Me despido con este cuento hasta el 6 de septiembre. Gracias
por tu apoyo y comprensión.
Feliz verano.
aRelatos a la luz de los valores
La increíble pero verdadera historia de Mariquilla la
sencilla
Mariquilla la sencilla nace en la calle Pureza de Triana un
día de las navidades de qué importa el año. Será una niña zalamera, con sus
rizos y tirabuzones, sus vestiditos de volantes y los lunares que hacen juego
entre la falda y las mejillas, tan rojos los unos como los otros.
Pronto triunfará como bailaora en los mejores saraos del
barrio, junto a Matilde Coral y Manuela Carrasco, enjaezando las notas de
cantaores de pro como Naranjito de Triana.
La cortejarán toreros y escritores, será modelo de pintores
y envidia de las comadres de la ciudad. La primera en jalear a la Esperanza en
desgarradas saetas y clamores, la primera en recibir brindis de toros en la
Maestranza.
Mariquilla la sencilla, de todo esto nunca presumirá, de ahí
su apelativo.
Nunca querrá grandezas ni honores, sólo llevar a su Triana
en el corazón. Pudo haber dejado claro que no era la Mariquilla de la niñez, si
no doña María del Carmen Chaparro Miño, pero siempre querrá ser la Mariquilla
que iba a la fuente o al mercao a hacer los mandaos de su madre en los duros
años del hambre y la muerte.
Sí, doña María del Carmen, Mariquilla, triunfará como
ninguna aunque hoy ni tenga una escultura ni se conserven fotografías de ella y
sus danzares.
Y no es que Triana olvide a los suyos, es que ella dejó
dicho que nada quedase de su memoria, que nada valía, que Marifé o Isabel o
Marujita siempre serían más que ella.
Muchos la cortejarán ofreciéndole, no promesas, si no hechos
en forma de suntuosos objetos de regalo, regalos que ella, no por desprecio, si
no por sencillez, no querrá lucir y pedirá que los conviertan en donativos para
el hospicio.
Mariquilla será siempre la mujer que saluda a los ancianos y
requiebra a los muchachitos postineros, la que se ofrezca como confidente de
niñas en sus primeros amores y aconseje a quien se lo requiera para superar las
zozobras de la duda o la acción. A Mariquilla la buscarán unos, para enamorarla
cual reina de la copla y el baile, otros para que les escuche sus cuitas. La
jalearán y alabarán,, la ensalzarán y buscarán para ser protagonista de
novelas, modelo de cuadros, musa de poemas. Pero, la que siempre estará
dispuesta para los demás, no lo estará para la fama o la inmortalidad.
-Ay, hija; que yo soy la Mariquilla de la Pureza, mu poquita
coza. Una cicuela de Triana.
Y cuando la vejez se adueñe de sus rizos y sus mejillas arreboladas,
cuando la artrosis lo haga de sus piernas y muñecas danzaderas, se retirará al
asilo y la irán olvidando, como ella siempre quiso. Al menos, eso creerá.
Porque un día de primavera, mientras la ciudad se vaya perfumando
con el aroma de los naranjos en los patios y plazas, una noticia llegará al
barrio que viera nacer a María del Carmen Chaparro Miño…
-¡Ha muerto
Mariquilla en el asilo! ¡Ha muerto la Sencilla!
Y el barrio entero de
Triana se pondrá en marcha atravesando el puente hasta aquel asilo humilde. Y
la cantarán y loarán. Y organizarán un entierro de reina y hasta se dirá que,
en plena misa de funeral, la Virgen de la Esperanza a la que ella cantara y
bailara como nadie, derramará una lágrima que se transformará en perla y que su
ataúd se verá engrandecido como ninguno otro.
Y es que aquella tarde, la Iglesia de los Marineros será
escenario de quien, queriendo ser sencilla, acabe siendo grande, grande en
agradecimientos y respeto.
No, María del Carmen Chaparro Miño, no tiene estatuas que la
representen ni fotografías que la inmortalicen. No lo necesita. Mariquilla
tiene la grandeza de ser recordada en los corazones de todos aquellos a los que
escuchó, de todas aquellas a las que comprendió y animó. Mariquilla posee la
mayor de las grandezas: haber sido sencilla.
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