jueves, 10 de diciembre de 2009

El orgullo de acoger


Transcurridos estos días de puente prenavideño en el que he tenido la dicha de estar acompañado, querría expresaros lo que para mí significan esas visitas: acoger a gente que estimo, desvivirme, volcarme.
La foto es una imagen de parte del belén que el ayuntamiento quiso ofrecer a sus visitantes. Una foto en la que estoy muy bien acompañado, por cierto.


Cuando personas muy queridas por mí me dicen que si podré acogerles en mi casa siento, a un tiempo, orgullo y preocupación.
Orgullo por poder recibirles y tener la certeza de que me entregaré para que se encuentren como en su casa, con la calidez del hogar.
Y preocupación por si sabré estar a su altura. Cuidar todos los detalles, interesarme porque todo esté a su gusto, mostrarles mmi mundo, cómo me muevo, hacerles de guía, entregarme. No sé.
Y sentir, plenamente, cuando se van, de que lo he conseguido, que una vez más he superado la prueba que me he autoimpuesto. Que todo ha salido bien, pese a mi ceguera, que el tiempo pasado les ha quedado impreso en su memoria y que me manifiestan su gratitud, su admiración.
Esta experiencia, hecha de hospitalidad, es para mí todo un reto que sé, podré superar, y que me proporciona enormes dosis de felicidad porque, bien lo sabéis, compartir momentos y ser el actor de ellos, tiene un enorme valor para mí.

3 comentarios:

Mercedes Pajarón dijo...

Orgullo, sí. Preocupación, ninguna, Albertito, porque eres el anfitrión pluscuamperfecto. Ya sé que dar sólo las gracias a alguien que se entrega con tanto empeño y cariño queda demasiado pobre, de modo que ese agradecimiento irá acompañado de muchas risas y sonrisas, para confirmar la felicidad que eres capaz de dar tan generosamente.
Besósculos mayúsculos! Mua!

Alberto dijo...

Gracias a vosotros por haberos arriesgado a ser envenenados con mis creaciones gastronómicas, jejejejeje.
En serio, gracias por venir.
Besósculos agradecidósculos.

Rosa Sánchez dijo...

Alberto: me uno al comentario que dejó Mercedes, no tienes por qué preocuparte, las cosas cuando se hacen con el corazón sólo pueden salir de una manera: BIEN. Y quien te visita seguro que sabe captar tu hospitalidad, y todo tu afecto y buenhacer.
Un cordial saludo.

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