jueves, 30 de septiembre de 2010

Felicidades, Maestras y Maestros

Os hablaba en mi anterior entrada de la petulancia de ciertos profesores y del ingenio de sus alumnos. Quiero hoy, no obstante, destacar la figura del Maestro con mayúsculas y felicitarle. Que para eso se celebra su día y bien merecido lo tiene.

Recuerdo a doña Rafaela, mi primera maestra cuando aún había escuela en mi pueblo y recuerdo a don Hermilo o don Arsenio. Les recuerdo cuando aún se les llamaba de usted y cuando te enseñaban a su estilo, bien es verdad, algo más que meros conocimientos académicos, valores y cariño.
Considero que es muy difícil enseñar, ser Maestro. Y si siempre lo ha sido, lo es más aún en la actualidad, cuando han perdido buena parte de su autoridad y, en más de una ocasión, se les pretende pasar la función de los padres en materia educativa.
Vaya mi reconocimiento hacia ellos y mi respeto a los que me enseñaron buena parte de lo que sé.
Recuerdo cómo aprendí el alfabeto, a don Arsenio que dibujaba en la pizarra los rostros de personajes célebres, cómo salíamos a buscar hojas para identificarlas o cómo doña Tere se esforzaba por hacerme comprender los misterios de la Física y la matemática, yo que siempre tuve mentalidad de letras. Cómo me recomendaron que comprase la enciclopedia Salvat de Arte para ayudarme a ver lo que no podía a través de las filminas (diapositivas). Ah, lo que daría por ver ahora lo que veía entonces y cómo me esforzaba por escribir con buena caligrafía..
        Bueno, lo dicho… un brindis por esas personas abnegadas y vocacionales que se esfuerzan por sembrar semillas de sólidos cimientos a base de tolerancia, interés y espíritu de aprendizaje en sus alumnos/as.

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martes, 28 de septiembre de 2010

Un cafecito

Os pongo una anécdota que me pasaron hace unos días y que me parece enormemente aleccionadora.

En la facultad de Medicina, el profesor se dirige a un alumno y le pregunta: "¿Cuántos riñones tenemos?"
"¡Cuatro!", responde el alumno.
"¿Cuatro?", replica el profesor, arrogante, de esos que sienten placer en pisotear los errores de los alumnos.
"Traiga un fardo de pasto, pues tenemos un asno en la sala", le ordena el profesor a su auxiliar.
 "¡Y para mí un cafecito!", replicó el alumno al auxiliar del maestro.
El profesor se enojó y expulsó al alumno de la sala. El alumno era el humorista Aparício Torelly, conocido como el Barón de Itararé (1895-1971)
Al salir de la sala, todavía el alumno tuvo la audacia de corregir al furioso maestro:
"Usted me preguntó cuántos riñones 'tenemos'.
'Tenemos' cuatro: dos míos y dos suyos. Porque 'tenemos' es una expresión usada para el plural. Que tenga un buen provecho y disfrute del pasto".
La vida exige mucho más comprensión que conocimiento. A veces, las personas, por tener un poco más de conocimiento o 'creer' que lo tienen, se sienten con derecho de subestimar a los demás...



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lunes, 27 de septiembre de 2010

Going-back

Por aquello de poner aquí buenas canciones, si pincháis en el título de la entrada, podréis escuchar lo nuevo de este cantante, todo un clásico ex de Génesis.
Que os guste.
Se admite explicación sobre las imágentes que aparecen.


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domingo, 26 de septiembre de 2010

El viejo marino

Con mis mejores deseos para esta semana que comienza, transcurrido el verano, vuelvo con mis cuentecillos.
Que os guste.


Cuando llegas al final de tu vida y sólo te quedan recuerdos, te das cuenta de que,total, tampoco estuvo tan mal. Tantas veces como te obcecaste con que tenías que hacer muchas cosas, que buscar gentes que te quisiesen, que alcanzar metas. Y, sin embargo, ¿ahora qué? Un blanco bastón nudoso, una gorraarrugada, una caracola y un sencillo crucifijo.
Perdida toda resistencia, apenas te quedan ganas de protestar, ¡tú que tan cascarrabias eras! Te llevaron a aquel asilo, so pretexto de que estarías bien, sin que quisieran ver que lo que a ti te habría agradado habría sido continuar residiendo en tu universo.
     Y es que tú, desde siempre, sentiste que pertenecías al mar. De niño construías barquitos de papel que botabas en la charca del pueblo. De mayor soñaste con que harías realidad aquellas fantasías de infancia, mas… no, no pudo ser.
Cuando los chicos de tu pueblo, iban a estudiar al seminario, tú te fuiste en pos de tu ideal. Convenciste a tu santa madre, ah ella, tan abnegada, de que triunfarías como capitán de navío, de aquellos buques cargados de tesoros con los que alimentabas tus noches en blanco.
Aunque ahora que lo piensas, a lo mejor, en realidad, a quien buscabas era a las sirenas con sus cantos. ¿Y si te acercas a tu viejo oído esa caracola? Susurros, murmullos, promesas…
Sigues fijando tu mirada glauca hacia el horizonte a través del ventanal que da al pequeño jardín mientras recuerdas, evocas, vislumbras.
Conociste a un encantador de serpientes, le seguiste con fe de adepto y descubriste que él sólo te quiso para explotarte. Claro, ¡eras tan joven, entonces!
Te dejaste arrastrar, seducir,  al son de su música:
-Rodrigo, mi nombre es Joham. Vine de lejos, de un país en el que la noche y el día se turnan durante seis meses, dejándose paso, la una al otro. De un lugar en el que pescar ballenas es lo más heroico, mientras sabes que una rubia mujer te espera. ¿Querrías acompañarme?
¿Qué podías hacer? Habías comprometido tu futuro ante tus mayores y creíste que el destino te salía al encuentro en forma de un rubicundo hombre de mirada de fuego. ¿Cómo te podían afectar, entonces, sus ademanes feroces, su voz bronca o sus manos de oso? Eras joven. Nada te daba miedo.
No te importó, tampoco, que al cruzarte con él, la atmósfera se tiñese de rojo sangre
ni que el aire se volviese inmisericorde. Pronto tuviste que saberlo. comprender que estabas en una inmunda bodega oscura, opresiva, lúgubre, en la que, tú y otros como tú, deberían vérselas con la suciedad y la herrumbre de un decrépito mercante cuyo puerto de destino os había sido ocultado pero que,desde luego, no era el prometedor oasis de riquezas anunciado, ni tampoco ninguna doncella de cabellos de oro te regalaría sus dones, al encontrarse contigo.
 El tiempo pasó viendo cómo te embrutecías hasta que… ¿Cuándo pudo ser? Un enorme estrépito se apoderó de tu mundo infecto. La más horrísona de las confusiones os rodeó. Sólo pudiste hacer una cosa: aferrarte al primer pedazo de madera que alcanzaste y dejarte llevar.
Y cuando quisiste abrir los ojos, la noche se había hecho eterna para ti, ompañera para siempre.
Con la torpeza de un recién nacido, tuviste que gatear a tientas sobre un lecho de arena.
Eso sí, algo habías ganado. Tu oído se había convertido en un experto paladeador de sonidos: hojas dejándose acunar por vientos amables, trinos de pájaros cantando al amor, olas de aquel océano que te llevó lamiendo labios de arenas puras.
Y entonces escuchaste aquella voz infantil que se dirigía a alguien. Tú no podías saber a quién, ni tampoco qué le decía ni cómo sería, pero lo que sí supiste fue que estaba pintada de bondad y que el futuro, para ti, cambiaba de rumbo, giraba el timón desde aquella playa ignota.
       Unas manos callosas de viejo se apoderaron de tus hombros, te ayudaron a ponerte en pie, mientras la niña seguía con su melodía y un perro correteaba a vuestro alrededor.
Te condujeron tierra adentro hasta una estancia fresca, acogedora. Te recostaron en una mullida cama al tiempo que te ofrecían un cuenco con leche tibia.
-Gracias, buenas gentes por vuestro auxilio _pudiste, apenas bisbisear_.
-Descansa, que ya nos contarás. Mi nieta, Isabel y yo te cuidaremos bien. Supongo que serás un superviviente del naufragio que ha habido hace dos noches.   Aunque se dijo que nadie se había salvado, por suerte, parece que no ha sido así.
  Los días fueron transcurriendo tranquilos, mientras tus heridas iban sanando. La niña, una muchacha despierta, vivaracha, alegre, te guiaba al borde de las rocas para oír cómo las olas os arrullaban. Explicaba cómo su abuelo y ella habían llegado a encontrarte y cómo ella disfrutaba acompañándole  
    Te acogieron, dejaron que te familiarizases con su cotidianeidad. Aprendiste a ayudarles. El perro, Canelo, te servía de lazarillo y te hiciste un hueco entre aquellos pastores.
Isabel retomó sus clases. Te contaron que sus padres habían querido emigrar en pos de mejor fortuna y que algún día vendrían en su busca. Todo iba bien asta que…
Cómo pudo ser, tú nunca lo supiste. El caso es que una mañana, unos hombres vinieron por ti. Dijeron que se te tenían que llevar para que testificases en un juicio a consecuencia del naufragio del Odín. ¿Qué te iba a ti en ello? ¿Mas qué podían hacer nieta y abuelo? Qué podías hacer tú?
Todo se trastocó. Una vorágine de abogados, papeleo, interrogatorios… para al final recibir una exigua pensión. Te planteaste regresar a casa de tus padres, pero te dio vergüenza llevar el fracaso como único bagaje y te quedaste.
Fuiste sobreviviendo, la pensión y tu espíritu de luchador fueron tus aliados hasta ace un año.
Entonces dijeron que eras ya demasiado viejo para vivir solo _como si no hubiera sido eso lo que he hecho toda mi vida_ y la asistenta social del ayuntamiento se empeñó en traerte aquí.
Es cierto, las cuidadoras se esfuerzan por agradar, hasta igual podría deciros que he ganado algún amigo, pero qué queréis. Éste no es mi hogar. Mi hogar debería estar en el mar.
¿Qué habrá sido de Isabel? ¿Sus padres la habrán visto feliz? Al menos, ojalá que ellos sí hayan tenido esa suerte. Los míos perdieron a su hijo, raptado por los sueños. Y encima, estoy seguro, de que me habrán perdonado y todo. Así de buenos eran ellos.
-Vamos, don Rodrigo. Cójase de mi brazo, que hoy se le ve triste.
-Hay, hija. Es que estoy cansado. ¿Querrías llevarme a la habitación para acostarme un rato?
Ya en su lecho, siente como si el mar meciese su alma y nota que sus manos han sido enlazadas por una niña con cara de ángel, con figura de aquella Isabel. Y se duerme en paz, sonríe al fin.
A la mañana siguiente, los residentes y demás personal de la residencia asisten a otro funeral, el de aquel viejo que decía había querido ser marino.            

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jueves, 23 de septiembre de 2010

Somos

Os hablaba de la muerte de José Antonio Labordeta coincidiendo con la de mi abuelo.
Independientemente de otras cuestiones, sus canciones son poesía pintadas  de buenos deseos. Su figura representa a Aragón en buena medida y no puedo olvidar cómo mi mejor amigo, Juan Rafa _otra estrella en el cielo_ lo idolatraba y me enseñó a conocerlo.
Vaya aquí mi pequeño recuerdo en forma de una de sus canciones. Como siempre, si pincháis en el título de la entrada, podreis escucharla.
 Somos
como esos viejos árboles
batidos por el viento
que azota desde el mar.
Hemos
perdido compañeros
paisajes y esperanzas
en nuestro caminar.
Vamos
hundiendo en las palabras
las huellas de los labios
para poder besar
tiempos
futuros y anhelados,
de manos contra manos
izando la igualdad.
Somos
como la humilde adoba
que cubre contra el tiempo
la sombra del hogar.
Hemos
perdido nuestra historia
canciones y caminos
en duro batallar.
Vamos
a echar nuevas raíces
por campos y veredas,
para poder andar
tiempos
que traigan en su entraña
esa gran utopía
que es la fraternidad.
Somos
igual que nuestra tierra
suaves como la arcilla
duros del roquedal.
Hemos
atravesado el tiempo
dejando en los secanos
nuestra lucha total.
Vamos
a hacer con el futuro
un canto a la esperanza
y poder encontrar
tiempos
cubiertos con las manos
los rostros y los labios
que sueñan libertad.
Somos
como esos viejos árboles.


el texto

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martes, 21 de septiembre de 2010

In memóriam, abuelo

Quienes hayáis mirado al cielo estos días, con esa mirada soñadora e ilusionada con la que ha de hacerse, estoy seguro de que os habréis percatado de que, desde el viernes pasado, hay una nueva estrella. Fijaos, hasta yo que sólo las veo cuando me topo con alguno de los innumerables obstáculos con los que uno suele tropezarse, también la he visto.
¿Que a qué se deberá esa nueva estrella? Yo os lo diré… es mi abuelo, que desde ese día y a sus 96 años de edad, partió para volver a compartir espacios con Susana, la que fuese su mujer hasta 1984 y que allá arriba le ha estado esperando hasta ese 17 de septiembre.
¿Qué puedo deciros de él y de su fallecimiento?
Que fue un hombre ligado a la tierra, a la naturaleza. Fue cazador, de los de antes, de los que tenían en la actividad cinegética un medio de supervivencia (su perra Caspita, su escopeta rudimentaria, sus capturas escabechadas por la abuela Susana o vendidas en Soria). Fue herrero, por ese apelativo se le conocía, supo forjar los aperos de labranza y las herraduras que calzasen las caballerías que tirarían de ellas. Y fue quien, con su hacer, ayudaba a que la matanza del cerdo fuese un ritual al par que una fuente de suculentas viandas para las gentes de mi pueblo. Cómo olvidar la manzanilla que cogía, las moras “pal Alberto _decía_” o las nueces que me cascaba para que yo no me tuviese que molestar.
Nos enseñó esa máxima de la que yo, a veces, os hablo: “el estar ahí”. Ser partícipe pese a no oír _su trabajo en la fragua le privó de ese sentido_, como fue su caso; o no ver, como es el mío. Cada domingo, casi hasta el final, iba a misa sin importar que no oyese lo que en ella se decía. Estuvo en el vermut de las fiestas de este año queriendo no perderse el ambiente y tantas y tantas veces como salió a los solanos del pórtico _portigao_ de la Iglesia, la báscula de la carretera o el quiosco de la música (éste ocupando lo que fuera la fragua en la que él trabajó hasta que dejó de ser necesaria al ser superada por la maquinaria agrícola).
Supo regalar sonrisas a quien se paraba a saludarle, o se acercaba a decirle algo. Y supo, también, crearlas por medio de sus expresiones y calidez, eso sí con la sobriedad del castellano.
No se resignó a la pasividad de ir dejando que la vida transcurriese vacía. Mantuvo el afán por enterarse de cuanto sucedía _siempre pendiente de la tele o el periódico_, vigilando quién iba o venía, pidiendo que le dejasen ayudar en casa.
Ejemplificó el gusto por la disciplina: ése darle cuerda al reloj de bolsillo cada día, ése tomarse las gotas que le habían prescrito sin dejárselas ni un solo día, esa rigidez en los horarios…
No puedo olvidar cómo me hablaba de los tiempos en que, allá por la posguerra, había venido a Madrid y los recuerdos que le quedaron (la pensión en la calle Amor de Dios, la farmacia El Globo…). Lo mismo que cuanto narró de su experiencia en la Guerra y tantos otros recuerdos como cuando condujo el Man, el primer tractor que venía  al pueblo (una novedad transcendental para Fuentestrún) o cuando conoció a Manolo Escobar y sus hermanos.
Al tiempo que escribo estos recuerdos, le veo, vislumbro su porte erguido, alto, su boina, la gayata. Veo cómo se afana en darnos los “aguilandos” y cómo cada vez le digo “que nos los des muchos años”…
Oigo los martillazos en el yunque, el calor de la fragua alimentado por el fuelle…
 Morir en casa, con la mente lúcida, sin apenas dolores,teniendo sus manos sostenidas por sus dos hijas, recibiendo el respeto y la compañía de mucha gente y siendo objeto de una misa para él, no como esos tantos funerales hechos a modo de plantilla en los que sólo varía el nombre de los protagonistas. Y aún más, recibiendo _estoy  seguro de que él lo contempló, el sentimiento ejemplar,genuino, pleno, desgarrado, de sus dos biznietas (han sido unas maestras) con un gesto como muestra: Isabel pidiendo que se introdujese en el ataúd la baraja con la que jugaban (esosí, sólo las cartas; la funda se la quedó ella) o cómo Susana llora sostenida por mi brazo firme son imágenes para el recuerdo.
El domingo moría otro Abuelo, José Antonio Labordeta _mucho se ha dicho de él y su figura_. Yo también le admiré como cantautor y poeta, como maestro de escuela en ese Teruel mío y como idolatrado por mi buen Juan Rafa. Vaya para él, también mi homenaje, pero Alejandro, mi abuelo, ocupa hoy estas torpes líneas, trazadas desde el corazón.
Gracias a Dios por regalarme el haber podido presumir de un abuelo como él durante tantos años y gracias a Él por dejarme recuerdos compartidos.
¡Va por ti, Abuelo!
In memóriam!
       

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miércoles, 15 de septiembre de 2010

Fuentestrún: los logros de un pueblo y sus gentes


Os he hablado de mi odisea zamorana, pero ahora toca reseñar la otra parte de mis vacaciones, ésa que he compartido  con familia y raíces.
  Y he de hacerlo, resaltando los logros de mi pueblo,todo un ejemplo, un milagro en medio de la amenaza del despoblamiento castellano.
Convivencia en forma de fiestas. Éstas, en honor a San Pedro apóstol, tuvieron como nexo ese sano ejercicio a través de momentos endulzados en torno a la gastronomía de por allí (chorizo, torreznos, aperitivos regados con “perolo”, vino dulce con melocotón y azúcar) y la música en forma de verbena, charanga y misas ensalzadas por, entre otras, la voz celestial de una jotera. Nadie fue menos, todos fuimos uno.
Generosidad y hospitalidad compuestas de entrega. El mejor saber hacer, invitando a quienes allí iban, a sentirse como unos más. Como ejemplo ese local siempre abierto en el que a nadie le faltaba un vaso del ya citado perolo condimentado, éste sí, por la mano sabia de los hombres mayores.
Saber agradecer a quienes nos han legado valores y nos han forjado ese carácter tan señero como es el del soriano. Una escultura, cuya imagen corona esta entrada, que representa al agricultor de toda la vida, con su arado, su caballería y su mirada limpia al frente. Y un texto que habla de no cejar ante las inclemencias y de sembrar semillas de tesón, esfuerzo y lealtad dan fe de ello.
Cuidar lo de todos haciéndolo acogedor dentro de la sencillez: esas eras que ahora son un parque arbolado, esas plazas o aquellas que otrora fueran escuelas y ahora son punto de encuentros.
¿Podréis creerlo? Cuando no hace muchos años, el futuro se pintaba negro, ahora acercarse a Fuentestrún constituye un regalo envuelto en los colores de la naturaleza o la sorpresa.   
   

  
    

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lunes, 13 de septiembre de 2010

Zamora a través del tacto

Como os comentaba ayer al narraros mis andanzas zamoranas, os pongo el artículo que apareció en La opinión de Zamora, el pasado domingo.
Aunque tiene algunas inexactitudes tal vez sirviese para quealguno de quienes lo leyeron, tengan otra imagen de la discapacidad y de lo que puede alcanzarse con ganas.


Alberto Gil es un turista madrileño que ha aprovechado sus vacaciones para conocer Zamora, «una ciudad preciosa». Nada llamaría la atención en él si no fuera porque se trata de una persona ciega, que se ha atrevido a venir solo a una ciudad desconocida. Su día a día es toda una historia de superación, ya que realiza prácticamente todas las actividades que puede llevar a cabo una persona con visión normal. Ha aprovechado para conocer la Catedral, las distintas iglesias y monumentos de la ciudad o pasear por el Duero. Con el tiempo, ha aprendido a usar mejor otros sentidos, por lo que se trata de un viajero que saber apreciar especialmente bien todos los placeres gastronómicos que ofrece la ciudad del románico.
DIEGO GONZÁLEZ «La gente me pregunta que saco con viajar si no veo nada. Pues estar en los sitios, que es lo más bonito». Así resume Alberto Gil, un turista ciego de 44 años que visita estos días la ciudad, su experiencia viajera. «Como si los ciegos no pudiéramos hacer turismo?»

Alberto Gil, soriano de nacimiento y madrileño de adopción, llegó a Zamora el pasado domingo por la noche y se desplazó solo desde la estación de autobuses hasta el Parador, maleta incluida. «Fue fácil, cualquier persona a la que pido ayuda me la ofrece enseguida. Gracias a la gente me llevo una impresión inmejorable de Zamora. Nadie me ha negado acompañarme hasta cualquier sitio en los días que llevo aquí».
El turista destaca de Zamora su accesibilidad para personas ciegas. «Son cosas que los que tienen una buena visión no aprecian, pero por ejemplo la alfombra verde de la calle Balborraz me ha ayudado muchísimo cuando he querido acercarme al río. Sólo tengo que seguirla y me deja allí». Una vez en la orilla del río solo tiene que seguir el sonido de la corriente. «Además hay algo parecido a caminitos por muchas calles, se combina diseño y accesibilidad. Es una ciudad bastante fácil para los invidentes, casi todo el casco antiguo es peatonal y eso facilita mucho las cosas».
Alberto Gil apunta que, al carecer del sentido de la vista, ha aprendido a apreciar más otros, y la mejor prueba es el gusto. «He estado en pocos sitios dónde se coma mejor que en Zamora. Todo lo que he probado me ha gustado». Cosas como tomar una cerveza o un café en un bar tampoco quedan fuera del alcance de este turista, «lo único que tengo que hacer es pedir ayuda para que me digan dónde hay una terraza».
No debe ser fácil imaginar una ciudad que no se puede ver, pero para Alberto ya es algo habitual. «Yo tengo mucha imaginación, una de mis aficiones es escribir cuentos para niños. Es bonito imaginarte una ciudad entera por la que estás caminando». Además de esto, se confiesa un gran aficionado de la historia de España. «No puedo explicar lo que sentí al lado de la estatua de Viriato. ¿Qué pensaría si viera que tiene una estatua en su honor en una ciudad?, ¿Cuál sería su personalidad? Esto es vivir la historia».
En principio una de las mayores dificultades que se le pueden plantear a una persona ciega es reconocer los monumentos de una ciudad nueva. Alberto Gil tiene su propia técnica. «Lo que suelo hacer es acercarme a las tiendas de regalos y pedir al dependiente que me preste una figura. Como son réplicas exactas, con tocarlas se hace fácil tener una imagen mental del monumento en cuestión». De esta manera Alberto conoce la Catedral de Zamora o la estatua de Viriato «igual que cualquier otro».
Y no todo son maquetas. Antes de entrar a cualquier tienda de souvenirs el turista ya tenía una imagen bastante cercana de los monumentos. «Los invidentes sabemos aprovechar mejor otros sentidos. Más o menos tenía una idea de la amplitud y la altura de la Catedral gracias a la voz. Sólo hay que hablar y percatarse de dónde rebota el sonido para tener una idea aproximada, y bastante cercana, de la altura del edificio». Además aprovechó para tocar algunas partes del templo. «No me hace falta verla para saber que la sillería es impresionante».
El sistema se repite con la estatua de Viriato, pero la imagen no fue tan exacta. «Me ayudaron y conseguí tocar la cabeza de carnero y una parte del pedestal, pero no alcancé más arriba. Simplemente estar tan cerca es más de lo que conseguiría si la pudiera ver».
Durante su estancia Alberto Gil ha realizado dos visitas guiadas a la ciudad: una solo y otra en grupo. «Lo único que necesitamos es más tiempo para las visitas, tenemos que ir más despacio». Por lo demás, exactamente igual. «En la visita que hice en grupo simplemente tuve que agarrarme del brazo de la guía para seguir el ritmo normal».
Entre risas, confiesa que «algo que también me gusta mucho es escuchar las conversaciones de la gente que se sienta a mi lado en las terrazas o en algún bar. No porque yo sea un cotilla, si no porque me gusta imaginarme las caras de la gente por su forma de hablar y lo que cuentan».
Durante los días que ha pasado en la capital, Alberto Gil ha tenido tiempo de vivir alguna anécdota divertida. «Mientras paseaba por el Duero sentí que necesitaba sentarme. Espere hasta que pasó alguien y le pregunté por un banco. Debió entender que quería ingresar dinero, porque me contestó que no era de aquí. ¡Si sólo quería sentarme!».
Alberto Gil no cuenta en sus viajes con muchos instrumentos que le ayuden a desenvolverse mejor. Tan solo ha traído desde Madrid su bastón y un reproductor portátil de música para amenizar las horas. «En casa tengo más cosas para poder llevar a cabo una vida normal, como un ordenador adaptado con voz, pero a mis viajes sólo llevo esto». Con este material Alberto a viajado, solo, a Toledo, Ciudad Rodrigo, León, Barcelona y Soria.
Con el tiempo ha aprendido ha aprovechar las situaciones del día a día para poder guiarse. «La gente no suele darse cuenta, pero en la mayoría de los hoteles los números de habitación están escritos en relieve. Una persona con la vista sana ni se percata, pero a nosotros nos ayuda a no meternos en la habitación del vecino».
Apunta que no se ha planteado hasta el momento hacerse con un perro guía. «Mucha gente me pregunta que por qué no lo hago, pero es que un perro requiere muchos cuidados. De esta manera, cuando llego a casa tan solo tengo que doblar mi bastoncito y guardarlo en cualquier sitio».

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Zamora, la ciudad de los caminos

Permitidme que comparta mi verano. Empezaré haciéndolo narrando de cómo fui a Zamora y qué imágenes me he traído de esa ciudad.
Zamora, la Perla del Duero, la ciudad del románico con sus murallas, su catedral, sus edificios modernistas,sus plazas y calles peatonales, Viriato, el Cid y doña Urraca.
Llegar un domingo a mediodía, comenzar la aventura decidiendo dar un paseo hasta su parador, un palacio del siglo XV en el que tenía reservado alojamiento. “¿Está lejos el parador? ¿Puede irse andando? Ah,no es difícil… ya te pongo en un punto y a partir de ahí, todo recto. Que disfrutes y tengas suerte”. Al cabo de un buen rato de callejear, objetivo cumplido.
Haces los trámites para que te asignen la habitación. Has de esperar a que te la preparen porque el día de antes ha habido una boda y aún no está disponible. Entretanto puedes tomarte la consumición de bienvenida con que te obsequian por ser Amigo de Paradores.
La habitación es amplia, no te da tiempo, entonces, de comprobar que en la puerta tiene el número en relieve. Eso sí, tocas los cuarterones de las puertas y balcón, típicos de Castilla. Haces el reconocimiento de rigor: el cuarto de baño con sus botecitos de aseo rotulados en braille, el escritorio, el sofá de dos plazas, las camas y dos silloncitos en torno a una mesa redonda. Preguntas cómo se maneja el aire acondicionado, pasas de la tele, pero no de la cajita con bombones que endulzan tu llegada. Hora es de buscar el comedor para alimentar cuerpo y espíritu.
Creías que la carta con los menús estaría en braille, pero no. Bueno, te la leen y piensas que habrás de ir probándolo todo, que debe estar buenísimo. De momento, una parrillada de espárragos, lomo de ternera de Aliste y cañas zamoranas de postre. Días vendrán para degustar ese bacalao a la tranca, ese arroz con boletus, ese trío de lechugas con frutos secos, manzana y queso fresco, ese gazpacho de sandía o ese solomillo de pato -este último manjar no llegaré a catarlo pues al pedirlo se confundirán y el solomillo que me preparen resultará ser de ternera (no será malo el cambio, qué va)-. Esos helados sobre tulipa de barquillo o esas aceitadas serán los postres ideales para acompañarlos. Un vino de la zona, cómo no: un rosado de nombre Valdeoscuro (por algo mis ojos están teñidos de ese color).
A la tarde, tras justa y necesaria siesta, pides que te enseñen el edificio con su patio interior acristalado, su pozo y sus escudos nobiliarios en columnas, su armadura a caballo, su jardín con la piscina, sus escaleras y pasillos de piedra cubiertos de una alfombra que te servirá de encaminamiento (el primero de los que irás descubriendo y que tanto te ayudarán a llegar sin perderte).
La tarde de domingo va declinando, piensas que es hora de buscar otro camino, el que te conduzca al Duero. Alguien te ayuda, cree que te caerás,que es muy difícil, que cómo se te ocurre explorar. Pero de algo sirven sus atemorizadas explicaciones. Escuchas el rumor del agua que quiere acompañarte, acaricias la barandilla que te servirá de guía y te concentras en memorizar el itinerario. Para una primera toma de contacto ya es suficiente.
La noche es amable, el clima bueno y el ánimo dulce. Busco una mesa donde pueda tomarme un café bajo la atenta mirada de aquel legendario luchador lusitano que acabaría siendo traicionado. Me pregunto qué pensará, si se sonreirá al ver cómo un ciego ha acabado allí, imaginando qué aspecto tendrán quienes le rodean, qué anécdotas y recuerdos le quedarán de ese viaje.
Al día siguiente, después de un majestuoso desayuno, visita guiada. Esta actividad, junto con otra que la complemente, hará que pise los puntos emblemáticos de la ciudad: el Portillo de la Traición, la Plaza Mayor, el Barrio de Olivares con sus aceñas y molinos, las iglesias -la de San Claudio tiene unos capiteles increíbles que puedo tocar, la de la Madalena, un sepulcro magnífico y la catedral, unos tapices y un coro superiores-.
Las guías te cuentan historias y leyendas, informaciones que te enriquecen: cómo los zamoranos disponen de su playa, la de Pelambres, cómo ha sido restaurado el castillo, cómo San Atilano encontró su anillo en el estómago de un pez o cómo, para acoger la exposición Las edades del hombre en 2001, renovaron el pavimento del casco histórico dotándolo de una textura granítica en el centro de las calles para señalar metas a las que dirigirse. Sin ellos pretenderlo, hicieron que para mí fuese fácil seguirlos.
El tiempo fue pasando. Me familiaricé con los paseos por el río -ni me caí ni me perdí-. Localicé unos bancos donde sentarme a escuchar el agua -a quien le pregunté por ellos debió creer que buscaba ingresar dinero ya que, en vez de mirar y verlos, se limitó a decirme que no era de allí (¡toma castaña!)- y atravesé sus puentes, el medieval de piedra y el de hierro con tablas en su acera (otro camino).
A alguien le llamaron la atención las andanzas de este cegato y los del periódico La opinión quisieron entrevistarle. El resultado lo tenéis aquí:
http://www.laopiniondezamora.es/zamora/2010/09/12/zamora-traves-tacto/462463.html
Con todo llegó el viernes, el regreso, el balance.
Una aventura plena, sentirse un turista más, en el sentido de explorador, el haber adquirido nuevos conocimientos a “primera vista”,de manera directa, haber transitado por la Historia, haber estado allí.
Las atenciones de quienes me ayudaron, unos con más normalidad y otros con extrañeza y hasta temor, la magia de pasear y soñar, la tranquilidad del entorno por el que deambulaba al ser peatonal, y el orgullo de haberme enriquecido otra vez más.

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sábado, 11 de septiembre de 2010

Mi vuelta al cole

Hace nada era 19 de agosto, daba vacaciones a Tiflohomero y expresaba mis deseos y reflexiones.

Hoy, 11 de septiembre, día tan cargado de significados, vuelvo al cole, retomo mi actividad con ilusión y ansias de poder seguir ahí aspirando a ser uno más.

Espero que me acompañéis en mi propósito porque vuestro aliento resulta esencial para mí.

¿Que cuáles son esos proyectos? Ahí van algunos…





Esforzarme más aún para que en mi actividad cotidiana, tanto laboral como personal, mis acciones puedan ayudar a alegrar el espíritu de quienes se crucen en mi camino.


Brindar mi experiencia y posibilidades, siempre menos de lo que me gustaría, para mostrar que merece la pena sonreír, mirar hacia delante y romper límites.

Continuar llenando mi existir de aprendizaje y vivencias.

Crear relatos en los que la fantasía envuelva la transmisión de valores y optimismo.

Y seguir dejando huellas a través de Tiflohomero, pero además vertiendo trazos de viajes en un nuevo espacio: “Explorando a tientas” que dejen constancia de una pequeña parte de lo que puede lograrse a base de empeño, tenacidad e ilusión.

¿Y beber cultura? ¿Saborear amistad? ¿Acariciar belleza? Claro, cómo no. ¿Quién podría resistirse? Estoy seguro de que vosotras y vosotros tampoco lo vais a hacer.

Mucho ánimo y adelante siempre, y si es con una sonrisa mejor aún.

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jueves, 19 de agosto de 2010

Vacaciones, al fin


Pues sí, vacaciones al fin.
Mañana es mi último día de trabajo hasta el 13 de septiembre, así que Tiflohomero, y su autor, dejarán de daros la lata por unos días.
Espero que nadie falte a la vuelta y que podamos compartir experiencias y proyectos para el futuro.
Y os preguntareis: ¿no nos va a señalar este hombre los hechos que más han destacado para él en este tiempo de 2010? Claro, sí sí, ahí van:

Un cambio en el trabajo, con la necesidad de asumir nuevas responsabilidades de gestión. Lo que en un principio pareció un nuevo reto, ha sido fuente de quebraderos de cabeza que me han traído nervios y dudas, aparte de no estar tan centrado en la creación de cuentos y publicación de andanzas. En fin, ahí vamos resistiendo en laesperanza de que merezca la pena.
Saciar mi sed viajera. Puede decirse que no han sido pocos los lugares visitados: desde esos Berlín y Praga hasta los Vilaller y Villamayor de Santiago pasando por Jaén, Cantabria, Bilbao, Pedrezuela y Talavera de la Reina. Teniendo además la perspectiva de unos días en la Castilla Soriana y zamorana. De todos estos lugares he procurado atesorar cultura y recuerdos que me aporten nuevos bagajes de conocimientos.
Lo mismo que alimentarme con buenas lecturas y actos culturales que han proporcionado tanto disfrute a mi espíritu: libros como “La jaula de oro”, “Seda negra” o “La casa del propósito especial” o musicales como “Chicago” y un concierto en la Sinagoga española de Praga.
Que mi grupo del taller de lectura que imparto, fuese capaz de sobreponerse al apuro de leer en voz alta y deleitase a todos quienes fueron a acompañarnos con una actuación magnífica, en torno al braille y las leyendas.
El haber puesto voces a personas con las que me venía relacionando de forma virtual. Todas ellas, voces que han ratificado ese sentimiento mío de privilegio ante tanta gente que me regala su afecto por lo que soy, sin importarles mi ceguera.
Y tantos momentos compartidos en torno a una buena mesa y mejor charla. ¿Cómo olvidar a todos los que me felicitasteis por mi cumpleaños, haciendo que sintiera, tuviese la certeza de que no estoy solo? O, faltaría más, ¿quién podría dejar de ser dichoso ante las alegrías que me dan mis añoradas sobrinas?
Gracias siempre por tanto como me aportáis.
¡¡Un brindis por vosotras y vosotros!! ¡¡Por la amistad y muchas sonrisas luminosas!!

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lunes, 16 de agosto de 2010

Sentirse querido

Para alguien, como yo, que muy bien sabéis, simplemente aspira a ser uno más, el que le traten con el cariño y la naturalidad con los que fue agasajado el pasado fin de semana, es todo un regalo al par que un privilegio.

Mi amiga elena, quiso hacerme partícipe de un acontecimiento de su pueblo, Villamayor de Santiago, localidad conquense de hondas raíces históricas entroncadas en la Orden de Caballeros de Santiago. Se trataba de celebrar, por primera vez, las fiestas del barrio del Arrabal.
Pero, además, podría ponerle, por fin, voz a una persona siempre receptiva a mis chaladuras y andanzas: Julia, maestra y coordinadora del coro, además de una excelente persona y todo un torbellino de entrega.
Fui recibido por la familia de elena con el calor de las gentes buenas, me mostraron su casa, se entregaron para que mi ceguera se hiciese luz y lograron que me sintiese emocionado.
Aprendí que la vida ha de contarse, verdaderamente, por los abrazos que uno recibe, mas que por los años que vive. Que la necesidad es una señora que todos llevamos dentro y que a poco que la llamemos vendrá en nuestra ayuda para sacarnos de cualquier apuro.
Tuve ocasión de pasear, bastón en ristre, cual Quijote, por las calles y por su Plaza Mayor. Tomarnos una cervecita como uno más, ir al pub La Cochera, de la misma guisa o escuchar eso tan halagador de “pero si tú ves”.
¿Y a la tarde del sábado? Tras siesta inevitable, imbuirme del ambiente, de los preparativos, Julia a la cabeza: unos colocando los tableros a modo de mesas, otros preparando la zurra o sangría con frutas, quiénes condimentando la caldereta, los aperitivos o las tartas, y cómo no
.. la pólvora, la música y la charanga.
Pero más allá de lo material, lo esencial fue la armonía, el afán porque todo saliese bien, la voluntad de ayudar, que no faltase de nada y que todo el mundo se sintiese protagonista. Méritos éstos que han de atribuirse, en buena medida a Julia.
¿Y las curiosidades? Que se elija a la reina y damas de las fiestas en la puerta de la carnicería, que se nos “corone” con un pañuelo alusivo lleno de significados o que se improvise la charanga de los Arrabaleños. Que se me haga poner de pie, cual artista de…, que se me presente al sr. Alcalde _pobre de mí, con lo que me gusta el pasar desapercibido, porque ya, bastante destacamos ya.
La noche se hizo corta, pero ello no impidió que a la mañana del domingo, todo estuviese recogido como si no hubiésemos cenado y bailado más de 100 personas.
Y es que a las 10 de la mañana había que volver a salir todos para continuar haciendo piña en torno al chocolate con churros.
Me sentí a gusto, como si fuese de allí,como uno más.
Me faltaba visitar dos lugares emblemáticos: el museo etnográfico,enclavado en un antiguo molino de viento, de aquéllos contra los que luchara cierto Don Quijote, y la iglesia de la Ascensión. Ambos lugares me fueron explicados con el afán de hacérmelos visibles. Es más, tuve ocasión de recibir toda una clase de Arte gracias a Don Luis, maestro jubilado, pero toda una autoridad en la Historia de la comarca.
Y aún me dio tiempo a más: recorrer el merendero y circundar las nuevas escuelas.
Todas estas visitas para mí estaban llenas de simbología, eran nexos que me unían a la cultura y, sobre todo, a la nobleza, de las gentes manchegas.
No pude resistirme a comprar su exquisito queso autóctono, ni a querer fijar en mi memoria este fin de semana tan lleno de emociones.
Y claro… cuando alguien me saluda, yo digo _con mirada pícara y sonrisa limpia_: “no te vi anoche”. A lo que me responden: “¿Cómo? Si bailaste conmigo”. “Uy, vaya ciego que soy. Debe ser que me deslumbraste”.
Gracias a Elenita y su familia, y a Juli, por darme tanto, por no dejarme que fuese uno más, sino que fuese de los que más.

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miércoles, 11 de agosto de 2010

Museo

¿Qué os parece si vemos una nueva etimología y, de paso, os doy la idea de visitar uno de tantos museos como los que tenemos a nuestro alrededor?

Si lo pensáis, museo y musa son dos palabras que tienen la misma raíz, ¿será casualidad o es que una palabra deriva de la otra? En realidad, la palabra museo proviene de musa.En la mitología griega, las musas eran nueve. Hijas de Zeus y de Mnemosine, presidían las Artes y las Ciencias. De ahí su relación con los artistas, a los que inspiraban y ayudaban en su trabajo.En el año 290 antes de Cristo, en la ciudad egipcia de Alejandría, Tolomeo I Sóter creó un lugar que en griego tomó el nombre de mouseion. En él se encontraba la famosa biblioteca, además de salas de lectura, comedor, jardines y hasta un zoológico. Este idílico edificio estaba destinado a que los sabios encontraran la tranquilidad necesaria para trabajar. El fuego acabó con todo aquello en el año 270 después de Cristo, pero su nombre, mouseion, derivó posteriormente en la voz latina museum. A diferencia del mouseion griego, que estaba destinado a los sabios, esta nueva edificación era un templo dedicado propiamente a las musas como diosas.El significado actual de la palabra, que designa un lugar donde se exponen piezas de arte, llegó en el Renacimiento, época que recuperó muchas obras de arte clásicas gracias a las excavaciones, y en la que se empezaron a exponer para que fueran contempladas por el público.Saludos

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martes, 10 de agosto de 2010

Spreewald: la Venecia de Brandeburgo


Quienes me leyerais el otro día, al hacer mi pequeña crónica del último viaje que he llevado a cabo, recordaréis que hablaba de Spreewald como el paraje que más me había gustado por su encanto y frescor.
Pues bien, una vez recibida una imagen que lo representa, quiero abundar en él para invitaros a que lo visitéis y disfrutéis tanto como lo hice yo.

Cerca de 100 kilómetros al sudoeste de Berlín, en el estado federado de Brandeburgo se encuentra la región Spreewald, un paisaje natural único en Europa. Con cerca de 75 kilómetros de largo y hasta 15 kilómetros de ancho forma una baja tierra alargada. Innumerables corrientes de agua atraviesan una zona fluvial cubierta de bosques y prados y el río Spree toma carácter de un delta interior. Spreewald surgió hace cerca de 20.000 años después de la última glaciación, cuando se formó el río Spree en un laberinto de casi 1.000 kilómetros de pequeños ríos. Desde muchos lugares salen tradicionales viajes en barca hacia el laberinto de agua, que atraen a miles de visitantes. Las numerosas pequeñas granjas isleñas en la “Venecia del campo” están conectadas unas con otras a través de pequeñas y grandes vías fluviales. En las casas de 200 años de antigüedad se reviven las costumbres y el artesanado de tiempos pasados.
A través de la creación de la biosfera, con una superficie de 474 Km² y reconocida por la UNESCO, se ha hecho posible conservar, tanto para el hombre como para la naturaleza, este único paisaje modificado por el hombre con sus finas redes de aguas, campos, prados y bosquecillos. Quien quiera descubrir la región Spreewald por cuenta propia, puede rentar una piragua o canoa o explorar la región a través de las muchas ciclo-vías y senderos de excursión. En bote propio no se debe renunciar a la orientación. Ofertas de excursión y mapas fluviales se ofrecen en todos los lugares de alquiler de botes. Los canales de la Spreewald no sólo sirven de diversión para los visitantes. Los aldeanos del centro de la Spreewald utilizan las vías fluviales para ir a trabajar o hacer compras.
Spreewald se enriquece por el patrimonio cultural de los sorbos y eslavos con sus costumbres eslavas. Ellos fueron los primeros colonos en esta región y una población de ascendencia eslava Su lengua y cultura se conserva aún hoy y se puede vivir desde muy cerca en numerosas fiestas. En la mayoría de los lugares en Spreewald se habla alemán y sorbio. El encanto de la sencillez y belleza natural es lo que hace a Spreewald tan atractivo. Los manjares se preparan casi exclusivamente con productos de la región. ¿Y quién no conoce los famosos pepinillos de Spreewald? Se deben probar frescos o llevárselos a casa encurtidos en frascos.
Encanto urbano encuentran los visitantes en Cottbus, la segunda ciudad más grande de Brandeburgo. Casas burguesas adornadas lujosamente caracterizan el casco antiguo. El teatro estatal presenta el estilo Jugendstil tardío en su perfección y brilla con escenificaciones exigentes y conciertos. Para los fanáticos de la jardinería es casi un deber visitar la vega del Spree. Aquí se encuentra el parque Branitz del príncipe Pückler con sus pirámides únicas en Europa, una obra maestra de la jardinería alemana del siglo XIX. El príncipe Hermann de Pückler-Muskau comenzó en 1846 con los costosos trabajos y estuvo seguro de que lograría conseguir una naturaleza estética y que ésta se convertiría en su obra maestra. Efectivamente lo logró con éxito. Cuando murió en 1871, fue enterrado en la pirámide del lago de Branitz, tal y como fue su último deseo.



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domingo, 8 de agosto de 2010

Don Romualdo y Perejil van de excursión

Ya se sabe: agosto es tiempo de viajes y periplos, así que nuestro inefable loro Perejil y su amo, han hecho lo propio.
Que os gusten sus andanzas y que estéis soportando el calor con alegría.
Buena semana.

-Amigo Pere, coge otra bolita de coco de éstas que nos ha regalao la nueva panaderita, ésta sí que es simpática y no la sosa de la Paca _ya tiene guasa, trabajando en una dulcería_, y así hago yo lo propio, a su salud y pa que nos dure y no se nos vaya con algún jovenzuelo.
-Poz zí que eztán de zúpate eza pruma. Y oiga, zeñ’uzté, que m’ha dicho la Merce, la jardinera, que ci no apuntamo a una ezcurció que va a organizá la Diputa´çió pa celebrá que zomo uropéoz.
-¿Y qué pintamos nosotros en eso? Si yo no veo ni gato de escayola y tú me parece que tampoco eres de los que te guste meterte en periplos, que te has hecho a aletear por estos parajes cascajelenses y no hay quien te saque.
-Bueno, a lo mejó lo pazamo bié y to. M’ha dicho que le cuidarán bien. Que z’anime.
-Bie, bien; hágase. Con tal de darte el capricho…
-Oiga que yo… maz que na ppor uzté. k’hay que zalí a ver mundo.
Nuestros amigos se presentan el día de la partida para Talavera de la Reina, el lugar elegido para el bautizo viajero de ciego y loro.
Enseguida se acerca la mentada Merce y, con tono risueño, planta dos sonoros besos en la mejilla del ex secretario.
-Oiga, oiga; ceñá Merce que yo tambi´n quiero argoooo….
-Pero mira que es celosón este loro.
Al tiempo, enrosca en torno a sus dedos índice y anular alguna de lasesmeradas plumas del rumboso.
La sorpresa de la monitora del viaje es mayúscula al ver que uno de los participantes llega con semejante compañía avípeda.
-Estoooo, ejem. ¿Es necesario que traiga este especimen a la excursión?
-Aaaaa, faltaría más. Pues claro, es mis ojos y mi compañía, mi loro guía. No se preocupe que es muy formal, aunque… algo picarón y si se descuida a lo mejor le da por picotear en ciertas campanas.
La guía, una joven recién licenciada en materia turística se ha percatado de que las campanas a las que ese peculiar integrante del grupo se refería, tenían mucho que ver con su anatomía y no ha podido evitar que el rubor se presentase a sus mejillas. Menos mal que no ve este señor, que si no.. _se ha dicho_. En fin, comencemos que parece que no me he levantado hoy con buen pie. Esperemos que el bicho ése se porte bien y no nos amargue el viaje.
El autocar se pone en marcha. Romualdo, elegantemente ataviado, con su loro, que se ha acomodado en el regazo de su dueño, y la Merce, con un atuendo más propio para la ocasión, ocupan sus asientos. No conocen al resto de participantes, pero tal vez al final del día puedan no decir lo mismo y quién sabe si no habrán hecho alguna amistad, que para eso va Perejil con su gracia y donosura.
La carretera discurre por la llanura manchega, Perejil mueve su pico a derecha e izquierda para no perderse nada y don Romualdo y la simpar jardinera van en amena charla, contándole ésta lo que se vislumbra a su paso.
Han parado, cómo no, a hacer un pipí y tomar un cafelito. Para Perejil una de esas naranjas en gajos que tanto le gustan, de las buenas, no de las de zumo. En la parada, una madre con su hija les han preguntado a nuestros protagonistas si les importaría que se sentaran a su lado y han comenzado a charlar sobre sus expectativas de la excursión. Que si les llevarán a ver un alfar de cerámica, que si irán a ver el paseo de los Toreros o la Colegiata y la plaza del Pan.
-Poz oigan, que a mí, er pan me guzta untao en vinito durce como zopétaz.
-jejejjeje. Los cuatro ríen la ocurrencia del plumiverde.
-Susana, de unos cuarenta y tantos años, curiosa por naturaleza,
Inquiere acerca de Perejil, ante lo que éste no desaprovecha la ocasión de explayarse en chanzas y lorerías. Mientras, su mamá, una señora de porte sencillo pero de mirada noble, les cuenta a nuestros amigos que a ella le gusta viajar, que suele hacerlo con la niña, ahora que su Joaquín les dejó al ser raptado, ya saben, _dice_ por la maldita DAMA DE LA guadaña.
El ex secretario cuenta que es su primera experiencia viajera, que no se había apuntado muy convencido, pero que, con el paso de los días, se había ido ilusionando pensando en lo que podría percibir de olores, espacios y sonidos.
La Merce dice que se alegra mucho de hacerle de guía, que tratará de que vea con la luz de la palabra, describiéndole todo lo que mejor sepa.
-Ay, hija; bien sabes tú que te portas demasiao bien con este ciego quisquilloso.
-Ande, ande, bah bah bah. Si yo lo hago encantada. Y además, una también disfruta.
El tiempo pasa y, por fin, llegan a la ciudad. El programa consistirá en una visita panorámica a pie por los principales lugares, comida y tiempo libre para pasear por la vega del Tajo.
A don Romualdo le gustan las explicaciones, aunque eche de menos el no poder disfrutar de los dibujos en azulejos y fachadas. Nota, no obstante, que el entorno es agradable para pasear, que lo importante, lo esencial es que está allí, atesorando cultura y recuerdos.
¿Y Perejil?
Pues Perejil, nada más bajar del autobús le ha anunciado a su dueño que él se iba a los jardines del Prado, que le había dicho una coquetuela paloma que, en medio de un estanque, se alzaba una caseta a modo de palacete, residencia de ocas y cisnes. Que se iría a conocerla ya que a él, eso de iglesias y jarrones no le iba. Que ya les buscaría después del almuerzo.
-Bien, bien. Vete en paz, pero no te pierdas entre almíbares que ya se sabe cómo te gustan. Ale, diviértete. Don Romualdo le acaricia, le sonríe con el alma. ¡Aprecia tanto a ese animal!
-Venga, no se enmohinezca. Cójase de mi brazo y sigamos a la chica. No nos perdamos nada.
-Gggggrrrrrr gggggrrrrr. Ya eztoy aquí.¿L’han pazao bien zuz señorías?
-Mírale, si es que es más mono…
-Oiga, ceñá Merce, q’uno ez un loro, no un mono, que loz mónoz zon mu peludoz y a mí, lo que me van zon laz plúmaz.
-Déjate de loradas y ven acá, que ya tenía ganas de echarte el ojo encima.
-Poz como no ce m’eche otra coza encima…
-¿Y qué? ¿Cómo ha ido tu visita a la casa de las ocas?
-Ah, poz mu requetebién. Rezulta q’había una lechuza tarotera con zu baraja y to y m’ha echao la buenaventura. M’ha zalío una carta con un rollo de pergamino y únaz léntez. Paice qu’ezo quié desí que voy a ce famozo y que voy a zalí en loz papélez. Gggggrrrrr gggggrrrr.
-Pues sí que las tenemos.Con lo que a ti te gusta emplumarte, no falta nada más que te vengan a dar mas vuelo. Lo que te faltaba. Esperemos que no se te suba la gracia lechucera a la cresta. ¡Qué paciencia tengo que tener contigo!
-No ce me ponga uzté ací, que bien c que ma echao de ménoz.
-Ay ay ay, cómo me va conociendo este puñetero loro. En fin, venga; haz algo y llévame ahora tú, que ya bastante ha tenido que cargar conmigo la buena de la Merce. Vamos hacia el coche, que ya estoy algo cansado, que no está uno acostumbrado a estos excesos.
Poco a poco el resto del grupo se va congregando para partir a sus lugares de destino.
Don Romualdo no lo quiere reconocer, pero bastante que ha disfrutado. Ahora bien, ¿ese deleite que siente vendrá dado por el viaje? ¿O será porque ha contado para él solo con la compañía de la Merce? Qué buena chica es y cómo la aprecia. Sí, señor; es de esas amistades que ya no se encuentran.

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martes, 3 de agosto de 2010

"La ciencia moderna …

Hoy que tan de moda están todos esos anuncios de curalotodo, Sigmund Freud (1856-1939) nos propone una receta bien sencilla en pro de la felicidad:

"La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como unas palabras bondadosas"
Hoy que tan de moda está el lenguaje agresivo, los gritos o los silencios, que aún son más perturbadores, pensar en palabras bondadosas como la mejor de las medicinas supone todo un hallazgo. Creo que hemos de tratar de prodigar su práctica.
Luego habremos de buscar la farmacia donde las expendan, aunque lo más fácil será proveernos de una buena ración de esas píldoras y ponernos a repartirlas en cuantas ocasiones nos sea posible.
Seguro que estáis conmigo: no tienen contraindicaciones y los efectos secundarios que provocan son milagrosos: calor en el alma y sonrisas electrizantes.

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domingo, 1 de agosto de 2010

Berlín y Praga: la Historia bajo mis pies

Sí, en efecto; ya volví de ese viaje que anuncié el pasado viernes. Una semana y ya ha finalizado. Otro viaje que contar, otro periplo a mis espaldas de homo viajerus frustrado.
Aquí van mis impresiones, alejadas de toda guía o libro de viajes, flashes luminosos de ciego, iluminado… ¿por quién?:

Creí en un principio que visitar Berlín y Praga en apenas cinco días sería precipitado pero la buena organización, la entrega y la maestría de Paloma y Alfonso, nuestros guías hicieron posible, no sólo que pudiésemos recorrer los lugares principales, si no que aún parásemos en un par más de enclaves germanos: Spree Walt y Dresde.
Pisar la Historia trágica del siglo XX en Berlín, tocar el cartel en relieve que recuerda la existencia del muro de la sin razón, atravesar la Puerta de Brandemburgo, escuchar los testimonios dramáticos de las víctimas del Holocausto y pisar la plaza en la que se cometió otra ignominia, un lejano 10 de mayo: la gran quema de libros en la berlinesa Bebel Platz. Estar tomando un helado en Dresde bajo la atenta mirada de un Lutero seguramente sorprendido al contemplar cómo tres ciegos españoles miran y ríen, recorrer la carretera por la región de los Sudetes, pensar que aquellos escenarios fueron destruidos por el huracán de las guerras y, sin embargo, ahora han sido vueltos a poner en pie. Deambular por las calles que Frank Kafka recorriera, atravesar el majestuoso puente de carlos y la Ciudad Vieja de la capital checa, su Barrio Judío y su catedral de San Vito … fueron momentos de emoción. Sentía que yo estaba allí, que me impregnaba de un pasado tantas veces contemplado en libros y películas. Pero también, pisar, patear laAlexander Platz, con su majestuosa torre, y recordar la serie televisiva que la ambientaba cuando yo aún veía, surcar las aguas del Moldava y pasar una tarde de domingo recorriendo el pulmón verde de Berlín, fantasear con el pedaleo en bicicleta por sus veredas sombreadas, además de contemplar el vanguardismo de los edificios en la Postdamer platz.
La música fue otro de los protagonistas de esos días. Un concierto de órgano en la catedral de Berlín, otro con trompeta e instrumentos de cuerda interpretando a maestros judíos en la Sinagoga española de Praga, un coro en la iglesia Kaiser, los sones de campanas de relojes y mucha música callejera desde un organillero que nos seduce en Praga hasta un trompetista que nos cautiva en Dresde.
Mi perspectiva de la capital alemana: es una ciudad difícil para orientarse una persona ciega por la amplitud de sus espacios, sus plazas y avenidas, exentas de referencias. En cambio, Praga parece más manejable. Sin embargo, ésta me pareció en exceso masificada por bulliciosos grupos de turistas jóvenes.
Lo que más me gustó… Spree Walt, un lugar interior de vacaciones a 100 kms. De Berlín, en dirección sudeste. Es una especie de estuario en el que el río Spree se ramifica y por el que pequeñas canoas de madera lo surcan. Es el pueblo de los pepinillos, ¿cómo pensar que puedan organizarse visitas guiadas en torno a esta hortaliza? Mis manos tocaban el agua, sentían cómo eran refrescadas por un espejo cristalino mientras cuerpo y mente eran mecidos, en medio del silencio del bosque acompañado del trinar de pájaros, por la canoa, una barca de madera que podría haber sido construida por mi buen sr. Rafael, hombre que vierte sus sueños preññados de bondad, en el modelado de réplicas marineras desde la más pequeña soportada en una pinza para la ropa hasta el más elaborado galeón.
En cuanto a la accesibilidad, nos encontramos con la sorpresa de que debimos haber reservado con mes y medio el poder tocar maquetas en el Parlamento (¿cómo saberlo?). A cambio, pudimos sortear las colas de gente y solicitar de forma gratuita audioguías en espacios emblemáticos. Eché de menos la presencia del braille, eso sí; no sé si porque no lo había o porque no estuvimos allá donde los puntitos mágicos se habrían dejado tocar.
¿Y las anécdotas, el humor? Cómo no, también las hubo. Un curioso botoncito en el respaldo del pasajero delantero de los aviones de Lufthansa que cual tripa de Jorge, se estira y encoge mientras un dedito queda pillado. Una simpática máquina secamanos que cuando la saludas te obsequia con una toallita. Unas chicas estrafalarias vestidas en plan gótico y que por bolso portan la réplica de un ataúd. La capacidad sorprendente de una camarera para cargar con 8 jarras de cerveza vaya usted a saber dónde las apoyaría, los platos de comida que más que platos parecían plazas de toros, una brocheta de pollo que podría haber sido la espada de aquel Atila, manjares pantagruélicos a base de salchichotas servidas en puestos callejeros, el checo gulas con patatas que más podrían decirse torrijas, copas de helado... La barandilla de un puente plagada de los más variopintos candados, mis manos que ven un descapotable Ford modelo T, haciéndome sentir un caballero de los años 30.
Pero por encima de todo lo anterior, los lugares, la Historia, los monumentos o las chanzas lo más importante fue la complicidad de los cinco que integramos el grupo, el cariño con que fui tratado, los momentos que compartimos en desayunos yparadas turísticas en torno a mesas de terraza regadas de helados, postres típicos a base de manzanas y frutos del bosque además, cómo no, de ese néctar rubio que es la cerveza.
¿Y el próximo periplo? ¿El próximo encuentro?Esperaré la invitación hecha regalo de volver a preparar una nueva aventura, eso sí, con la insoslayable e imprescindible compañía de Alfonso, Paloma, Nuria y Elenita, y quién sabe de qué otras buenas gentes que sepan ponerle color a la vida, ilusión y magia a la realidad. Gracias, siempre por obsequiarme tantos dones.


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viernes, 23 de julio de 2010

La promesa de un nuevo viaje

Como ya dejé caer el otro día, a cuenta de mis andanzas telefoneras, mañana emprendo un nuevo viaje. El destino, Berlín y Praga.
¿Qué espero de él?

Como ya dije y digo siempre: hacer más que ver, sentir, imbuirme de su ambiente, sus calles, las voces de sus gentes con sus tonalidades centroeuropeas y cómo no, adquirir bagajes de anécdotas, gastronomía, costumbres e Historia.
Son pocos días, pero suficientes para fijar en la memoria un nuevo periplo, un destino más, pateado, tocado, olfateado, degustado, atesorado.
Prometo conttároslo.
a

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jueves, 22 de julio de 2010

Un nuevo descubrimiento arqueológico

Pongo aquí una interesante noticia. No puedo resistirme a ello pues ya conocéis de mis aficiones de arqueólogo frustrado.
Debe resultar enormemente emocionante encontrarse con algo así, ser el primero en sacarlo a la luz tras permanecer oculto durante tantos años, devolverlo a la vida.
Ahora se trata de conservarlo y respetar su simbolismo.

Un equipo de arqueólogos ingleses ha anunciado el descubrimiento de un conjunto de pilares de madera dispuestos en corro a sólo 900 metros del famoso Stonehenge de Salisbury. El descubrimiento es, según sus autores, el más interesante registrado en los últimos 50 años.
El nuevo conjunto consta de 24 obeliscos de madera, cada uno de ellos de un diámetro aproximado de 75 centímetros. Los arqueólogos creen que cada pilar podría ascender hasta ocho metros sobre el suelo. El conjunto estaba rodeado por un foso y, lo que es más interesante, está alineado con el Stonehenge y con otro conjunto circular distante en 1.300 metros del primero.
El conjunto data de la Edad del Bronce, hace, aproximadamente, 4.500 años, el mismo periodo en el que se 'construyó' el Stonehenge. El hallazgo está relacionado con otros yacimientos de la zona, vinculados con el monumento de piedra. Así, en los últimos años se han localizado otros corros de piedra, zanjas, avenidas, y asentamientos de viviendas. Aunque no está del todo clara la función de este conjunto, los arqueólogos creen que su sentido era religioso. Algunos expertos creen que el Stonehenge fue un enterramiento, al menos durante sus primeros 500 años de existencia. Y en los últimos tiempos, ha habido incluso quien ha asegurado que el conjunto se dedicaba a la danza,.

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miércoles, 21 de julio de 2010

Una catedral musical en miniatura

Realmente creo que ser un virtuoso del violín es ser algo mágico. Os pongo, un breve artículo sobre él, al tiempo que, si pincháis en el título de la enrada, podréis escucharlo.
Que os guste.

El “Mona Lisa” de los violines' se vende: su precio, 14 millones, hace de él el más caro de la historia. Lo creó Giuseppe Guarneri en 1741 y fue acariciado por los dedos de Menuhin, Perlman y Vieuxtemps Las crónicas venecianas hablan a menudo de la paciente espera que debían cumplir los luthiers en los muelles. Allí aguardaban el regreso de las naves procedentes de las Indias, que traían maderas exóticas de las que había que conseguir la mejor partida. Los días de convivencia portuaria, desde luego, no eran siempre apacibles, ya que cada artesano procuraba hacerse con lo mejor de tan preciado material. Una vez llegada la madera a tierra, la retiraban raudos para evitar que fuera mojada, dado que los marineros echaban sobre ella toneles de agua salada con el fin de fortalecerla e impedir así la polilla, cosa que la haría inservible para el uso musical.Es un prodigio técnico y el testimonio de una época de esplendor Sin duda, entre aquellos violeros debía de encontrarse alguno de los miembros de la familia Guarneri, cuya dinastía contribuyó a prestigiar la llamada escuela de Cremona, ciudad en la que trabajaron los ilustres Andrea Amati y Antonio Stradivari. Precisamente, el primero de ellos fue maestro de Andrea Guarneri, cabeza de una saga insigne de constructores de violines que halló su culminación en el controvertido Giuseppe Antonio (1698-1744), artífice de unas joyas violinísticas que rivalizan con todo merecimiento, al menos las concebidas en su último periodo creativo -a partir de 1730-, con las del mencionado Stradivari.El buen uso de la mejor madera, el corte y el adecuado secado, sin olvidar la importante factura del barniz, contribuyen a la obtención de un buen violín, pero su excelencia, su magia, radica primordialmente en la exacta proporción de las formas, en los estudiados grosores de las paredes y en la sabia distribución de fuerzas que deben soportar las superficies abovedadas del instrumento. De hecho, una caja armónica como la del violín no deja de ser como un templo en miniatura, una nave cuidadosamente labrada, pensada milímetro a milímetro, en la que todo debe resonar en armonía y equilibrio plenos. Y eso es lo que consiguió de manera deslumbrante Giuseppe Antonio: piezas maestras cuya arquitectura genera auténtica sonoridad, una sonoridad que se amplifica, nivela y proyecta con inaudita nitidez y a una gran velocidad.Las manos de este artista, llamado Giuseppe del Gesù porque en sus etiquetas figuraba el monograma IHS, consiguieron plasmar en toda su dimensión la idea barroca según la cual el sonido debe dibujar el espacio que recorre, y así también realzarlo para que la melodía llegue al oído no solo como música, sino como depuración de esta. En tal sentido, puede señalarse que Guarneri del Gesù representa y consuma un ideal, y que ejemplifica en su expresión más alta la poética de una nueva forma de hacer música, que tuvo su exponente en compositores como Vivaldi o Bach.No es extraño que, transcurridas las generaciones de violinistas, el valor de un instrumento construido por este artista continúe en alza, porque adorna y facilita sobremanera el arte de un intérprete. Eso explica que uno de los violines salidos de su taller estuviera en manos de Niccolò Paganini, y que, ya en el siglo XX, hubieran tocado ejemplares suyos tan esenciales nombres del mundo violinístico como los de Arthur Grumiaux, Jascha Heifetz, Isaac Stern, Henryk Szeryng y Pinchas Zukerman. El violín puesto a la venta, un diamante de la acústica, perteneció al virtuoso belga Henri Vieuxtemps, que viajó por toda Europa y Estados Unidos levantando admiración con su inseparable Guarneri. Vieuxtemps decía que su "estimado amigo" le ayudaba a hacer la mitad del trabajo.El valor de este violín tan único no reside únicamente en su calidad, en su prodigiosa concepción técnica, sino también en ser el testimonio elegido de una época de esplendor musical. Su existencia demuestra cómo la materia, tratada con inteligencia, puede transformarse en algo que depara espíritu.Aunque haya sido pagada por él una cantidad ciertamente elevada, su valor es difícil de cifrar. Y, sin embargo, Guarneri, que vivió una vida tormentosa, murió en la cárcel sin descendencia y despojado de todo.Ramón andrés



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martes, 20 de julio de 2010

Odisea de una tarde de verano

Sí, ya lo sé: hace mucho calor como para meterse en aventuras, pero cuando no queda más remedio….
Quiero compartir aquí mis andanzas de esta tarde como una forma más de dar a conocer las vicisitudes de un ciego cualquiera que sólo aspira a ser uno más.
Que no os aburran demasiado.

Resulta que hace tres semanas mi teléfono móvil dejó de hablar. Sí, no es que lo utilice para hablar, que también ,claro; si no que lo tengo adaptado, de tal manera que todo lo que aparece en la pantalla, es verbalizado por una voz sintética. Así que además de para hablar por él, él me habla a mí. En fin, modernidades de hoy en día.
Primero pensé que abía enmudecido por algún problema en el software que le hace parlotearme los mensajes y demás indicaciones, pero luego hube de comprobar que la cosa era más grave.
Como los modelos nuevos son cada vez mas complicados de utilizar, por su diseño táctil, y me manejo muy bien con él, tenía gran interés en repararlo. Sí, el que tenía interés era yo porque los del proveedor de línea y los de la marca parece que sólo les mueve el afán por vender nuevos terminales y no reparar los antiguos.
El caso es que, después de explicarles mi interés por el tema, me derivaron al Corte Inglés de Castellana, aquí en Madrid, uno de los centros más grandes que tiene esta superficie comercial.
Allí que me fui. Para llegar a la meta buscada, obtuve la voluntariosa ayuda de un vigilante de seguridad. Se ve que aquel día no había demasiado trabajo o es que tuve suerte o vaya usted a saber.
Al llegar al mostrador en cuestión, tras recorrer no pocos vericuetos, se me dijo que necesitaban pedir una nueva pantalla y que aún así no me aseguraban su arreglo. Yo, en mi ingenuidad de cegatón, dije que a mí la pantalla me daba igual.La joven médico telefonera me indicó que, tal vez, a mí no me importase pero al teléfono, sí.
Bueno, quedé emplazado a una semana y a que ya me dirían.
Como transcurría el tiempo y no tenía noticias, hoy me he decidido a pasarme personalmente de nuevo y, de paso, emprender una nueva ciegada.
El intento no es fácil por lo grande del sitio y su localización alejada de una línea de Metro que yo frecuente.
La experiencia ha comenzado bien ya que una pareja muy simpática y bondadosa se ha ofrecido a llevarme hasta la puerta. Hemos ido charlando y casualmente han vivido en Berlín, ciudad que visitaré el sábado. Me ha venido fenomenal por su acompañamiento y por las recomendaciones que me arán disfrutar de ese viajecito.
El caso es que me han dejado en la entrada y a partir de aquí viene la odisea.
Recorro unos pasos. Primer vigilante:
-Lo siento, sólo puedo llevarle hasta información y allí alguien le acompañará.
En información hay una señorita que, con acento extranjero, se disculpa aduciendo que está sola y no puede ayudarme. Me pregunta varias veces que adónde necesito ir. Tras un tiempo de espera, me pone al teléfono con otra señorita (parece que de Atención al cliente) a la que, por tercera vez, explico mi caso. Me anuncia que me van a mandar a un vigilante.
Tic tac tic tac.
Llega el señor de marras. En lugar de proceder, le dice a la señorita que debió llamar al departamento al que necesito ir para que, de éste, vengan por mí (parece como si tuviesen que recoger un paquete). Buscan el teléfono (digo la extensión), no contestan, ¿por qué habrían de hacerlo en un departamento de teléfonos? Y, por fin, nos aprestamos a llegar hasta la dichosa oficina de Nokia con mi paciencia al límite y con, no pocas ganas, de haberme decidido a bastonear/palotear por allí, sin que me importase ni la gente con la que tropezase ni las vitrinas que derribase a mi paso. Menos mal que uno es civilizado, que si no…
Llego al sitio de teléfonos y mi impuesto lazarillo se pone a discutir con la médica telefonera sobre la razón por la que no ha querido descolgar el teléfono. Ya se sabe… “en casa del herrero, cuchillo de madera”.
Y toda esta sucesión de sinsentidos ¿para qué? Para nada, ya que la innombrable pantalla no había llegado aún.
Así que vuelta para la calle y lo mismo que diría aqél: como el gallo de Morón… cacareando y sin plumas.
¿Qué queréis? Me he sentido como uno de esos palos que,a modo de testigo, usan los atletas en las carreras de relevos. Y todo porque no hay una ley, como la portuguesa, que obligue a las grandes superficies comerciales a disponer de acompañantes para clientes ciegos.
Vamos, que al final, encima he tenido que darle las gracias al segurata, como si me hubiese hecho el favor de su vida.
Ya se sabe… ¡¡Vivir para ver!!

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lunes, 19 de julio de 2010

Palinodia

Vaya aquí, para mitigar este calor veraniego, el origen de otra palabrilla a fe que bien rara.

Se llama así la retractación pública de algo que se había afirmado anteriormente. En tiempos de la Inquisición, se decía de aquellos que se arrepentían de alguna herejía que 'cantaban la palinodia', esto es, que se desdecían y negaban lo que habían afirmado antes. También se llaman palinodia los escritos y obras literarias cuyos autores se retractan de una opinión o de un punto de vista que habían sostenido en algún trabajo publicado con anterioridad. El primer ejemplo histórico de palinodia como subgénero literario corresponde al poeta griego Estesícoro, que vivió entre los siglos VII y VI a. de C. Estesícoro había afirmado en un poema que la única culpable de la guerra de Troya había sido Helena, la mujer de Menelao, pero fue obligado a escribir una palinodia para congraciarse con los espartanos, que la veneraban. La palabra se formó a partir del griego palin (otra vez) y oidé (canción, poema), que también podemos encontrarla en otras palabras de nuestra lengua, como oda.

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jueves, 15 de julio de 2010

De vacaciones

Esta noche veraniega quiero compartir una utopía. Ojalá que la realidad supere a la ficción.
Que disfrutéis.

Sí, él lo sabía. Sabía que al lugar al que iba a ir de vacaciones estaría plagado de cosas para ver: hermosas mujeres luciendo sus esbeltos cuerpos, exhibiciones acrobáticas, sinfonías de colores. Todo aquello, él lo conocía con certeza y, no obstante, no dejó que le importase al hacer la reserva.
Cuando lo comentó con sus amigos de tertulias y salidas, no parecieron querer comprenderle, alguno hubo incluso que dijo que qué pintaba él allí, que con darse una vuelta en la calle de su barrio, pisando arena y poniendo de fondo un CD con sonidos marinos ya era lo mismo. Mas no por eso cejó en su intento.
Y es que aquel año, estaba decidido a emprender una pequeña proeza: irse solo de vacaciones.
Claro, que tampoco algo así podría parecer tan especial, salvo si aceptamos que Luis Ángel era ciego.
¿Y tenía que irse necesariamente a la playa? ¿Por qué no buscar a alguien que lo acompañase? O, como mucho, ¿no habría destinos más apropiados?
No, iría a la playa. Buscaría el sonido del mar, la textura de la arena al amanecer, la música de después de cenar.
Hola, ¿necesitas ayuda?
-Pues… bueno es que acabo de llegar y estoy de reconocimiento.
-¿Estás solo? ¿O es que has querido aprender a orientarte?
-Sí, solo. Es que no es nada fácil encontrar a alguien con quien pasar unos días de vacaciones. Que ya se sabe: una cosa es quedar para tomar unas cañas y otra, bien distinta, convivir, aunque sea en plan de turismo.
Pues eres muy Valiente.
-Hija, a la fuerza ahorcan. Y además, seguro que me las apañaré.
-Ah, pues si quieres mi marido y yo nos alojamos también en este hotel. Ya te echaremos una mano o nos juntamos en algún momento.
-No quiero molestar.
-que va, si a nosotros nos encanta conocer gente y aprender de experiencias. Hay tiempo para todo, que ya bastante corremos a lo largo del año, como para que nos vayamos a agobiar por una buena compañía. Mira, ahí viene Luis, mi marido.
-Anda, si es tocayo mío.
-Cariño, este señor se hospeda en nuestro hotel. Fíjate, se ha atrevido a venir solo sin ver. ¿Verdad que podremos quedar con él?
-Vaya, traiga esa mano. Sí que es admirable. ¿Y cómo se las va a arreglar?
-De momento, me han dado una habitación al lado de la escalera, la primera del pasillo. Lo suyo es que tuviese el número en relieve o en braille, esto sería la leche. En la llave, como es de las modernas, de ésas de tarjeta, me han puesto una muesca para saber cómo meterla… en la ranura, no vayáis a pensar. Y en cuanto a las comidas, reservé aquí porque son servidas. Es que eso de los bufés, que está muy bien, a mí me agobia porque tengo que decir que me las lleven a la mesa y encima, por no incordiar, me limito a pedir lo básico. Me da rabia porque seguro que me pierdo exquisiteces. En fin. Y aparte de esto, me iré a la oficina de turismo para concertar alguna visita guiada, he buscado en Internet y he visto que hay un castillo antiguo y, según parece, organizan rutas nocturnas de leyenda. En la playa, calcularé el tiempo de ida, para luego, a la vuelta, saber más o menos orientarme. De todas formas, lo que pretendo es pasear y escuchar sonidos, relajarme, superar retos, atesorar sensaciones y, sobre todo, tener la suerte de encontrar gente buena con la que hacer amistad. Y creo que esto ya lo estoy consiguiendo con vosotros.
-Pues oye, nuestra habitación es la 214. Cuenta con nosotros para lo que sea. Sin problemas, ¿eh? Somos vitorianos y buscamos lo mismo que tú: cargar las pilas y vaguear, acompañándonos de buen yantar, como diría aquél.
-Bah, dame dos besos. Me llamo Charo y lo dicho. Nos vemos y… ¡que disfrutes!
Luis Ángel se siente dichoso. Por fin llegó el momento tan esperado de esa prueba. Él, tan viajero, tan zascandil, iba a demostrarse que merecería la pena, que sería una experiencia inolvidable.
Siguió midiendo, imbuyéndose de referencias táctiles, de distancias, de percepciones. Se haría su plano mental y estaba seguro, ya había comenzado a comprobarlo, que encontraría gente amable. Y, quién sabía, ¿y si..? ¿Y si alguna turista solitaria como él, se atrevía a compartir su soledad? Bueno, bueno; de momento, parece que la cosa pintaba bien con esa pareja tan campechanota.
Daría otra vuelta y a comer. Más o menos se estaba haciendo una idea: el cruce para el paseo marítimo, la heladería, un pequeño parquecito donde podría pasar algunos ratos con sus audiolibros, la fuente…
-¿Qué tal se va ubicando? Si necesita cualquier cosa, no dude en llamarnos. Ya sabe, marcando el 9 es recepción. ¿Quiere que le acerquemos al comedor?
-Sí, muchas gracias, guapa.
-Espero que le gusten nuestras comidas. Además, hemos conseguido que la carta esté en su alfabeto.
-Ah, genial. Así me gusta. Como debe ser.
-Qué menos. Bueno, le dejo con Toñi. Ella le buscará una mesa agradable y cómoda. Que aproveche.
Tras elegir, con la satisfacción de poder hacerlo por sí mismo, aguarda a que le vayan trayendo esa ensalada de queso de cabra con frutos secos y miel, ese besugo al horno y esa tarta de crema de orujo con tulipa de helado de frutos del bosque. ¡Vaya banquetazo, que se va a dar! Qué porras, ya volverá a portarse bien a la vuelta. No ha podido resistir a pedir una cervezota como aperitivo y un Viña Esmeralda para que acompañe a ese pescado sublime.
Y, mientras va paladeando los manjares, evoca tantos otros viajes mendigando compañía, cuántos avatares, no siempre gratos. Cada vez está más convencido de que este viaje va a resultar todo un éxito. El mero hecho de estar en ese palacete, ya lo es. Hacerlo pese a su discapacidad, gracias a su esfuerzo diario, saber que se lo ha ganado con su trabajo, ser uno más.
-¿Tomará café, el señor?
-Ah, si; claro. Un descafeinado, gracias.
El deleite que le ha proporcionado el paladar y el buen ánimo le predisponen a retirarse a su confortable habitación, descansar un rato y disponerse a verse inmerso en todo un mundo lleno de promesas. El premio a tantas luchas del día a día. ¿Qé les contará, entonces, a aquellos amigos suyos, del principio, tan excépticos? Él bien lo sabe y vosotros, ¿qué creéis?
Mientras se retira cogido del brazo de la simpática camarera, alguien que le observara vería cómo sus ojos vacuos se han inundado de un brillo, una luz que tiene nombre… ¡Felicidad!

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miércoles, 14 de julio de 2010

Hotel Formentor: Palma de Mallorca, España


Por si aún no habéis decidido dóne ir de vacaciones, aquí os traigo una humilde sugerencia.
A disfrutar.

Magníficamente ubicado en primera línea de mar en la Península de Formentor, un enclave paradisíaco ubicado al norte de la isla de Mallorca, el hotel Formentor distribuye sus 127 habitaciones y suites, así como sus lujosas instalaciones sobre una superficie de 1.200 hectáreas. La frondosidad del bosque de pinos que lo rodea y las maravillosas vistas del mar Mediterráneo que desde él se observan, han constituido su seña de identidad desde que en 1929 abriese sus puertas de la mano de su creador Adam Diehl. Ese paisaje idílico, junto al exclusivo servicio prestado, atrajo desde el principio a un selecto grupo de clientes entre los que había reconocidos actores y actrices de Hollywood como Gary Cooper, Grace Kelly, Lawrence Oliver, David Niven, John Wayne o Audrey Hepburn, otros como Charles Chaplin, Peter Ustinov, Lucía Bosé o Concha Velasco, escritores como Antonio Gala, modelos como Jane Birkin, políticos como Mijail Gorvachov o Winston Churchill, e incluso el Dalai Lama, entre muchas otras personalidades. Ya en época más reciente cabe destacar que en 1995 el hotel Formentor fue la sede elegida para celebrar la Cumbre Europea y, desde 1999 hasta la fecha, alberga anualmente el Foro Formentor, un encuentro internacional que congrega a jefes de Estado e importantes políticos del arco mediterráneo.
un enclave único en el que un embriagador paisaje de pinos y espectaculares acantilados al borde del Mediterráneo acompaña en todo momento al visitante. A mitad de camino se atisba, entre los árboles, un bello edificio blanco y bajo él, otra inmensa línea, la que diseña con elegancia la Playa de Formentor, un conjunto de aguas cristalinas de color turquesa dan fe de que nada tienen que envidiar a las hermosas playas del Caribe.
Un silencio únicamente entorpecido por el cantar de los pájaros y por el vaivén de las olas saluda al visitante, que al traspasar la imponente verja que anuncia la entrada al recinto del Barceló Formentor (www.barceloformentor.com) se da cuenta, de ipso facto, que se trata de un lugar muy especial. Una escalinata franquea la puerta de entrada y recuerda, con letras escritas en una placa sita a su vera, que este famoso hotel, que en 2009 cumplió 80 años, fue, en 1995, sede de una importante Cumbre Europea.
A partir de ahí le dejamos a Ud. que escriba su propio final, ya que el Barceló Formentor es uno de esos hoteles que permite, a cada uno de sus clientes, escribir su propia historia, una experiencia mágica construida a base de puras sensaciones: colores mediterráneos, olores de azahar y orégano provenientes de su propio huerto, tactos de arena fina y agua transparente, ruidos a puro silencio y el gusto por la cocina tradicional pero exquisitamente renovada.

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martes, 13 de julio de 2010

¿Quién tiene razón?

Pongo aquí una anécdota que, a mi entender, no ha perdido vigencia, ni mucho menos.

El filósofo William Leibnitz (1646-1716) acudía con frecuencia a la Universidad de Leyden, donde a menudo sostenía apasionados y polémicos debates con estudiantes y profesores, siempre en latín.
Durante algunas de sus últimas comparecencias, Leibnitz observó que un zapatero de su vecindario acudía regularmente a los claustros. Finalmente, la curiosidad le pudo y un día se acercó a él, preguntándole si conocía el suficiente latín como para seguir el hilo de aquellas controversias culturales.-No _contestó el hombre._- de latín no sé nada, ni tengo intención de aprenderlo. Yo sólo vengo a ver cómo discuten ustedes.-Pero, si no sabe latín, ¿cómo puede saber quién tiene razón en las discusiones? _preguntó el filósofo, cada vez más extrañado_.-¡Oh, eso! Muy sencillo: cuando oigo que alguien grita mucho, sé con seguridad que no tiene razón.

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