Paraíso, adónde si no.
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