La jaula

Otro jueves más, otro poema. Con cariño.

Que te guste.

La jaula

Como el ruiseñor que trina en la terraza de escuálido piso de ciudad,

Como el perro que aguarda, solitario, a que venga su dueño perdido.

Prisionero de tus barrotes de leñosos rizos de evocador castaño.

Como la perfumada rosa, encerrada en venerables libros de soñador fenecido,

Como la mariposa clavada en pared, sin vida ni afamada beldad.

Todo lo posees de mí sin tasa ni precio,

Todo te lo entrego desde mi universo de cristal.

Cautivo de tus ojos de los que sus miradas nunca desentraño.

Todo mis sueños y futuro, para ti, sin igual,

todo mi ser es de tu corazón recio.

Siempre esperando el maná de tus palabras,

Siempre soñando con el día de mi liberación.

Sometido al ardor de tus labios de fuego que tanto extraño.

Siempre hambriento de tu voluble decisión,

Siempre conjugando los sortilegios de tus abracadabras.

Nada me queda si tú, tras otro Aquiles, te vas

Nada te pido sino la llave de esta cerradura.

Rehén de tu piel de arco iris desnuda de sábanas y baño.

Nada soy, rendido a tu dulce tortura,

Nada, nada quiero si tú te vas.

Barrotes que son rizos de evocador castaño, tus rizos de tupida melena;

Ventanuco que es ojos de los que nunca sus miradas desentraño, ojos que son, en ti, mágico candil;

Portezuela, labios de fuego que tanto extraño, tus labios húmedos de vainilla y adoquín.

Suelo que se alfombra con tu piel de arco iris, desnuda de sábanas y baño, piel de seda y hierbabuena.

Jaula: amor, deseo, pasión.

 Tus ojos y tus rizos

Tus labios y tu piel.

Salir de ella ni busco ni quiero,

Morir dentro de ella deseo y espero.