domingo, 21 de junio de 2015

La fiesta de cumpleaños de Pitita Palillos



Buena noche:
Tiempo hace que no comparto cuento dominical. La fiesta de cumpleaños de Pitita Palillos
Un abrazo sentido.

La fiesta de cumpleaños de Pitita Palillos

Todo parece discurrir a las mil maravillas en la fiesta de cumpleaños de Pitita Palillos. El glamur de los invitados, el convite y la música, el decorado y los regalos. Se siente feliz Pitita Palillos en su día de gloria.
Pitita Palillos es el patito feo de la familia. Tan enclenque y larguirucha, tan poco presentable, siempre apartada de los eventos familiares, ninguneada a toda hora.
Y hoy es su 50 cumpleaños. Así que,ella que se ha labrado su destino, se ha querido dar el capricho de resarcirse de tantas otras fiestas de cumpleaños que celebró en su imaginación.
Ay, la pobre Pitita Palillos. Todo parece discurrir a las mil maravillas en su fiesta hasta que…
Hasta que hace su aparición una guapa mujer, despampanante, elegantísima, rutilante.
Y la pobre Pitita Palillos en su fiesta al verla siente que su mundo vuelve a desmoronarse. Ella tan enclenque y tan poquita cosa. Siempre en silencio, siempre apartada de todos, siempre luchando por demostrar que no es Pitita Palillos, que es María Manuela Gascón Antúnez. Cuántas veces ha maldecido a aquél o aquélla a quien se le ocurriera ponerle semejante mote.
¿Quién es esa mujer despampanante que viene para arruinarle su fiesta? ¿Quién la ha invitado?
Sus invitados son miembros de la clase de los apestados, de los que nadie quiere porque no son de la moda ni del saber estar. Son gentes humildes, apenas sin nada. Lucen camisetas de mercadillo y vestidos de chinos. El convite es a base de patatas fritas de bolsa y potaje viudo. Los regalos consisten en latas pintadas recicladas, lámparas de plástico y monederos de papel. ¡Todo un fiestón!
-He venido a hacerte un regalo. A regalarte un viaje, el viaje de tus sueños.
-¿Un viaje a mí? Si yo el único viaje con el que siempre soñé fue con el de morirme…
-Claro.
Y los invitados de Pitita Palillos tendrán que contemplar cómo su anfitriona, a la que sienten de los suyos, pese a venir de una familia rica, cae desmayada, inerte, a los pies de esa señora tan rutilante y estupenda.
La muerte vino a buscarla a su fiesta y quiso hacerlo como si de una reina se tratara. Dejar su imagen de Vieja Dama con guadaña por aparecer con su porte majestuoso de fiesta. Pitita lo merecía. Merecía ese regalo, por póstumo que fuera.
Y es que la pobre Pitita estaba equivocada. Creía que nadie se fijaba en ella, que no contaba para nadie, más allá de los que eran como ella. Pero no, no era verdad. Siempre hubo alguien que estuvo pendiente de ella. Aunque no se tratara de un príncipe de cuento ni de un galán ni siquiera de su familia.
    

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