No sé si el cuento que hoy me ha salido tiene mucho sentido,
yo qué sé. Pero bueno, espero os haga sonreír al par que reflexionar.
Buena semana y a seguir adelante.
Que estéis bien.
Con cariño.
A don Lenguas y doña Lengüinas les quieren separar.
Pobrecitos ellos que siempre estuvieron tan unidos y felices.
Es verdad que, no siempre, él fue lo considerado que debe
ser todo buen esposo con ella, pero qué quieren. La avispada doña Lengüinas
siempre se las supo arreglar para sobrevivir que, para eso, es mujer de
recursos, como todas, y pronto aprendió a colarse por resquicios varios, entre
grietecitas y orejillas.
La estirpe de los
Lenguaraces, nuestros protagonistas son sus últimos vástagos, viene de lejos,
de rancio abolengo, podríamos afirmar. De casta Húmeda formaron siempre
progenie abundante.
Hubo 20.000 lenguas que viajaron en submarino de la pluma de
un francés, un tal Jules Verne. Otras hubo, en fin, que nutrían ciertas botas
de siete lenguas, calzadas por simpar gigante.
Y así fueron de lengua en lengua, de boca en boca, y tiro
porque me toca, hasta hoy.
Don Lenguas siempre fue obeso esponjoso, goloso de almíbares
en oasis de mujer que, generosa, siempre, le preparaba los más dulces manjares
para deleite sublime de su glotonería.
En cambio, doña Lengüinas era fina, afilada y de grácil figura,
pero toda una funambulista en paladares dispuestos para ello.
¿Y ahora qué?
Qué modernidades. A él le quieren llevar al planeta
Madrertiano y a ella, al Bertiano.
Están tristes por ello y no dejan de cavilar la solución a
sus cuitas lingüescas.
-¿Y si uniéramos Madrertia con Bertia?
-Ah, mujer; eso posible no será. Que un planeta es de fuego
y el otro de agua. ¿Cómo va a darse semejante fusión?
-¿Y si les sacamos a nuestras hijuelas Lengüecillas para
hacerles burla a semejantes malandrines?
-Ah, querida. Eso tampoco ha de servir de nada, que ciegos
se muestran ante nuestras bondades y amores de siempre.
No duermen, no salibean, no descansan, deslenguados como
están, ante semejante tragedia lengüera.
Deciden, por si no les dejan hacerlo por más tiempo, darse
un garbeo por el río de Babas, gran afluente del océano Bucal.
Van pegaditos, labio con labio y se entretienen en atesorar
suspiros de nieve mensajera, blanquita blanquita.
Y entonces…
Entonces se fijan en otra pareja como ellos, dos hermosos
peces que juguetean cola con boca. ¿Quiénes serán?
Ah, dos lenguados.
-Qué bien.
. Ya tenemos la solución: nos montaremos en sus escamas y a
los otros que les den lengua, jejejej.
-Yupiii, amor. Sí, sí sí. Hágase como dices.
Y Lenguas, y Lengüinas, se funden en sus ya, para siempre,
amigos peceros.
-Señoría, algo muy extraño sucede en nuestro país.
-¿Qué?
-Que se nos han escurrido los Lenguaraces a los que usted
ordenó separar.
-¿Cómo puede ser eso posible? ¿Es que no sabe hacer nada conforme ordeno? ¡Qué desastre de gobierno me
ha tocado encabezar. Si no me encargo yo de los asuntos de la Filología nada
sale conforme debe.
Así habla su ilustrísima Incomprensión, el amo y señor del
gran reino de Babel.
-Perdone usted, pero mis servicios de información floral me
cuentan que les vieron partir a lomos de brillantes escamas río arriba.
-Ande, mande llamar a Barullo, Mordaza y Ruido que con ellos
me entenderé mejor. Qué desastre, señor señor.
Así de indignado se muestra el orondo mastuerzo pateando
suelos de cristal y rompiendo moldes a la espera de que lleguen sus compinches.
Ya sabe lo que hará: instaurará la obligatoriedad de devorar a todos los peces,
pezuelos y pezones que pescarse pueda. ¡Acabará con ellos!
Pero… lo han adivinado, ¿verdad? Don Lenguas y doña
Lengüinas han encontrado refugio en un lugar adonde sus fieros agresores no tienen
entrada: Biblión se llama.
Y bien instalados que
están, la mar de a gustito. Tienen para elegir lechos y asientos sin fin: libros
y más libros los han acogido como de los suyos para siempre y por siempre.
Y colorín, colorado, los lenguados se han casado.
5 comentarios:
Alberto no paras de escribir. Cada día más prolífico e ingenioso. Y además ya veo que también no paras en actividades literarias y vitales. Me alegro un montón. Un abrazo.
Menudo don de lenguas tienes, Albertito, jejeje.
Que pases un feliz día, con más comedia que tragi. Un besito.
Paco, sí ahí estamos tratando de aprovechar las oportuindades que se dan de hacer cosas para luego compartirlas con vosotros que tanto me alentáis.
Y en cuanto a lo del ingenio, hay días en que uno está más inspirado que otros. Tú seguramente, bien lo sabes.
Bueno, que se dé bien.
Un cálido abrazo de luz.
Merceditas, qué gusto de volverte a leer por ésta tu casa. Qué alegría.
Sí, que el día tenga más de comedia que de drama. Que así lo sea también para ti.
Y algo de lenguas también sabes tú, mucho diría yo.
Ale, besósculos admiradósculos.
Albertooo, algo debe de haberme pasado entre tanta saliva, lengua y lenguado, que paréceme a mí que me he ido escurriendo entre la maestría que atesora el río de tus letras... escribes de novena dimensión, chico. No hay quien te alcance.
Como siempre, no te falta imaginación, ingenio, creatividad, ilusión ni emoción. Nunca defraudas.
Un abrazo entre lenguados de lenguas y lenguajes tragicomediados.
Rosaaaaa, jejejeje. Que no quiero verte seca como la mojama, sino bien empapadita para que las bisagras de tus bien entrenadas neuronas no chirríen. jejejej.
Se trata de satirizar en torno al actual problema de la incomprensión lingüística en un mundo cada vez más global y en el que debe primar la cultura integradora y los buenos libros.
Bueno, feliz día pescatero lenguadero.
Besos de luz chispeante.
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